Reviews Werther, Bilbao, November 2002 "Werther" reconcentrado de Giuseppe Sabbatini, Deia, 18 November 2002 Un poeta sosito, Diario Vasco, 18 November 2002 Precioso Werther, El Correo, 18 November 2002 Melodrama francés, Gara, 19 November 2002 Menos mal que Werther tardó en morirse, Mundo Clasico, 22 November 2002 Werther irregular, Filomusica, February 2003 _____________________________________________________________ |
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"Werther" reconcentrado de Giuseppe Sabbatini J. A. Z., Deia, 18 November 2002 Habia curiosidad por escuchar en el papel de 'Werther' al tenor Giuseppe Sabbatini, con quien compartían terna capitular otros dos debutantes en la ABAO, Katharine Goeldner y Jean François Lapointe. De entrada, puede detectarse alguna desproporción entre la propuesta del director Marco Boemi, quien se decanta al menos desde la posición orquestal por un volumen sonoro de acusadas proporciones, y el reconcentrado intimismo con el que Sabbatini crea su personaje, cincelado con cuidado exquisito, pero dentro de un arco volumínico menos decidido. Boemi traduce en expresión el aporte tímbrico, la regulación y los desarrollos de un quasi-'continuum' orquestal mucho más abundoso en matiz y ciencia de lo que parecen exigir sus ideas musicales, más bien sobrias siempre y vulgares en no pocos episodios.Sabbatini, por su parte, entiende a su 'Werther' como un personaje encerrado en sí mismo y modula su voz desde ese perfil autoimpuesto: sus agudos son de una finura exquisita, pero de volumen contenido; sus pianos, un hilo de voz que susurra; en medio, toda una gama regulada. Una interpretación más propia de un escenario más escueto, sin duda. Personalmente, no me desagrada este juego dual entre batuta y protagonista y creo que tampoco resulta infiel a la intención de la partitura. La situación se "normaliza" en los dos últimos actos, donde el creciente apasionamiento (la franquía de esta pasión, mejor) se traduce en una más decidida sonoridad por parte de Sabbatini. Y no exclusivamente en el tan esperado como ovacionado "Pourquoi me reveiller?", donde el tenor renueva un sugerente fraseo, con dibujo estudiado y unos agudos bien calibrados, de llamarada lírica (ésa es la convención, ¿no?), sino en toda una sabia y emocionada trayectoria del personaje. Falta un toque de bravura. En nuestra opinión, el rol más resuelto es el de la 'Charlotte' de la Goeldner. Su inicio del tercer acto (su soliloquio, dúo con 'Sophie' y aria de resignación "Ah, mon courage m'abbandone") es de una complexión ejemplar. La mezzo americana muestra calidez en todas las alturas y su canto tiene solidez adquirida en la escuela liederística. El papel de 'Albert' que acomete Jean François Lapointe resulta, al menos en la presentación del sábado, algo irregular: entre el empaque del primer acto y la poca firmeza de su breve hacer en el tercero media gran diferencia. Sabina Puértolas renueva y agranda la muy buena impresión producida en 'Las bodas" mozartianas en la pasada temporada. Cuadran sus papeles José Ruiz y José Manuel Díaz, así como los jóvenes lectores de Klopstock, Adrián García e Idoia Pérez. Los niños de la Escolanía Ntra. Sra. de Begoña, bien preparados por Josu Soldevilla y no menos adiestrados en el movimiento escénico. La Orquesta de Szeged demuestra otra vez su capacidad y conocimiento de la obra (aunque nueva para la formación). Sonido sugerente de foso, metal algo apagado y buena conjunción (hay alguna indecisión en la finalización de alguna frase, corregible). De la puesta en escena se adelantó ya el sábado, aquí, su intención y resolución. Del cúmulo de infidelidades de los libretistas Blau, Milliet y Hartmann (+ Massenet) con el texto de Goethe, incluida la escena de la muerte sacada de la manga por el equipo francés, queda el esqueleto de la historia. La dramaturgia de Béni Montresor, puesta en práctica por Gaetano Miglioranzi, anuda el hilo de ese relato con una sencillez y economía admirables, aunque no del gusto de todos. Un poeta sosito Emece, Diario Vasco, 18 November 2002 Fecha: 16-XI-2002. Lugar: Palacio Euskalduna. Intérpretes: Giuseppe Sabatini, Katharine Goeldner, Sabina Puértolas, William Powers, Jean Francois Lapointe, José Ruiz, José Manuel Díaz, Idoia Pérez, Adrián García. Coro: Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña. Orquesta: Sinfónica de Szeged (Hungría). Director de escena: Gaetano Miglioranzi. Director Musical: Marco Boemi. Producción: Teatro Carlo Felice de Génova Partiendo de que el novelado Werther de Goethe es un pastelón romántico de mucho cuidado, Jules Massenet compone una ópera brumosa, en cuanto al hilo argumental, y técnicamente compleja por lo que respecta al entramado vocal, donde hay que implicarse mucho para obtener un óptimo resultado. Pues bien, esa implicación estuvo ausente en el tenor italiano Giuseppe Sabatini, que cantó con un volumen reducido -como para las 15 primeras filas-, siempre cauteloso y especialmente frígido en la expresividad, presentándonos a un sosito poeta Werther. Su reserva vocal parece que estuvo siempre condicionada a la superfamosa y archiconocida aria del tercer acto Pourquoi me reveiller? en la que realizó un bello trabajo. Ahí empezó y acabó todo. En el resto, su bien construída voz de tenor lírico (pese a un vibrato natural cada vez más abierto en el registro agudo ancho), quedó todo sin sazonar, en contra de como debía hacer con su rol. No le dio, por desgracia, la debda respuesta la mezzosoprano Goeldner, quien dejó sin cuajar debidamente su Charlotte, desaprovechando, desde una tesitura amplia y bien adornada en el centro, momentos importantes de la partitura, como el aria del acto tercero Ces larmes! Ces lettres!, por notoria ausencia de entrega, estando más pendiente del desarrollo escénico que de la intensidad de su particella. La soprano zaragozana Sabina Puértolas, educada vocalmente en Pamplona, realizó una Sophie en verdad lujosa, pese al poco peso de su papel. Su voz recorrió todo el espacio con soltura y profundidad, llena de hermoso timbre y mejor proyección, junto con una buena soltura dramática. Le joven barítono canadiense Jean Francois Lapointe, cuya voz aún ha de armarse de mejores colores, desde una apreciable solidez, presentó un más que aceptable pretendiente Albert. De entre los papeles menores merece la pena destacar el de Schmidt, en la elegancia de la vetusta voz del tenor José Ruiz, todo un profesional donde los haya, que se mantiene tensa y bien timbrada tras una larga y meritoria carrera. Tanto Powers en el Burgomaestre, como Díaz en Johann, cumplieron con sus tareas, pasando anodinas las presencias de Pérez como Brülmann y García en Käthchen. Acertados los niños de la Escolanía de Nuestra Señora de Begoña, con más presencias de los seis requeridos. La producción escénica del fallecido Montresor, que jamás conduce a comprender la trama argumental, resulta simple, a veces ramplona, e impropia para la trayectoria que la Abao ha acometido en el Euskalduna. A lo mejor obedece a cuestiones de presupuesto. La realización de Miglioranzi deja muchos huecos sin cubrir. De excelente ha de reputarse el trabajo de la magiar Orquesta Sinfónica de Szeged, de cuyo bien hacer ya ha dejado constancia en dos anteriores ocasiones en las riberas del Nervión. Su labor resultó brillante, siempre equilibrada y dejándose oir con mucho agrado, sin atosigar en volumen a los cantantes. Por ello ha de tildarse como buena la tarea de concertación del romano Marco Boemi llevando al orgánico orquestal por acertados niveles de intensidad y ofreciendo muchos momentos de elegante exposición. En muchas mentes estuvo presente el cariñoso recuerdo de la voz inimitable de Alfredo Kraus quien hizo su último Werther para la Abao, en el viejo Coliseo Albia, allá el 6 de septiembre de 1984. Domine, dona ei pacem. Precioso Werther Nino Dentici, El Correo, 18 November 2002 En cada 'Werther' que se representa, el recuerdo de Kraus suele servir de referencia, pero no debería servir de comparación. Justo es valorar la confianza y seguridad de un tenor que se presentaba en Bilbao. Porque, con una voz de poco cuerpo, frío y afilado timbre y no demasiado grato color, Sabbatini hizo mucho para agradar. Encarnó a un Werther humano y real en escena con un canto intimista y consecuentemente efectista. Su voz se adecuaba al canto francés, con dominio de la media voz y del canto piano. Muchas razones, por tanto, para admitir que el valiente tenor italiano, a pesar de su discutible timbre vocal, satisfizo al público, el cual le propició la más cerrada ovación de la función al término de la esperada aria 'Pourquoi me réveiller'. A su vez, el intencionado fraseo y el tenue canto en la mórbida voz de Goeldner indicó el control y la medida de la que hizo gala la la mezzo al encarnar a una melancólica Charlotte. La artista americana cantó con una voz mórbida, no muy grande pero bella de color y de grato timbre. Impactó con palpable silencio admirativo en su gran escena de las cartas. El barítono francés Lapointe enseñó una voz agradable, pero de escaso volumen y además bastante sosera escénica. en contraposición a éste, la soprano Puértolas hizo una Sophie alegre y desenvuelta, como desenvueltos fueron la pareja formada por Ruiz y Díaz, que colaboraron con su buen hacer al éxito general. La ejecución musical por parte de una reconocida orquesta y su director, el maestro Marco Boemi, resultaron eficaces. La producción de Montresor contribuyó de manera elegante a la empresa. Melodrama francés Otxandio, Gara, 19 November 2002 Desde que ABAO anunció la ópera "Werter" en la programación, todas las mentes de los habituales fijaron su atención en el aria famosa del tenor "Pourquoi me reveiller", consagrada por el inolvidable Alfredo Krauss. Acudió la gente a percibir el talante interpretativo de un tenor italiano muy preparado para obras de estilo francés, Giuseppe Sabbatini, de temple lírico con resabios de bravura, el cual sin aspavientos cantó el aria satisfactoriamente. Que alguien buscara un tanto de expresividad no mermó el cenit de un corazón atormentado al lograr el primer beso de su amada Charlotte, mezzo americana de robusto timbre vibrante, que en su aria previa de «las lágrimas no lloradas» se ganó merecidamente un largo aplauso. El desarrollo premioso, melancólico, pero hondo del continuo musical elaborado para la orquesta por el buen gusto de Massenet permitió los contrastes del bullicio del nadal en los chiquillos, bonitamente cantado y animosamente escenificado, la contagiosa alegría del melodiar a cargo de la agradable y cada vez mas firme soprano Sabina Puértolas, los disparates de los bebedores, los pasajes dancísticos e intermedios chocantes con la fluida evolución sinfónica sentida centrada en contar con concisión el drama interior del alma fantasiosa de un poeta enfermizo hasta el suicidio por amor. El barítono de Quebec trató circunspecto su personalidad mostrando su redondez canora fraseando. La escenificación somera y parca, capaz de concitar escenas con mínimos en mobiliario. Segura y timbrada la orquesta húngara, atenta a la batuta del italiano expresivo Marco Boemi. Obra de corte melodramático francés. Menos mal que Werther tardó en morirse Patxi Madariaga, Mundo Clasico, 22 November 2002 Bilbao, 19 de noviembre de 2002. Palacio Euskalduna. Jules Massenet: Werther. Drama lírico en cuatro actos (1892-1893) sobre libreto de E. Blau, P. Milliet y G. Hartmann, basado en la novela de J.W. Goethe. Dirección escénica y escenografía, Beni Montresor. Realización de la dirección escénica, Gaetano Miglioranzi. Diseño de Iluminación, José Luis Rodríguez. Giuseppe Sabbatini (Werther), Katharine Goeldner (Charlotte), Sábina Puértolas (Sophie), William Powers (El Burgomaestre), Jean François Lapointe (Albert), José Ruiz (Schmidt), José Manuel Díaz (Johann), Idoia Pérez (Brühlmann), Adrián García (Kathchen). Orquesta Sinfónica de Szged (Hungría). Escolanía de Nuestra Señora de Begoña. Dirección musical: Marco Boemi. Producción: Teatro Carlo Felice di Genova No es Werther una ópera que me guste demasiado, la verdad. Creo que tan sólo se salvan las intervenciones de la pareja protagonista, y todo lo demás resulta prácticamente de relleno y de escasa calidad dramática y musical. Y además no niego que tenía algo de miedo a que el fantasma de Alfredo Kraus (que fue el último en llevar a los escenarios bilbaínos esta obra allá por el año 1984) estuviera presente. Pero Giuseppe Sabbatini consiguió desterrar a los fantasmas. Canta el papel de otra manera: más apasionada, más cálida, por momentos arrebatada, aunque sabe también expresar los instantes más intimistas, controlando perfectamente la emisión. El color de su voz es más bien feo, pero interpreta con gusto exquisito. Quizá se le pueda poner alguna objeción a su línea de canto por la utilización, en cualquier caso no demasiado frecuente ni aparatosa, de determinados giros, más propios del verismo que de la ópera francesa. Aunque es de reconocer que esto es una tentación demasiado fuerte en un personaje tan absolutamente excesivo. En un Pourquoi me réveiller, realmente magnífico, reguló la voz de manera maestra y fraseó con intención realmente impactante. Ya había conseguido estremecerme antes, aunque por otras razones más personales, cuando cantó, apasionadamente, su desbordada y desbordante declaración de principios, (Ah! pourvu que je voie ces yeux) Junto a Sabbatini, la mezzo norteamericana Katharine Goeldner hizo una 'Charlotte' también estupenda. Resulta de agradecer lo malo que resulta el suicidio de Werther: como no está claro donde se pega el tiro -por el detalle políticamente correcto del libretista de dejar fuera de escena el suicidio- no sé si es debido a que lo hace en la cabeza y la bala tarda mucho en encontrar su poco cerebro o a que se dispara en zona no demasiado sensible, el caso es que le cuesta muchisimo morirse, lo que, como contrapartida, da oportunidad al dramático dúo final de amor que Sabbatini y Goeldner cantaron de forma soberbia. El resto del reparto tiene asignados papeles casi anecdóticos y muy poco importantes desde el punto de vista de la acción dramática. Pero hay que destacar entre ellos a la jovencisima Sabina Puértolas, como 'Sophie', que ya cantó aquí el año pasado la 'Barbarina' de Las Bodas de Figaro y vino a confirmar ahora la impresión que ya causó entonces de estar destinada a tareas más importantes. Magnífica voz y más que notable presencia escénica. Espléndido y rico en matices el sonido que Marco Boemi extrajo de la muy competente Orquesta Sinfónica de Szeged. Y finalmente, maravillosa la escenografía de Beni Montresor. Austera, casi espartana, con elementos mínimos, apenas unos telones pintados, unas pocas sillas, un enorme paño y un uso inteligentisimo de la iluminación consigue unos efectos soberbios. Por ejemplo, el enorme paño blanco por su capa superior y rojo por la inferior, que 'Charlotte' extiende en el escenario en el tercer acto, se convierte en rojo, gracias a la luz, cuando 'Werther' muere sobre él. Inquietantes y misteriosas las procesiones de encapuchados portando una especie de enormes máscaras que pasan por el fondo del escenario en varias ocasiones. Werther irregular Asier Vallejo Ugarte, Filomusica, February 2003 Bilbao, Palacio Euskalduna, 19 de noviembre de 2002. Werther. Drama lírico en cuatro actos. Libreto: E. Blau, P. Milliet y G. Hartmann. Música: Jules Massenet. Estreno: Hofoper de Viena, 16 de febrero de 1.892. Werther: Giuseppe Sabbatini. Charlotte: Katharine Goeldner. Albert: Jean Francois Lapointe. Sophie: Sabina Puertolas. El Burgomaestre: William Powers. Schmidt: José Ruiz. Johann: José Manuel Díaz. Brühlmann: Idoia Pérez. Käthchen: Adríán García. Dirección Musical: Marco Boemi. Dirección de Escena y Escenografía: Beni Montresor. Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña (dir: Iosu Soldevilla). Orquesta Sinfónica de Szeged. Producción: Teatro Carlo Felice di Genova. Al ya conocido criterio del público bilbaíno está empezando a unirse una generosidad extraordinaria, lo que representa una buena noticia por el bien del propio público. Una vez más, durante la representación de Werther quedó demostrado que el proceder de los artistas está subordinado, en gran medida, al ánimo de aquél. Sabbatini encarnaba al apasionado poeta creado por Goethe. Hay que reconocer que sus dos primeros actos no fueron convincentes; jamás abandonó un fraseo cálido e incluso hermoso, pero desgraciadamente tan sólo las primeras filas del auditorio pudieron disfrutarlo. Una proyección muy escasa y un volumen tímbrico exageradamente diminuto hicieron que la actuación perdiese, y mucho, calidad. Sin embargo, el aria "Pourquoi me réveiller", en la que Sabbatini se mostró más seguro y convincente, y la calurosa ovación brindada por el público tras la misma, significaron un punto de inflexión que propició una notable mejoría en su encarnación del protagonista, no sólo desde un punto de vista exclusivamente vocal, sino desde uno dramático. Su intervención en el acto final fue fantástica. Muy similar resultado obtuvo la mezzo Katharine Goeldner en el papel de Charlotte. También basó su interpretación en su seductor fraseo y en el perfecto apoyo de cada nota, pero creó una extraña sensación de incomodidad que no consiguió dar credibilidad a su rol, destruyendo cualquier nexo de comunicación certera con el espectador. Aprovechó la oportunidad de lucimiento que da la escena de las cartas para ganar el favor del público, que tras el aria del tenor, quedó hechizado por la fusión en armonía de dos cantantes crecidos. Una noticia muy feliz fue el éxito de Sabina Puertolas en el papel de Sophie, joven, de contagiosa alegría en escena y de muy apropiado y bien expuesto instrumento. También resultó interesante la propuesta de Jean Francois Lapointe para Albert, sobre todo desde un punto de vista vocal. Creemos mejorable el aspecto dramático. Los secundarios, en especial William Powers y el siempre fiable José Ruiz, también rindieron a un buen nivel. La Orquesta Sinfónica de Szeged (excelente conjunto) empezó sonando bien y acabó la ópera sonando mejor, contribuyendo a la línea ascendente de mejoría global, bajo las órdenes del maestro Marco Boemi. El coro de niños de la Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña supo estar también a la altura requerida por el acontecimiento. Más discutible sería la oportunidad de la escenografía, más propia en apariencia de un teatro de barrio que de un escenario con los medios escénicos que permite el Palacio Euskalduna. Resultó, sin embargo, en su sencillez, agradable a la vista. En definitiva, un elenco que puede resultar muy adecuado para Werther, previo proceso de maduración de la obra. |
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