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Carmen, Carlo Felice, Genova, May 2002


Don José y las tortilleras, Mundo Clasico
Carmen, l'Eroica, La Repubblica
La "Carmen" di Bizet incanta il pubblico del Teatro Carlo Felice di Genova, Il Giornale dei lavoratori

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Don José y las tortilleras
Andrea Merli, Mundo Clasico, 5 June 2002

Antes o temprano debía ocurrir. Pasó en Carmen en Génova. Las
invenciones registicas no dejan de provocar incredulidad y
estupefacción, hasta en los más corridos frecuentadores de
teatro -personalmente digiero un promedio de tres producciones por
semana- que pensaban que habían visto todo. Visto, sí, pero es que en
este caso se olió... a cebolla rebozada con patatas y huevos, los
ingredientes imprescindibles de una rica tortilla española. Plato
típico, como el que más, que humeante sirvió de repas a la fin del
celebre quinteto de los contrabandistas del segundo acto. Esto es: el
realismo teatral llevado a límites extremos. En el cine ya había pasado
con un filme protagonizado por Devine; a la entrada te entregaban una
postal con varios cuadraditos, todos marcados con un numero: cuando
aparecía el numero en la pantalla era suficiente frotar y olías a
vainilla, mientras se cocinaba un pastel, a perfume mientras Devine se
maquillaba, a gas cuando intentaba suicidarse, etc., etc...

¿Quien habría dicho que íbamos a repetir la misma experiencia en
directo, en un teatro de ópera y conste que yo ocupaba la butaca n° 6 de
la fila 21? ¿Y que las gitanas Frasquita y Mercedes, gracias a esta
innovadora puesta en escena, eran además de dos insaciables ninfómanas
que se habían tirado a medio regimiento en la escena inicial de la
taberna de 'Lilas Pastia', dos excelentes tortilleras? A Hugo De Ana,
apreciado escenógrafo, figurinista y regista en muchas otras ocasiones,
ésta no le salió ni redonda ni cuadrada. Cierto bocetismo detallista es
la firma reconocible, a veces, de Franco Zeffirelli. Pero lo que en esas
producciones hiper-tradicionales tiene su justificación intima, no cuajó
en esta realización del argentino, fechada en 1997 siempre para el Carlo
Felice de Genova y ahora repropuesta con el auxilio de la memoria y de
su 'aiuto' Willy Landin.

Una escena, de hecho, única, constituida por una plataforma de maderas
con fuerte pendiente y cruzada por una brecha -¿una trinchera?- sobre la
que, además de la acción, se deslizaron unos bastidores corpóreos.
Ruinas de una posible civilización vetusta (¿romana? ¿árabe?) en una
colocación temporal de difícil calificación: ¿anos Veinte del pasado
siglo? ¿La época republicana de Garcia Lorca? El monocromatismo, el
constante uso de los ocres en sus distintas tonalidades, del negro como
color de luto y de la tragedia podían sugerirlo. Pero lo que podía ser
una idea escenográfica, construida también con un uso inteligente del
desplazamiento de las masas (el coro y un sinfín de figurantes que se
movieron con mucha sincronía), fue en parte desperdiciada por esas
improvisas salidas de tono y de gusto a las que van a apuntarse,
también, la vestimenta de los toreros en primer termino del escenario al
inicio del último acto. Dos de ellos, por supuesto, en cueros y jugando
a hacer de estatua.

Y maliciosamente, me imagino las 'audiciones' para escogerlos, puesto
que el detalle anatómico debía ser apreciado hasta por los de la
galleria sin necesidad de prismáticos.

En fin, en medio a una insoportable ligereza para despachar por
'modernez' lo que es sencillamente la rutina de la provocación gratuita,
que lo único que puede hacer es distraer la atención del publico de los
verdaderos valores dramatúrgicos y musicales, hubo también momentos
logrados. Eso pasaba cuando los dos protagonistas se imponían por sus
dotes innegables en la vertiente interpretativa y musical.

Pese a la anacrónica elección de la versión ópera, con los recitativos
musicados por Ernest Guiraud, lo que sustrae a la partitura la matriz
original de Opera Comique y la proyecta hacia otras sonoridades más
turgentes, especialmente en las partea adjuntas y apócrifas, Sonia
Ganassi, en su debut con la heroína de Mérimée y Bizet, se confirmó como
una de las mezzos más inteligentes y sensibles surgidas en los últimos
tiempos. Supo dotar de la adolescente ligereza y picardía el personaje,
en principio inconsciente de su potencial destructivo y erótico, hasta
llegar a un nivel de total concentración dramática en el tremendo
final -donde su voz pudo expandirse con la necesaria vehemencia
sopranil- cuando Carmen defiende ante todo el concepto de libertad como
bandera de su emancipación contra la prevaricación mezquina de los
hombres, de lo que hoy definimos 'machismo' y que en este increíble,
vitalísimo personaje que corre hacia su propia autodestrucción, ha
tenido su primer manifiesto feminista.

El triunfo de un Alagna inconmensurable

Desde un punto de vista exquisita y estrictamente vocal, Sonia Ganassi
tiene una línea de canto que no traiciona nunca la nobleza, ni en los
momentos de inevitable tensión dramática cuando el 'naturalismo' de
Bizet roza y anticipa el 'verismo' italiano, del que esta ópera y su
protagonista pueden también considerarse progenitoras. No esfuerza los
centros, ni busca un imposible 'affondo' en zona grave, siguiendo una
lección que quedó grabada -en disco y en la memoria- en letras de oro:
la de la inigualable Teresa Berganza. Su Carmen, que seguramente tendrá
una evolución en positivo, recorre ese maravilloso camino.

Sin embargo el autentico triunfador de la velada -la única en que cantó,
puesto que solo actuó en la primera función- fue, sin discusión, Roberto
Alagna. En un estado vocal espléndido, físicamente, interpretativamente
llegó a un nivel hoy difícilmente alcanzable, sin posibilidad de
comparación en el actual 'mercado' de tenores. No es solo el caso de
remarcar las cualidades tímbricas de esa voz de belleza mediterránea,
amplia, brillante como un rayo de sol; ni su fraseo ardiente, gracias
también a una dicción perfectamente inteligible, a su francés modélico
por la expresividad con que subraya cada palabra; ni fueron esos dos
estupendos Si naturales -el primero en pianisimo durante el Aria de la
Flor, el segundo proyectado con fuerza en el concertante que clausura el
segundo acto- disparados con extrema facilidad. Fue todo lo que llegó a
representar en el curso de la ópera, hasta cuando no cantaba, con su
presencia carismática. Con esa capacidad de comunicar con un gesto, con
una sonrisa, que sólo los grandes tienen. Fue ese final, trágico y
desgarrador, cuando al pasar con habilidad y sensibilidad del canto al
hablado, su recitar cantando hizo estremecer a todo el auditorio.

Personalmente hacía tiempo que no me daban escalofríos por una actuación
tan intensa: me sorprendí yo mismo al levantarme de pié para chillar
'bravo' y es que, como dicen en Roma, 'quando ce vo' ce vo''. ¡Bravo
Roberto!

La 'Micaela' de Carmela Remigio, muy aplaudida, denotó en cambio señales
de cansancio en la voz que ha empezado a oscilar, muy poco pero de forma
preocupante; mal síntoma, puede que por el excesivo trabajo a la que la
expone en los últimos tiempos: una señal que debería tener muy en
cuenta. Al 'Escamillo' de Frank Ferrari, pese a ser francés, no se
entendía ni jota; su línea de canto no pareció ni de primera ni de
segunda, más bien de tercera clase. Más que correctos los gitanos de
Giuseppe Riva ('Dancaire') de Léonard Pezzino ('Remendado') y las dos de
la tortilla: la mezzo Cinzia De Mola y la soprano Magali Léger.
Flojillos el 'Morales' de Richard Rittelmann y el 'Zuniga' de
Josep-Miquel Ribot.

La orquesta y el coro del Teatro Carlo Felice se hicieron honor bajo la
batuta de Michel Plasson, que no es un águila, pero que ha garantizado
una lectura coherente y, en línea muy general, 'tempi' y dinámicas
convenientes. Otra cosa es tener personalidad, variedad en los ritmos,
tensión dramática, etc., etc. Fue, como quien dice, buena rutina. Ah,
hubo otro pecado venial, que perdonamos por indulgencia plenaria: el de
un coro infantil muy deficiente. Pero el que firma no tiene instintos de
Herodes.

Génova, 28 de mayo de 2002. Teatro Carlo Felice. G. Bizet, Carmen. Ópera
en cuatro actos de Georges Bizet. Libreto de Henri Meilhac y Ludovic
Halévy (1875). Director de escena, Escenografia y Vestuario: Hugo De
Ana. Regia realizada por Willy Landin. Coreografia: Leda Lojodice.
Iluminación: Vinicio Cheli, realizada por Roberto Manca. Roberto Alagna
(Don José), Frank Ferrari (Escamillo), Josep-Miquel Ribot (Zuniga),
Richard Rittelmann (Moralés), Sonia Ganassi (Carmen), Carmela Remigio
(Micaela), Magali Léger (Frasquita), Cinzia De Mola (Mercédés), Giuseppe
Riva (Le Dancaire), Léonard Pezzino (Le Remendado). Orquesta y coro del
Teatro Carlo Felice. Director: Michel Plasson. M° Del coro: Giovanni
Andreoli. Coro de voces blancas 'I polifonici di Genova', M° del coro:
Fabio Macelloni. Aforo: Localidades, 2000. Ocupación 100%


Carmen, l'Eroica
Roberto Iovino, La Repubblica, 30 May 2002

La Ganassi e Alagna hanno salvato la festa Applausi fragorosi al Carlo
Felice per l'intepretazione del soprano e del tenore, in un allestimento
però "grigio" lirica

Una Carmen interminabile, si è conclusa, martedì al Carlo Felice, a
mezzanotte e mezza in un uragano di applausi. Pubblico entusiasta, con
ripetute chiamate agli artisti. "Eroi" indiscussi della serata Sonia
Ganassi e Roberto Alagna, Carmen e Don Josè straordinari, capaci di
reggere praticamente da soli il peso di un intero spettacolo e di
trasformare un allestimento per molti aspetti "grigio" in una recita di
indubbia godibilità.

Serata festosa, con tanta gente intorno al rieletto sindaco Pericu: lo
aspettano, tra le urgenze, il nodo Carlo Felice. Carmen probabilmente ha
allentato la tensione, certo non risolto i problemi. Il sovrintendente
Nicola Costa e il direttore Alessio Vlad, separati in casa, martedì
hanno "frequentato" spazi diversi della platea. E a fine giugno scadono
tutti i mandati.

Quanto all'opera, era proposta in edizione francese (con i sovratitoli
in italiano), ma non nella versione originale con i dialoghi recitati
(nello stile dell'operacomique) bensì nella successiva elaborazione con
i recitativi. Il Teatro ha recuperato l'allestimento firmato cinque anni
fa da Hugo de Ana, chiamando sul podio Michele Plasson.
In Carmen Bizet seppe creare un'opera mediterranea, latina, giocata su
un folclore immaginato, ma vero, autentico, sanguigno, con un melodismo
sensuale che coglie perfettamente il temperamento della protagonista una
delle donne più affascinanti del teatro musicale. Il "colore" non è
decorativo, ma funzionale, elemento sostanziale di un'opera che al suo
apparire indicò una "terza via" al teatro europeo, indipendente tanto da
Wagner quanto da Verdi. Quel "colore" è totalmente scomparso nella
lettura musicale e registica di martedì.

Michel Plasson ha offerto una interpretazione estremamente discutibile.
Ha dilatato i tempi, allentato la tensione emotiva, appiattito le
dinamiche. Plasson aveva iniziato bene con una Ouverture globalmente
elegante. Ma poi è mancato quasi costantemente un significativo rapporto
fra buca e palcoscenico, non tanto sul piano ritmico, quanto della
intenzionalità espressiva. Si è avuta la sensazione che i cantanti
fossero in qualche modo "frenati". Ciò è risaltato, in particolare,
nella Habanera risolta con intelligenza, certo, dalla Ganassi, ma senza
quella vis travolgente evidenziata nel seguito dell'opera. E
analogamente nella splendida aria del terzo atto Micaela (la splendida
Carmela Remigio) è sembrata "trattenuta" nei suoi legittimi slanci.
Nonostante le difficoltà, come si è detto, il cast si è dimostrato
totalmente all'altezza. La Ganassi,al suo debutto nel ruolo, ha cantanto
con ammirevole verve, ha danzato, si è rotolata sul palcoscenico
inclinato, costruendo un personaggio misuratamente sensuale. Alagna dal
secondo atto in avanti è stato superlativo. Voce potente, perfettamente
controllata e lodevole presenza scenica. Il finale è stato travolgente:
raramente si vede e si ascolta un Don Josè così tragico e convincente.
Deliziosa per eleganza e delicatezza espositiva la Micaela di Carmela
Remigio, mentre Frank Ferrari si è rivelato un energico Escamillo. Fra
gli altri da citare Magali Leger, Frasquita e Cinzia De Mola, Mercedes.
L'allestimento come si è detto era quello già visto cinque anni fa,
firmato da Hugo de Ana, con poche varianti. De Ana è un regista
certamente ricco di idee e di grande sensibilità. Sa ad esempio creare
scene corali di forte impatto emotivo: imponenti, tragiche
raffigurazioni pittoriche come il quadro delle sigaraie. Ma la sua
lettura globale non ci ha convinto perché troppo ha sacrificato dello
spirito bizetiano. L'impianto scenico unico per i quattro atti (con
pochi irrilevanti mutamenti), l'ambientazione nella Spagna degli anni
Trenta del Novecento, provata e squarciata dalla guerra civile (la
profonda crepa che divide in due il palcoscenico sensibilmente pendente)
allontanano l'opera dal citato "colore" voluto dal musicista e
rappresentano altro. Magari anche affascinante ma che non si ritrova
nella partitura miracolosa, frizzante e tragica insieme, magicamente
equilibrata fra opposte passioni, "leggera come una novella di Merimèe"
com'ebbe a dire Nietzsche.

I complessi stabili hanno lavorato con impegno, pur se non tutto è parso
perfettamente collaudato. Bravi i bambini del coro dei Polifonici
diretti da Fabio Macelloni. Prossima replica domani sera, ore 20,3.


La "Carmen" di Bizet incanta il pubblico del Teatro Carlo Felice di Genova
Alessandro Mormile, Il Giornale dei lavoratori, 30 May 2002

Straordinaria prova del tenore Roberto Alagna dopo il successo nel film Tosca

Genova - Anche Giuseppe Pericu, reduce dalla schiacciante vittoria che ha
siglato la sua riconferma a sindaco di Genova, ha assistito alla prima di
Carmen di Georges Bizet andata in scena il 28 maggio scorso in un
affollatissimo Teatro Carlo Felice, la cui stagione lirica ha riservato
quest'anno molte piacevoli sorprese.
A giudicare dal successo, sembra proprio che i pronostici e le attese della
vigilia abbiano dato ragione a chi si aspettava grandi cose da questa
edizione di Carmen

I motivi di interesse erano molteplici, a partire dalla presenza del
mezzosoprano Sonia Ganassi, per la prima volta nella sua carriera impegnata
a vestire i panni della protagonista, affiancata dal Don José dell'
italo-francese Roberto Alagna, già eccellente Canio nei Pagliacci di
Leoncavallo proposti al Teatro Filarmonico di Verona e, anche in quest'
occasione genovese, pronto ad offrire una prestazione degna della sua fama.

Per quanto le presenze in Italia di questo grande tenore siano purtroppo
rare e fugaci (a Genova è stato Don José per una sola recita), la sua
notorietà internazionale è confermata dalle numerose incisioni discografiche
(ultima in ordine di tempo uno splendido Cd di arie di belcanto appena
pubblicato dalla Emi) e dal recente exploit cinematografico con il
film-opera Tosca del regista parigino Benoit Jacquot, in cui appare a fianco
della moglie, il celebre soprano rumeno Angela Gheorghiu.

Alagna, nel panorama dei giovani e più bravi tenori di oggi, non fatica a
ritagliarsi un posto di primaria importanza, vuoi per la musicalità e lo
stile, vuoi per la presenza scenica e il colore caldo e fascinoso della
voce. È un autentico tenore lirico, che ha iniziato coll'interpretare parti
da tenore di grazia per poi approdare a ruoli dalla vocalità più impegnativa
e spinta.

C'è chi sostiene che, per il raggiungimento di tali traguardi, abbia
bruciato le tappe ed allargato il proprio repertorio senza troppa prudenza,
con l'inevitabile rischio di forzare l'emissione e affaticare la naturale
preziosità del timbro. La prova dei fatti cancella ogni timore a riguardo.
Pare piuttosto che Alagna abbia raggiunto piena maturità vocale e affinato
una musicalità oggi senza eguali nel panorama tenorile mondiale,
accompagnata da sensibilità stilistica perfettamente integrata con una
personalità artistica originale e di gusto moderno.

Per di più, in un parte come quella di Don José, riesce a compiere un
miracolo esecutivo che ha del rivoluzionario, presentando il personaggio in
veste nuova ed inedita, orientata a far coesistere, con intelligente
equilibrio, lo stile di canto francese con quello italiano.

In lui il fraseggio vario e sfumato e gli accenti propri alla vocalità
ottocentesca francese (raramente capita di sentire una pronuncia così
perfetta ed un fraseggio così curato) vengono infatti a fondersi
mirabilmente con l'intensità appassionata di un canto all'italiana
stilisticamente sorvegliato e mai contaminato da screziature veriste.

Può forse capitare che l'enfasi lo conduca, nel duetto finale dell'opera, a
sottolineature vocali generose (per altro nel corso dell'opera non manca di
sfoggiare note acute fuori ordinanza tenute a perdifiato), sempre motivate,
comunque, da scelte insite alle pathos del dramma e da una duttilità
espressiva di rara suggestione.

Memorabili, addirittura commoventi sono state l'esecuzione del duetto con
Micaela del primo atto (dove è emersa l'incantevole dolcezza delle
mezzevoci) e della celebre romanza del fiore, cesellata con elegante
morbidezza e grondante di appassionata commozione emotiva.

Non è facile tenere testa a tale bravura. Sonia Ganassi ci ha provato con
esiti più che convincenti, forte di una preparazione che attesta quanto per
lei fosse importante ben figurare in una tappa così significativa della sua
già affermata carriera.

Una carriera che negli ultimi anni l'ha vista imporsi all'attenzione dei
principali teatri italiani nel repertorio belcantistico del primo Ottocento
italiano.

È un'ottima interprete delle opere comiche di Rossini e in Donizetti ha già
segnato capitoli interpretativi di sicuro riferimento (è recente il suo
successo al Teatro Comunale di Bologna ne La favorite, edizione francese
dell'opera di Donizetti). Eppure Carmen è ben altra cosa.

Richiede - almeno per come ci hanno abituato le più note interpreti di
questo ruolo - voce di ben altra intensità. Non è solo questione di volume,
ma di colore di voce, in lei non particolarmente morbido, attraente e
sensuale. C'è tuttavia il magistero tecnico della belcantista che non tarda
a farsi sentire sul versante più lirico della parte, dove la Ganassi emerge
per la bella linea di canto, le sfumature espressive e il saggio gioco di
accenti (nella celebre "habanera", splendidamente eseguita, se ne è avuta
prova).

Il personaggio, inoltre, è ben costruito scenicamente, forse fin troppo
studiato a tavolino per essere frutto di una naturale adesione alla vera
filosofia di un personaggio che, come detto, non penso possa entrare a far
parte dei cavalli di battaglia del suo repertorio. La classe della cantante
viene comunque fuori in tutta la sua evidenza.

Fin troppo generosa e solida è la voce di Carmela Remigio, soprano lirico
che canta con slancio e sicurezza, ma stenta a cogliere l'innocente e
fragile ingenuità di Micaela, forse anche sottolineata in maniera troppo
evidente da altre interpreti.

L'unico elemento debole del cast è il torero Escamillo di Franck Ferrari,
perché invece lo stuolo dei comprimari, così importanti in un'opera come
Carmen, è eccellente. A condurre le fila musicali dello spettacolo c'è
Michel Plasson, la cui presenza è sempre una garanzia di qualità nel
repertorio francese. Qui lo conferma con una concertazione di rara efficacia
teatrale. Dello spettacolo di Hugo De Ana (che firma regia, scene e
costumi), già visto dai genovesi nel 1997, si ammira l'originale
affrancamento da una visione registica che abolisce e svecchia i luoghi
comuni e rinuncia ad ogni riferimento oleografico di maniera.

Da qui il regista argentino parte per pensare all'ambientazione in una
Spagna franchista che reca gli evidenti segni delle rovine della guerra
civile. Un lungo piano inclinato ligneo spaccato in due, come nato di una
forte scossa di terremoto, costituisce l'immagine fissa sulla quale De Ana
ambienta l'opera, qualche volta sfiorando la provocazione: prima nella scena
della taverna di Lillas Pastia, quando mostra gli amori di zingare e
ufficiali, poi nell'ultimo atto, quando decide di rinunciare alla festosa
parata della quadriglia dei toreri per sostituirla con una vestizione dei
medesimi, che da nudi come mamma li ha creati vengono progressivamente
vestiti e preparati alla corrida.

Il gioco di luci e le atmosfere fanno il resto, così da garantire allo
spettacolo un livello sempre alto ed ispirato. Successo trionfale e meritato
per tutti.


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This page was last updated on: March 31, 2003