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I Puritani, Las Palmas, May 2004
                                                       Juan Diego Flórez (Arturo) and Mariola Cantarero (Elvira)


El tenor Juan Diego Flórez confirma su liderazgo en la ópera internacional, ABC, 24 May 2004
El príncipe del canto vuelve a Las Palmas, El País, 20 May 2004
La gloria del bel canto, La Provincia, 20 May 2004
Juan Diego Flórez brilló en el 'Puritani', Canarias Ahora, 22 May 2004
Flórez roza la perfección con «I Puritani», La Razón, 22 May 2004
I Puritani - Las Palmas - May 18, 2004, Stephen Cutler, Opera-L, 20 May 2004 [external link]

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El príncipe del canto vuelve a Las Palmas
Juan Ángel Vela del Campo, El País, 20 May 2004

Es él, Juan Diego Flórez, el nuevo príncipe del belcanto, el que está revolucionando a aficionados de siempre lo mismo que a recién llegados con la elegancia de su canto aristocrático. Compareció en Las Palmas de nuevo para, por primera vez, incorporar a su repertorio el personaje de Arturo de Los puritanos. Casi nada. Y en el lugar de nacimiento de Alfredo Kraus: ¿cómo homenaje?, ¿cómo ofrenda de admiración? Es emotiva esta vinculación que continúa su debut, aquí también, en Tonio, de La hija del regimiento hace tres años. El príncipe heredero sabe bien el terreno que pisa. Instalado en lo más alto del rossinismo, sus deslizamientos a otros campos son siempre delicados, pero Bellini es de la familia y los antecedentes con su esplendorosa lectura de La sonámbula generaban confianza.

Juan Diego Flórez se acercó a Arturo desde la exquisitez, apoyándose en la belleza de su color vocal, deleitándose en la hermosura de su incomparable fraseo (si sigue así puede convertirse en el tenor mozartiano de referencia del siglo XXI), haciendo simple y llanamente belcanto pero aderezado de una melancolía infinita. ¿Para qué más? De la prueba ha salido airoso, airosísimo más bien, y aún mejorará en sucesivas representaciones, conforme interiorice y haga más suyo aún el personaje.

Tiene además el tenor peruano la virtud de contagiar a los que trabajan a su lado. Mariola Cantarero debutaba también el personaje de Elvira. Lo resolvió con entrega, con corazón, con valentía a la hora de irse por los territorios del agudo, con contención y buen gusto en los filados. Quizá le falte un poco de unidad estilística y le sobre una miajita de agresividad, pero ella es un terremoto y supo meterse en el bolsillo al respetable obteniendo un éxito incuestionable. Le perjudicó, no obstante, la falta de intencionalidad de la dirección de escena, pero eso no es culpa suya. Simon Orfila, Juan Jesús Rodríguez o Marina Rodríguez Cusí consiguieron redondear un reparto estimable.

La escena era convencional. De escoceses. Todo muy visto, muy antiguo, pero muy eficaz, sin pretensiones, al servicio de la ilustración de la historia, positivo en lo conceptual. Más deficiente fue la dirección teatral de actores, estática, prácticamente inexistente. El director Riccardo Frizza impuso un brío muy estimable a la orquesta, teniendo recursos más que sobrados para que la tensión instrumental no decayese en ningún momento.


La gloria del bel canto
La Provincia, 20 May 2004

Auténtica expectación había entre los numerosos aficionados a
la ópera ante esta producción de I Puritani, título no muy prodigado
a lo largo de la andadura del Festival de Ópera de Las Palmas
de Gran Canaria. Esta relativa poca presencia en el cartelón
de la última obra de Bellini es debida, como ocurre en la mayor
parte de los teatros, a las escasas posibilidades de encontrar
un reparto adecuado a las nada fáciles exigencias que plantea
el compositor catanés, especialmente en lo que concierne al
tenor. Y puede incluso resultar paradójico, porque si bien el
rol de Lord Arturo posee una escritura vocal de tremendo compromiso,
con incursiones en el sobreagudo de gran riesgo, no es el personaje
que más canta en la ópera. Siendo la soprano la gran protagonista
- como por otra parte es habitual en toda la música belliniana-,
y con una gran participación de bajo y barítono y números corales,
lo cierto es que todos esperamos ansiosos las intervenciones
del tenor.

Los medios de comunicación recordaban estos días el peso que
en la memoria de los melómanos dejó la contribución de nuestro
Alfredo Kraus en este personaje, del que fue auténtico especialista.
En parte por ello, en parte por las razones anteriormente expuestas
y por la justa fama que precede al espléndido tenor peruano que
es Juan Diego Flórez, se comprende sobradamente la ansiedad con
que se esperaba su presentación mundial en este rol. Y, a juzgar
por los encendidos y apasionados aplausos del público, el resultado
no defraudó a nadie. Se podrá entrar en discusión acerca de si
el instrumento de Flórez es el idóneo o no para esta ópera, puesto
que sus características vocales se encuadran a la perfección
en el repertorio rossiniano, del que es rey absoluto; evidentemente,
la escritura de la línea vocal de Bellini pide una voz de una
mayor densidad o corporeidad, sobre todo en el centro y zona
del pasaje, que la que demanda el compositor de Pesaro, por lo
que las subidas al agudo y sobreagudo son ciertamente más comprometidas.
Pero, con todo y con eso, lo que nadie puede negar es que Juan
Diego Flórez dio una lección de inteligencia vocal y musical,
pues no sólo hizo demostraciones circenses de valentía y habilidad
en el extremo agudo de la tesitura, sino que cantó con un legato
y una elegancia en el fraseo realmente espectacular. Es comprensible
una leve rigidez al inicio cuando se trata de debutar en un rol
como éste, pero su éxito final hace disipar rápidamente cualquier
reparo.

Mariola Cantarero, que aparecía por vez primera en este festival,
alcanzó un éxito igualmente resonante en esta Elvira que impresiona
desde todos los puntos de vista. Nos encontramos ante una soprano
de timbre peculiar, de tesitura muy extensa y de una musicalidad
extraordinaria. Con una técnica asombrosa en los pasajes de coloratura
(especialmente brillantes fueron las escalas cromáticas descendentes,
impecables), con filados de gran calidad y una entrega absoluta
en lo interpretativo, la Cantarero nos ofreció una versión inolvidable
y altamente conmovedora por su sinceridad. Con cantantes como
ésta se comprende el verdadero espíritu que encierra la música
de Bellini, lleno de intensidad. Y, si no, recordemos el final
del acto primero, absolutamente estremecedor.

Pero no sólo por la pareja protagonista brillaron anoche Los
puritanos, porque todo el conjunto fue de un nivel que ya querrían
muchos de los grandes teatros internacionales. Los comprometidos
roles de barítono y bajo, escritos casi a la inversa, porque
con frecuencia al barítono se le pide más contundencia en los
graves que al segundo, y éste, por el contrario, ha de enfrentarse
a pasajes muy tirantes en lo agudo, fueron encarnados con brillantez
por Juan Jesús Rodríguez y Simón Orfila, espléndidos cada uno
en sus arias en solitario y emocionantes en el brillante dúo
Suoni la tromba, ampliamente ovacionado. En los tres papeles
menos protagónicos, tanto Marina Rodríguez Cusí como Todisco
y Jorge de León actuaron con gran profesionalidad y excelente
nivel.

La rotundidad y preparación del coro volvió a hacer acto de presencia
en esta ópera, en la que las intervenciones corales son de gran
importancia, pese a algún desencuentro con el foso al inicio.
Frizza supo acompañar convenientemente a los cantantes, a los
que convirtió en protagonistas absolutos, como suele hacerse
en este repertorio, aunque Bellini plantea en este título una
cierta mayor complejidad orquestal. Muy buenos los solos de trompa,
así como de arpa y de la madera en general.

Acertadísima la concepción escénica de Roberto Laganá-Manoli,
que creó el ambiente justo, así como cuadros plásticos de gran
fuerza dramática, sumamente apropiados para el romanticismo omnipresente
en esta ópera.

Éxito rotundo, pues, de esta producción, que nos hizo gozar de
las excelencias del bel canto de todas las épocas, con planteamientos
no por ello anticuados, sino con plena e ilusionante validez.


Juan Diego Flórez brilló en el 'Puritani'
Juan Henriquez, Canarias Ahora, 22 May 2004

Toda estrella, esté en el firmamento que esté, genera todo tipo de comentarios, buenos, malos, de indiferencia, de rechazo, de fanatismo... Si esa estrella, además, está convirtiéndose en una referencia internacional en determinado repertorio aumenta la expectación cuando abarca cada nuevo rol. Éste es el caso de Juan Diego Flórez, la estrella peruana que ha cautivado todos los oídos melómanos a lo largo y ancho del globo.
Ha llegado a Las Palmas de Gran Canaria para participar en una edición del Festival de Ópera que ha mantenido todo el interés de la temporada en el debut de Flórez como Arturo, el rol que afronta el tenor en la ópera I Puritani de Vincenzo Bellini. Y lo curioso de esta expectación no radica en otro aspecto del canto más que en el morbo de escuchar un agudo, extremo, en un determinado momento de la obra; para quien le interese se trata de un Fa4 en el cuarteto con coro del último acto Credeasi, misera!.

Más allá del Fa4 hay todo un compendio de elementos técnicos precisos para abordar un rol belcantista y a Juan Diego Flórez le sobran medios e inteligencia para saber utilizarlos correctamente. Más allá del Fa4 que, obviamente, no dio, Flórez desplegó, pese a estar visiblemente enfermo, todo su arte con la seguridad vocal a la que nos tiene acostumbrados (inolvidable su Tonio de hace dos años y el Lindoro del 99).

Desde su entrada en escena con A te, o cara! extendió su magia como un hechizo canoro, demostrando su capacidad para el legato, para recorrer la partitura con esa facilidad que sólo él posee hoy día.

Hay quien opina, en algunos foros operísticos que podemos visitar en Internet, que es monótono en el canto. A ésos les invito a escuchar dos recitales en directo que estuvieron disponibles en la Red en dos momentos distintos de la carrera de Juan Diego Flórez en dos escenarios distintos de Londres. A ésos les invito a escuchar Gianni Schicchi en grabación directa, Le fille du regiment, Falstaff... y, por supuesto, todo el repertorio rossiniano donde no tiene rival, incluido el extraordinario Stabat Mater de Cuenca, Barbero e Italiana del Metropolitan que se ofrecieron por webcast.

El resto es lo discutible, por muchas razones. El papel de Elvira requiere una voz de quilates. No digo con esto que Mariola Cantarero no esté dotada de un instrumento de calidad, sin embargo evidenció cierta fatiga a medida que desarrollaba el segundo acto, llegando agotada al final de la ópera.

Cantar Norina es una cosa, asumir Elvira es un reto al alcance de pocas. Un vistazo a las Elviras del pasado más reciente nos aclarará las dudas: le debemos a la Callas, una vez más a ella, la reisumazione de Puritani, ópera importante para la grecoamericana e importante igualmente para el resurgir del bel canto, gracias a la cancelación de la Carioso que Tullio Serafín empujó a la Callas a los roles de "coloratura dramáticos".

Tenemos a la australiana que tomó el testigo de la Callas abordando todos los roles de peso: Joan Sutherland. Tenemos a Montserrat Caballé, a la par de la Sutherland. Y para terminar, no por ello menos importante, Edita Gruberova.

Los roles de Giorgio y Riccardo de gran presencia en esta obra estuvieron encomendados a Simón Orfila y Juan Jesús Rodríguez de medios pobres, los dos, y demasiado importantes los roles para ambos. El hermoso dúo Il rival salvar tu dei del segundo acto fue una invitación a conciliar el sueño, a desear tener el control remoto del lector y avanzar las pistas a toda velocidad.

El rol de Enrichetta pudo haber sido adjudicado a otra cantante en mejores condiciones vocales. El resto cumplió su cometido. La dirección de escena fue inexistente y la dirección musical bastante pobre.

Sólo hay que dar un repaso a la historia de la ópera para saber que las técnicas de canto eran muy distintas cuando Bellini concibió su Puritani; de hecho el estreno lo protagonizaron Rubini, Grisi, Tamburini y Lablache.

Más datos, por si alguien aún no lo tiene claro: Alfredo Kraus jamás dio el Fa4 ni en directo ni en estudio, Nicolai Gedda tampoco y Pavarotti lo grabó en falsete generando un sonido que se nos antoja ajeno al general. Quienes sí han dado ese Fa4 han sido William Matteuzzi y Grigory Kunde, pero fallan, como es lógico, en otros pasajes de la partitura.

La línea del tenor reclama dulzura, una impecable articulación y capacidad para llegar hasta el Re por encima del Do agudo con facilidad, activos que posee la voz de Juan Diego Flórez.

Hay también, quien opina que el bel canto no aportó nada a la evolución de la música, que Bellini era un músico rico en cuanto a vena melódica pero incapaz de concebir formas elaboradas y complejas. Si hacemos un análisis atento de las melodías bellinianas nos daremos cuenta del error que reside en este juicio. Todas las intuiciones melódicas del catanés no nacen de una inspiración fácil, al contrario, son fruto de la elaboración y de un cálculo muy esmerado.

Mi opinión es que los Amigos Canarios de la Ópera han dejado escapar una oportunidad de oro para convertir la expectación generada en torno a Juan Diego Flórez en un escaparate internacional de primera magnitud. Con Juan Diego Flórez han llegado muchos amantes de la ópera de diversas latitudes, de teatros importantes, y la sensación general es de desconcierto, desconcierto por toparse de bruces con una producción que no está a la altura de las expectativas, todo girando entorno a él ¿y el resto?


Flórez roza la perfección con «I Puritani»
Gonzalo Alonso, La Razón, 22 May 2004

El tenor, que protagonizó la ópera de Bellini, puso en pie al teatro Cuyas de las Palmas de Gran Canarias

Declaraba hace bien poco Juan Diego Flórez que lo ideal para un cantante era alcanzar la plenitud técnica a los treinta y cinco años, justo cuando voz y condiciones físicas están en lo más alto. Posiblemente, tanto él como Mariola Cantarero y Simón Orfila puedan llegar más alto, pero lo que han realizado en Las Palmas roza la perfección. Quería el tenor probarse como Arturo en el teatro recogido de una ciudad fuera de los grandes circuitos, pero no consiguió pasar desapercibido. Acudió gente de todas partes del mundo a Las Palmas, donde la Asociación de Amigos de la Ópera está afianzando unas temporadas de gran atractivo vocal. Llegaron también muchos seguidores de Kraus para ver lo que podía dar de sí el tenor peruano en uno de los papeles más emblemáticos del canario. ¿El resultado? Un teatro patas arriba con todo el público en pie aplaudiendo a rabiar.

Un circo de excelente gusto. Cantó Juan Diego Flórez midiéndose en su terrible aparición con un «A te o cara» que no se ha cantado jamás de forma más elegíaca. Luego se soltó para unir a su precioso timbre el temperamento adecuado, mostrándo la insultante plenitud de la juventud en el dúo con Enrichetta y todo el último acto. Fue éste el delirio, casi de circo en la exhibición de agudos, pero un circo de excelente gusto. Bellini no lo pudo soñar mejor y es que Mariola Cantarero supo mantener el protagonis- mo del papel principal, a pesar de la talla del astro Flórez. Es una soprano de «rompe y rasga», ligera pero con cuerpo vocal, segura arriba y en las coloraturas, valiente y dominadora de la escena. Ella y la mezzo María José Montiel llegarán muy lejos. El bajo Simón Orfila, también jovencísimo, mantuvo el tipo, aunque el color del gratîsimo timbre sea aún un punto claro para sir Giorgio. Los tres juntos cosecharon un triunfo inenarrable, en una de las veladas de mejor canto que este crítico ha escuchado en años. Ante tres actuaciones así no hay público frío. Tome nota quien haya de tomarla. Juán Jesús Rodríguez, magnífico en su dúo con Orfila, y Marina Rodríguez Cusi abordaron con brillantez sus partes logrando el siempre anhelado equilibrio de conjunto.

Riccardo Frizza tuvo el mérito de que solistas, coro y orquesta resultasen una unidad. Hizo bien en abrir repeticiones dado quienes tenía en el escenario. Los decorados «multiobra» no distrajeron la atención. La ópera en Las Palmas se ha anotado un gran tanto. Gracias de todos los aficionados al canto.


El tenor Juan Diego Flórez confirma su liderazgo en la ópera internacional
Pablo Meléndez-Haddad, ABC, 24 May 2004

LAS PALMAS. Con «I puritani», obra de Vincenzo Bellini, el Festival de Ópera Alfredo Kraus, que organizan desde hace 37 años los Amigos Canarios de la Ópera, ha demostrado que la mayoría de edad no tiene por qué significar «dormirse en los laureles», y ha apostado por el riesgo al confiar un título tan complicado como éste a un puñado de jóvenes intérpretes. El fichaje de un director artístico de reconocida trayectoria como es Mario Pontiggia y la paulatina profesionalización de la entidad organizadora continúa ofreciendo sorpresas: el espectáculo ofrecido ha sido realmente completo en el apartado vocal, con una compañía equilibrada y plena de talento. Contar con una estrella de la magnitud de Juan Diego Flórez, un maestro en el fraseo, en la dicción, en la conversión del belcantismo romántico en fuerza dramática, era una apuesta segura, que se saldó con un triunfo rutilante: el Festival debe seguir cuidando con mimo esta magnífica relación con el cantante peruano, que vale su peso en oro.

Si el tenor limeño demostró sus sobradas capacidades canoras -aspecto que no se amplía a su faceta como actor-, el resto del reparto, todos españoles -salvo el convincente Elia Todisco-, llegó a cotas de excepción: Juan Jesús Rodríguez puso al servicio de la obra un timbre bellísimo, luminoso y de agudos perfectos, y Simón Orfila se adentró en la personalidad de su personaje con espléndida salud vocal, mientras que Marina Rodríguez Cusí imponía su canto concentrado y Jorge de León la corrección de su vocalidad. Pero la creación que realizó Mariola Cantarero del personaje de Elvira sobrepasó cualquier previsión, dejándose la piel en el escenario y ganándose ovaciones por su sentido del legato, su coloratura generosa, su fiato prodigioso y sus variaciones inteligentes. La irregularidad caracterizó la errática batuta de Riccardo Frizza, creándole más de un problema a los solistas y al eficaz Coro del Festival, mientras los intérpretes se movían con estereotipada imaginación en el espacio escénico creado por Roberto Lagana, una auténtica pieza de museo.


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This page was last updated on: September 27, 2007