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Recital, Santander, 24 August 2004
Photo by Roberto Ruiz


Noche redonda, El Diario Montañés, 26 August 2004
Más aplausos y más bravos, El Diario Alerta, 26 August 2004
Juan Diego Flórez exhibe su poder Belcantista, El País, 26 August 2004

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Noche redonda
Ricardo Hontañon, El Diario Montañés, 26 August 2004

El tenor Juan Diego Flórez realizó una exhibición de técnica, expresividad, intención y dominio del 'belcantismo'

Nuevo lleno en el Festival de Santander. La Sala Argenta del Palacio de Festivales vivía una de sus noches gloriosas, porque recibía en ella nada menos y nada más que al tenor peruano Juan Diego Flórez, una de las grandes voces del momento porque en su arte hay suprema verdad. Así se explica que la expectación que su presencia entre nosotros fuera colmada con encendidas palmas.

El lied alemán, el belcantismo, la serenidad clásica y la canción popular fueron la base de este espléndido recital, sin duda alguna el más redondo de los programados en el FIS de este año, que fue «in crescendo» a lo largo de casi dos horas de duración. Flórez, el 'Caballero de fina figura' como le define Darío Fernández en las notas al programa, inició su recorrido con el carácter intimo plasmado en las canciones de Beethoven y Schubert que sirvieron para calentar motores para, en un programa de progresivo imán, abordar el belcantismo que domina y conoce. Creo que difícilmente se puede mejorar lo que hizo en el aria 'Eserbata a quest´aciari' de 'Los Capuletos y montescos' de Vicenzo Bellini, por técnica inatacable y por expresividad, ni dotar a la del 'Barbero de Sevilla' rossiniano de tanta intencionalidad. Podría discutirse en un fasto de esta índole la inclusión de tres expresiones pertenecientes a la música popular, pero no cuando, como en este caso son de calidad. Las tienen las firmadas por Rosa Mercedes Ayarza de Morales y la célebre de Chabuca Granda que Flórez cantó con gusto. Pero a mi juicio todavía logró momentos superiores en los ejemplos de Gluck, y de manera muy especial en la 'L´espoir renait' de su Orfeo, en la que la exquisitez y la hondura fueron cualidades cimeras. Con la brillante aria 'A mes amis' de 'La fille du regiment' de Donizetti, con la que concluyó el recitar de este excelente tenor dueño de un dúctil timbre y de una cuidada matización. A su triunfo santanderino contribuyó decisivamente la colaboración pianística de Vicenzo Scalera. Y al unánime aplauso de todos a quien canta con elegancia y sin aspavientos, Florez respondió con la 'Dona e mobile' del 'Rigoletto' verdiano, con una napolitana de Tosti y con la ya citada aria de Donizetti.


Más aplausos y más bravos
G. Moral Alvarez, El Diario Alerta, 26 August 2004

El tenor peruano Juan Diego Flórez visitó el Festival Internacional de Santander para ofrecer un concierto muy esperado por la audiencia y con el que cosechó un importante triunfo. La ocasión no era para menos y el repertorio propuesto le permitió lucir se espléndida voz e ir, poco a poco, creciendo hasta llegar al A mes amis. de La fille du Regiment final como verdadera apoteosis de su canto.

El recital comenzó con lieder de Beethoven y Schubert con los que el tenor fue desempaquetando su registro en un primer encuentro frío con el público y con la música. Una simple apariencia pues con la llegada de las arias belcantísticas de Bellini y Rossini, el que ha sido calificado como .sucesor de Pavarotti. despegó del suelo de la Argenta para no aterrizar ya más en el terreno de lo anodino.

Su voz es potente y, sobre manera, ágil en los registros agudos. Un timbre agradable y muy personal completa las cualidades técnicas del tenor nacido en Lima y que, además, se embolsó a su público con una cercanía expresiva que quedó completada en la segunda mitad del concierto. De hecho, para terminar esta primera parte decidió 'sobre la marcha'. - al menos eso pareció sugerirnos - un cambio del programa para trasformar un Rossini en otro, de Semiramide a El barbero de Sevilla. Muy de agradecer.

Tras el descanso una sección del repertorio dedicado a dos compositoras peruanas: Rosa Mercedes Ayarza y Chabuca Granda, hermosas canciones con sabor a pueblo y la posibilidad del tenor de trasmitir más allá de lo que se pueda lograr jamás con melodías prestadas.

Tras el embeleso un puñado de piezas de Gluck con las que regresar de nuevo a la agilidad ya manifestada y pasar, minutos después, al apoteósico final ya mencionado con la pieza de Donizetti.


En los bises, de los más solicitados por el respetable en la presente edición del Festival Internacional de Santander y que terminó sus prolongadas ovaciones con un saludo al artista en el que no quedó nadie sentado en su butaca, un guiño a su mentor con La Donna é mobile verdiana, una canción napolitana de Tosti y el regreso a su bandera, A mes amis. Más aplausos y más bravos. Los merecidos.

Por su parte el piano de Vicenzo Scalera acompañó al ritmo solicitado por Flórez, él no era el protagonista y así supo estar sin 'ser visto'.


Juan Diego Flórez exhibe su poder Belcantista
Enrique Franco, El País, 26 August 2004

El tenor peruano canta a Rossini, Donizetti, Bellini y Gluck en el Festival Internacional de Santander.

No cabe duda de que desde el punto de vista promocional, el Festival de Santander se ha apuntado un gran tanto con la presentación del cantante peruano Juan Diego Flórez (Lima, 1973). A partir de su debut en Pesaro, la ciudad natal de Rossini, en 1996, la nueva voz internacional ha recibido elogios sin cuento que lo convierten en un astro de la lírica, tanto en la ópera como en el recital y la grabación. Revistas y publicaciones de todo el mundo reproducen la imagen de este "caballero de fina estampa", como le denomina en el comentario del programa el crítico montañés Darío Fernández. Muchos entusiastas del belcantismo saludaron la aparición de Flórez como un auténtico acontecimiento y siguen su carrera con evidente pasión.

Belcantismo, ya se sabe, bello cantar; voces ligeras de peso y prontas hasta el virtuosismo en la andadura, pero también pura emoción montada primordialmente sobre los valores melódicos de la música. Por ello, Juan Diego Flórez hizo su programa a partir de Bellini, Rossini y Donizetti, pero también asumió la lírica popularista de su país en canciones muy características de Rosa Mercedes Ayarza de Morales y de Chabuca Granda, creadora precisamente de la titulada Fina estampa. Cantó también páginas del caballero Gluck, un reformador capaz de cantar con el más noble melodismo como es el caso del fragmento Qué haré yo sin Eurídice, de la ópera Orfeo.

Por lógica y tradición, el belcantismo encontró en el curso de su comprometida historia asistencias de menor importancia pero de tan feliz invención como la de Paolo Tosti y, entre nosotros, un cultivador hoy casi olvidado y ayer triunfante en los salones como fue el catalán Fermín María Álvarez, del que estamos seguros Flórez incorporará algún título.

No son virtud desdeñable en quien se enfrenta con los públicos la calidad de su imagen, el atractivo de su "estar en escena" o la misma simpatía en el gesto y las maneras, rasgos que posee Flórez como don natural; natural parece desde el primer momento su técnica y su estilo, por bien trabajados que estén y pese a que en algunas ocasiones amanere levemente el fraseo.

En cuanto a la materia vocal, ese raro y comunicativo sonido de la voz humana que puede superar el impacto de cualquier otro instrumento, me parece que no alcanza la categoría de sensacional pero sí permite unas posibilidades de tanta brillantez y efusión como las que viene despertando el tenor en todas sus actuaciones.

Ante una audiencia que ocupó casi al ciento por ciento las localidades de la sala Argenta del Palacio de Festivales, Flórez hizo de su recital santanderino un nuevo triunfo especialmente acusado en las páginas del repertorio que mejor le conviene y prolongado con diversas propinas hasta culminar, cual "pluma al viento", en Rigoletto o en Tosti.

Personalmente, recibí la mejor impresión en las versiones de Gluck, dicho sea como elogio de Flórez, pues quien domina la mejor música enaltece al mismo tiempo su saber y sus méritos.

Excelente en todos los casos la colaboración del pianista italoamericano Vincenzo Scalera, procedente del gran mundo de La Scala e identificado con tantas voces de oro. Bastaría recordar su trabajo junto a Montserrat Caballé, José Carreras, Carlo Bergonzi, Raina Kabaivanska, Katia Ricciarelli y Valentini Terrani en el mundo del canto. Y en el de la dirección aludiremos a los ya históricos Kleiber, Gavazzeni, Claudio Abbado o Riccardo Chailly.


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This page was last updated on: August 27, 2004