REVIEWS Recital, San Juan Puerto Rico, 5 September 2003 Lección de maestría y brillantez, El Nuevo Día, 7 September 2003 Imbatible Juan Diego Flórez, El Vocero, 8 September 2003 _______________________________________________________________ |
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Photo: Angel Luis García/El Nuevo Día Photo: Gerardo Bello/El Vocero Lección de maestría y brillantez Jorge E. Martínez Solá, El Nuevo Día, 7 September 2003 El publico que el pasado vierns abarrotó la Sala Paoli del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré disfrutó, posiblemente sin darse cuenta, de una lección de bel canto o sea, buen cantar o cantar bonito. El joven tenor peruano Juan Diego Flórez nos dejó literalmente boquiabiertos ante su excelso dominio de este estilo, al interpretar con total soltura y control un exigente repertorio, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, bajo la batuta del maestro Ricardo Frizza, con el auspicio conjunto de Culturarte de Puerto Rico y la Corporación de las Artes Musicales. Flórez se encaró a un repertorio plagado de dificultades. Rossini es muy difícil de cantar, pues requiere que el cantante utilice un estilo de "vibrato" que le permita realizar "melismas" con la voz, casi todo en "stacatto"". Esto, aparte de ser agotador, requiere un excelente control de la respiración y un impecable dominio de la línea melódica, así como una sólida afinación. Además el cantante tiene que laborar dentro de una orquestación rica en colores y detalles. Por su parte, el estilo de Bellini es diferente. Requiere que el cantante utilice su voz con fuerza expresiva mientras realiza numerosos matices dinámicos, o sea, que cante fuerte o suave, a la vez que da énfasis al "legato", o sea que canta ligando las notas en frases largas casi interminables. Si no posee buena respiración o "fiato", se ahogará irremisiblemente. Donizetti exige todo lo ya mencionado, además de una capacidad dramática fuera de serie. El joven Flórez posee un instrumento vocal extraordinario y un talento muy sólido, de los que cada día se ven menos. Si es listo y no cede a la tentación de cantar lo mismo que todos los demás, hará una carrera brillante y ganará todo el dinero que desee. Veamos el contenido del concierto. Este comenzó con una excelente presentación de la obertura de la ópera La gazza ladra, de Rossini. Los múltiples detalles dinámicos y las combinaciones extrañas de instrumentos - tales como piccolo y fagot, trompa y clarinete - fueron muy bien manejadas por los solistas de la orquesta y el director que tomó "tempos" justos y mantuvo el flujo melódico, no sólo en esta obertura sino a lo largo de todo el concierto. Flórez hizo su debut junto al excelente Coro de Gala, preparado por la profesora Carmen Acevedo Lucío. El aria "Vieni fra queste braccia", de la ópera antes mencionada, es un catálogo de dificultades rossinianas. Flórez brilló totalmente. Lo mismo puede decirse del aria de Rodrigo, del segundo acto del Otello de Rossini que le sucedió. Estuvo simplemente brillante. Y luego, tras la simpática obertura de la opera Il Signor Bruschino, Flórez cerró la primera parte del concierto con la espectacular escena final del primer acto de la ópera La Cenerentola, el recitativo, aria y "cabaletta" del príncipe Don Ramiro, con sus do agudos, dos octavas sobre el do natural. Estos agudos no son do de pecho, pues estos, cantados a todo pulmón, no se popularizaron hasta fines del Siglo XIX comenzando con el Otello de Verdi. En la segunda parte del concierto, Flórez cambió su estilo de cantar para afrontar las exigencias de Bellini. Al cantar el aria de Tebaldo de la ópera I Capuletti ed I Montecchi, suprimió grandemente el "vibrato" y lució un gran sentido de fraseo y excelente control de la respiración. Luego de la obertura de La Favorita de Donizetti, ocurrió el punto culminante del concierto. Una súper maravillosa interpretación del aria "Una furtiva lagrima" del Elisir d'amore, de Donizetti. Flórez no sólo se lució en las exigentes coloraturas, sino que logró un nivel de sentimiento y emoción conmovedores. La excelente interpretación de esta aria, unida a la labor de excelencia demostrada en el resto del programa, consagran a Juan Diego Flórez como una de las grandes voces de comienzos del Siglo XXI. Sería un privilegio extraordinario escucharle cantando íntegramente el personaje de "Nemorino" en nuestra isla. Vamos a ver si Guillermo Martínez y Culturarte nos dan esta oportunidad. El concierto finalizó formalmente con los famosos nueve do agudos del aria "A mes amis" de la ópera La hija del regimiento de Donizetti. Luego el solista cantó de propina la muy difícil aria final de El barbero de Sevilla, para culminar con una sentida y emotiva presentación de la inmortal canción "En mi Viejo San Juan" de Noel Estrada, en arreglo de Cucco Peña. Fue una velada llena de satisfacciones, sorpresas, gozos y excelencias. ¿Qué más se puede pedir? ¡Bravísimo! Imbatible Juan Diego Flórez Víctor R. Castro Gómez, El Vocero, 8 September 2003 Veni, vidi, vici. La expresión de César que resume sus fulminantes éxitos políticos, estratégicos y militares bien la puede tomar Juan Diego Flórez para caracterizar su triunfal presentación del 5 de septiembre en el Centro de Bellas Artes de Santurce. Pues efectivamente el tenor de origen peruano vino, vio y venció. El recital, auspiciado por CulturArte de Puerto Rico, estuvo respaldado por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y el Coro de Gala, dirigidos respectivamente por Ricardo Frizza y Carmen Acevedo Lucío. El público asistente disfrutó de una cuidadosa selección de arias, conjuntos y oberturas de óperas de Gioacchino Rossini, Vincenzo Bellini y Gaetano Donizetti, interpretadas por todos los participantes con gran maestría y rigor estilísticos. La primera parte del programa estuvo dedicada en su totalidad a Rossini, iniciando con un ágil recorrido por la obertura a "La gazza ladra". Este maravilloso pastel de crema fue presentado por una orquesta relativamente dócil, mesurada en dinámicas y clara en articulaciones. Su incisivo ritmo ternario fue apuntalado muy efectivamente por violines segundos, chelos y contrabajos. Las maderas hubiesen tenido que imitar la ligereza inmaterial y homogeneidad de timbre de estas cuerdas, sobre todo en los pasajes centrales donde entonan aquellos malabares rítmicos tan desenfadados y juguetones, característicos del compositor. Ricardo Frizza dirigió con gran dinamismo y claridad, destacando los aspectos expresivos de las obras para alcanzar así grandes efectos a lo largo de todo el programa. Juan Diego Flórez se presentó en esta parte del programa como todo un "tenore di grazia", con una voz envidiablemente hermosa, gran lirismo y aplomo técnico, que bien complementan su evidente apostura escénica. En este contexto resultó errática su respiración, que desembocó en algunos fraseos irregulares. Esto desmereció muchas de las líneas melódicas. Por otra parte, y en contraste, su inverosímil control de diafragma produjo unos excelentes matices en un registro dinámico de gran riqueza. El Coro de Gala mostró nuevamente que es digna criatura de su soberbia directora. Este conjunto de destacó por su balance y solidez técnica. La segunda parte del programa, dedicada a Bellini y Donizetti, nos trajo a un recrecido Flórez. Fue evidente la mayor densidad vocal exhibida en este segmento. Agudos bien anclados, fluidez, lirismo, solidez estilística y agilidad fueron sus aspectos más relevantes. Era evidente la efectiva comunicación que existe entre el director y el señor Flórez. Este aspecto extra-musical contribuyó decididamente al éxito que supuso este recital. Concluyó éste con dos bombones fuera de programa, una de aquellas cabalettas que en Rossini adquirieron su cuño paradigmático, esta vez de su "Barbiere di Siviglia", y la más atesorada canción de Noel Estrada, en un enigmático arreglo de Cucco Peña, que sin embargo no falló en lograr el consabido efecto sobre el público. |
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