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Recital, Valladolid, 2 November 2003
Photo from Diario de León

Juan Diego Flórez, el tenor del siglo XXI, Diario de León, 12 November 2003
En estado de gracia, El Norte de Castilla, 4 November 2003
Una calma sonriente, El Pais, 4 November 2003
Soberbio Flórez, El Mundo, 4 November 2003
Otoño en Castilla, Scherzo, December 2003
Recital de Juan Diego Flórez, Ópera Actual, December 2003 
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Juan Diego Flórez, el tenor del siglo XXI
Miguel Ángel Nepomuceno, Diario de León, 12 November 2003

No cabe duda de que el siglo XXI ha encontrado a su gran tenor en la persona
del joven y elegante peruano Juan Diego Flórez. Cada uno de sus recitales no
sólo despierta una expectación inusitada sino que origina auténticos
pandemonium en las salas de concierto del mundo entero, ya se llamen la
Scala, Covent Garden, Metropolitan, o teatro Carrión de Valladolid, donde el
pasado día 2, organizado por esa modélica Asociación Salzburgo que preside
José Antonio Nieto, demostró a la flor y nata de la crítica española
especializada que ahora mismo él es el mejor tenor lírico ligero del mundo.

Acompañado por Vincenzo Scalera, un pianista que conoce, mima y respira con
su voz, tuvo en él al perfecto complemento para una interpretación modelo de
finura. Su medida pulsación dejó a Flórez proyectar la voz sin mayor
dificultad, permitiéndole  vertiginosas escalas sin perder en ningún momento
la afinación y demostrando a todos los presentes el gran dominio y agilidad
para el canto al más puro estilo rossiniano. Partiendo de un Ridente la
calma mozartiano, de fraseo arrebatador y apasionado, hasta ese Ché ascolto,
ohime , del Otello rossianiano, cantado con la tremenda intensidad dramática
que exige el personaje y cincelando todas las notas, todo el recital fue un
continuo crescendo hacia lo excelente. Cuando se escucha a Juan Diego Flórez
es imposible separar la cualidad del artista y la personalidad del hombre,
algo que se hizo patente en la segunda parte del recital, donde el tenor se
entregó sin red a las deliciosas canciones de Ayarza de Morales Malhaya y
Hasta la guitarra llora o la conocidísima de Granda La flor de la canela
donde el tenor comenzó a caldear el auditorio para llegar al esperado A mes
amis de Donizetti, con su tanda de ocho Do sobreagudos, con una levedad, una
disposición y una facilidad deslumbrante, regulando y buscando con finura
hermosas smorzature, sutilísimos planos y juegos dinámicos de directa
expresividad; haciendo gala de una morbidezza y una calidez que ganan al más
recalcitrante, cuando además se nos brindan enmarcados en una dicción de
gran nitidez, a flor de labio. La serie de propinas encadenadas que sirvió
sin ningún tipo de reserva: La Furtiva lágrima , La Donna é mobile , hasta
concluir con la sala ya puesta en pie con la famosísima romanza de Sotullo y
Vert, No puede ser, nos llenó de ilusión ante la valentía y juventud de un
tenor único que durante dos horas nos hizo soñar con un mundo mejor. Canta
Juan Diego, el resto es silencio.



En estado de gracia
Emiliano Allende, El Norte de Castilla, 4 November 2003

Juan Diego Flórez es hoy, con tan solo treinta años, el mejor tenor lírico-ligero del mundo, así que su paso por Valladolid ha sido el acontecimiento musical del año. En el Carrión se respiraba un ambiente expectante. Flórez no defraudó. Su voz, extraordinaria, es homogénea y de bello timbre, sus agudos son brillantes alcanzados siempre con extrema facilidad, su dicción cuidadísima y su fraseo elegante.

Todas estas virtudes le permitieron lucir un estilo depurado fresco y natural, equilibrado siempre en el acompañamiento del pianista Vincenzo Scalera. Es cierto que en el programa había cierto desorden, pero lo destacable fue la facilidad para abordar con tan alto nivel estilos bien diferentes. Ya el 'Ridente la calma', de Mozart fue modelo de matices, superado por la prodigiosa fuerza contenida y estricta en los fraseos ligados de las dos arias de Rossini. En la segunda parte el tenor peruano se sintió a gusto en las populares canciones de Ayarza de Morales, rematadas con una emotiva versión de 'La flor de la canela', preparada para lucir el agudo pronunciado, de bello y cuidado efecto. Irreprochable también, el repertorio francés, ideal para apreciar su elegante línea vocal, delicada en 'Aprés un reve de Faurè' y rotunda en 'Ouvre tes yeux bleus de Massenet'.

El calentamiento del agudo final de 'Ouvre ton coeur de Bizet' fue el anuncio de los nueve dos de pecho del aria 'Ah! mes amis' de 'La hija del regimiento', de Donizetti. A los bravos del auditorio, respondió el tenor con la repetición de la pieza sin perder afinación. Vinieron después 'La furtiva lacrima', mostrada con exceso de energía y la 'Donna è mobile', ambas sin inmutarse. Y hubo tiempo para la bella enamorada de 'El último romántico de Soutullo y Vert'. La impresión dejada por Flórez, es la de un artista en estado de gracia que, más allá de perseguir el lucimiento, es capaz de ofrecer la versión más adecuada para cada situación.


Una calma sonriente
Juan Ángel Vela del Campo, El País, 4 November 2003

Bastaron unos segundos, solamente unos segundos, el tiempo necesario para que el tenor  Juan Diego Flórez dijese "Ridente la calma" (las primeras palabras de la conocida aria de Mozart del mismo título), para intuir que se iba a vivir una tarde mágica. El color vocal era de una hermosura sobrenatural; el fraseo, de una elegancia suprema; la dicción, perfecta. Y además se contaba con una acústica cálida, la del encantador teatro Carrión de Valladolid, que favorecía la comunicación inmediata, y con un público que arropaba con afecto al tenor: los forasteros, de Madrid, Galicia y otros lugares, que siguen al cantante allá donde vaya; los locales, orgullosos de tener en su ciudad al tenor más carismático de la actualidad. Los primeros indicios se fueros confirmando conforme la noche transcurría. El recital fue, sencillamete, memorable, muy superior al que los mismos artistas dieron en la pasada Quincena de San Sebastián.

En la primera parte, Juan Diego Flórez y su pianista Vincenzo Scalera (estupendo también durante toda la velada) se movieron ente Mozart y Rossini, con Cimarosa de puente. Dos hitos: "Si spande al sole", de Il re pastore, de Mozart, y "Che ascolto, ohimè", de Otelo, de Rossini. Su Mozart fue, a mi modo de ver, la sensación de la noche: refinado, humanista, de una calma sonriente. En 2006, en el 250º aniversario del nacimiento del compositor, Flórez va a participar en Così fan tutte en Salzburgo bajo la dirección de Simon Rattle. Tomen nota, puede ser una bomba. En cuanto al Rossini ya se sabe que es la especialidad de la casa. Flórez lo rubricó una vez más, aplicando hasta las últimas consecuencias la consigna del maestro -"melodía sencilla, ritmo claro"-, con una enorme habilidad para que pareciese fácil lo más difícil.

Hasta el delirio

Del bloque en español fue emocionante Hasta la guitarra llora y espectacular La flor de la canela. En cuanto al francés destacó la intensidad de su Massenet y la pericia de su Bizet. Al final, la traca. Inconmensurable su A mes amis, de Donizetti, con la que se cerró el programa oficial del concierto: el tenor lo repitió como primera propina ante el delirio de la sala. Y para que no bajase el tono de la fiesta, versiones impolutas de Una furtiva lacrima o La donna é mobile. La exhibición de agudos casi era lo de menos. Lo importante era la manera de extraer musicalidad de estas piezas, que en la mayor parte de las ocasiones son únicamente un pretexto para la pirotecnia. Flórez terminó con una romanza de zarzuela. Había quien se secaba las lágrimas al abandonar la sala. Fue una noche mágica, de una calma sonriente, casi irreal.


Soberbio Flórez
Agustín Achúcarro, El Mundo, 4 November 2003

El recital del tenor Juan Diego Flórez en Valladolid, organizado por la Asociación Cultural Salzburgo, resultó un auténtico acontecimiento. Y el público, poco acostumbrado a este tipo de espectáculos de tan alto nivel en nuestra ciudad, acabó volcado con el cantante, obligándole con sus aplausos a regalar cuatro propinas.

Juan Diego Flórez unió a las inusuales cualidades de su voz y su cuidada técnica (dio todo un repertorio de canto legato, sfumatore, facilidad en la coloratura y agudos inverosímiles) una sorprendente capacidad de comunicación.

No fue por tanto simplemente un buen concierto, sino algo más, algo que se produce cuando el intérprete trasciende los aspectos técnicos y alcanza en comunión con con el público el nivel suprasensible del arte.

Juan Diego Flórez comenzó cantando Ridente la calma de Mozart, interpretada con delicada atención a los matices y las media voces, a la que siguió, también del salzburgués, Si spande al sole in faccia de la ópera Il Re Pastore en donde lució un fraseo dinámico y flexible.

El aria de Il matrimonio segreto de Cimarosa fue abordado con precisión en la afinación y un delicado sentido del rubato y en Che ascolto... Ohimé! del Otello rossiniano, aria con la que concluyó la primera parte, demostró todos los recursos que posee su voz; agudos seguros y squillantes y una capacidad sorprende para abordar las agilidades con una proyección siempre nítida.

Con las canciones peruanas de Mercedes Ayarza y Chabuca Grande comenzó la segunda parte.  Juan Diego Flórez se adaptó perfectamente al estilo de las obras de su país natal con una manera de decir llena de lirismo. Extremadamente sensible en Hasta la guitarra llora y en La flor de la canela, a la que tal vez sobró el remate final.

De las canciones francesas supo cantar el encanto y la delicadeza de Ouvre tes yeux bleus de Massenet y el carácter de la canción de Bizet. Tal vez vez ahondó menos en la expresión de Après un rêve de Fauré.

Terminó el recital con una exultante versión del aria A mes amis de la ópera La fille du regiment de Donizzeti. No sólo dio con firmeza los nueve do de pecho, aún los atacaría mejor en la tanda le propinas, sino que supo transmitir la ingenuidad del personaje.

El pianista Vincenzo Scalera fue el acompañante que todo cantante desea tener, capaz de conjugar los tempos más apropiados a la voz con una expresión pianística siempre lograda.

Fuera de programa interpretó la segunda parte de A mes amis, Una furtiva lacrima, La donna è mobile y Bella enamorada.


Otoño en Castilla
Fernando Herrero, Scherzo, December 2003

[...]  El gran suceso estuvo en el extraordinario concierto ofrecido por el joven tenor  peruano Juan Diego Flórez, acompañado magníficamente por el pianista Vincenzo Scalera. Un programa exigente y nuevo en gran parte, con obras de Mozart, Cimarosa (cantado por primera vez), Rossini, Massenet, Fauré, Bizet y Donizetti, amén de canciones peruanas incluida la famosa La flor de la canela. La Asociación Cultural Salzburgo se apuntó un gran tanto. Flórez es un intérprete excepcional, matizando cada sílaba de las canciones y arias y dando a cada compositor su propia estética. La voz desgranó los poemas y los hacía llegar nítidos e interiorizados. Su técnica es perfecta tanto en la zona media como en el ascenso al agudo que da con total naturalidad, sin forzarlo ni extenderlo más allá de lo que la partitura pide. Es asombroso comprobar cómo pasa del italiano al español y luego al francés con ese legato que le hace ser el mejor tenor del mundo en este repertorio. Un éxito clamoroso corroborado con cuatro propinas, incluida la famosa La donna è mobile, lo que permite pensar en una próxima encarnación del Duque de Mantua. Muy inteligente Juan Diego Flórez, así nos lo demostró en la charla que tuvimos con él, en la que habló sobre el repertorio, la técnica. las relaciones con la dirección de escena y su propia carrera. Un hito en la vida musical vallisoletana.


Recital de Juan Diego Flórez 
Agustín Achúcarro, Ópera Actual, December 2003

El tenor Juan Diego Flórez demostró por qué se encuentra en un momento ascendente de su carrera. Desplegó con su canto toda suerte de recursos vocales, sfumatore, canto rubato y medias voces, dominando la coloratura y con una musicalidad proverbial. Su voz derrochó un timbre siempre squillante en toda la amplia extensión dinámica y el recital acabó convirtiéndose en todo un acontecimiento que trascendió al hecho musical, culminado con la repetición de la segunda parte de "Ah, mes amis" y con la interpretación de "Una furtiva lacrima", "La donna è mobile" y "Bella enamorada".

Antes, había dado toda una muestra de dominio del canto, desde su primer Mozart hasta una brillante, con toques de ingenuidad propias del personaje, versión de "Ah, mes amis" de La Fille du Régiment donizettiana. Conjugó interpretaciones delicadas como "Pria che spunti il ciel" de Il matrimonio segreto de Cimarosa con el virtuosismo extremo de "Che ascolto, ohimè!" del Otello rossiniano, en las que estuvo exultante en la emisión de las agilidades. En las canciones peruanas de Ayarza y Granda exhibió delicadeza en los acentos de Hasta la guitarra llora o La flor de la canela, en la que resultó innecesario el remate final en el registro agudo. Hubo musicalidad y poesía en las canciones francesas de Massenet y Bizet, y una expresión levemente uniforma en Après un rêve de Fauré.

Vincenzo Scalera supo ejercer de acompañante al mismo tiempo que dio en cada obra con la expresión pianística más adecuada. Un recital en el que se vivió una comunicación especial entre público e intérpretes y ese anhelo suprasensible del arte que a veces se alcanza en un concierto.


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This page was last updated on: February 11, 2004