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REVIEWS
Recital, Peralada Festival, 27 July 2002

El enorme acierto de un tenor ligero, El Mundo, 2 August 2002
____________________________________________________________

Juan Diego Flórez deslumbra en Peralada con una voz excepcional
Xavier Pujol, El Pais, 29 July 2002

El joven tenor peruano Juan Diego Flórez encandiló al público que
asistió la noche del sábado al recital que ofreció en el marco del
Festival de Peralada (Girona). Exhibió una de las voces de tenor más
bellas y seductoras que han aparecido en los últimos años. Se preveía
algo grande, pero no tan grande. El cantante había pasado bastante
desapercibido por el Liceo de Barcelona cuando, dirigido por Riccardo
Muti, había participado en la interpretación del Stabat Mater de Rossini
en 1999.

La sombra de Riccardo Muti es muy grande, lo tapa todo y además, en
aquellos años, Juan Diego Flórez aún estaba en plena fase de
aprendizaje. Sin embargo, aquellos que posteriormente le habían
escuchado en Canarias, en el Covent Garden de Londres o en Pesaro
regresaban transfigurados, y su reciente disco de arias de Rossini es
tan bello que hasta resultaba sospechosamente perfecto. De toda España
acudieron a Peralada críticos y especialistas para escuchar el recital
de este joven cantante peruano que todavía no ha cumplido los 30 años.
Su nombre, Juan Diego Flórez, aún no es conocido por el gran público,
pero en el mundillo melómano ya sonaba últimamente con mucha fuerza y
siempre con admiración.

El resultado del recital no decepcionó ni a los más exigentes. Juan
Diego Flórez exhibió una de las voces de tenor más hermosas que han
aparecido en los últimos años y se reveló además como un intérprete ya
muy formado que cuida el fraseo, la expresividad y el estilo.

Voz ágil y ligera

El programa del recital, canciones y arias de Mozart, Bellini, Rossini,
Tosti, Donizetti y tres canciones populares peruanas para dar color y
homenajear a la patria, ya anunciaba el tipo de voz con que se iba a
encontrar el público: voz ágil y ligera, de poca cilindrada y poco
grosor pero de cintura ligera y flexible, idónea para sortear los
obstáculos. Juan Diego Flórez va de educado caballero, príncipe o
trovador de los de leotardos y jubón ajustado, que languidece,
melancólico, bajo el balcón de su amada y al final se suicida con fino
estilete florentino cuando ésta, harta de serenatas, se fuga.

La voz, adecuadísima para el repertorio rossiniano y belcantista y para
algunos papeles mozartianos, es oro puro. Apoyada en una respiración
excelente, el color vocal es hermoso en todo el registro y no se altera
ni descompone en el paso a la zona alta; el agudo, fácil en el do y aun
en el do sostenido sobreagudo -un portento- es timbrado, brillante,
luminoso, de afinación exacta. La voz no presenta aquellas nasalidades
caprinas tan frecuentes en este tipo de voces ligeras y la rapidez de
respuesta del diafragma permite que las agilidades rossinianas queden
perfectamente articuladas.

Correctamente acompañado al piano por Vincenzo Scalera, Flórez fue
pasando por los diversos autores y reveló en cada caso un conocimiento
cabal del estilo, buena musicalidad y un adecuado sentido del fraseo
expresivo.

Flórez: una nueva estrella que habla español
Luis G. Iberni, La Razón, 29 July 2002

Tras su triunfo en Peralada, el tenor se consolida como voz
imprescindible de la ópera

Han bastado dos recitales, uno en La Coruña y otro, en Peralada, para
que al firmamento lírico de los aficionados españoles se le haya añadido
una nueva estrella, el tenor peruano Juan Diego Flórez. El triunfo
conseguido en la capital gallega fue rubricado y potenciado, teniendo en
cuenta la influencia catalana en la ópera y la presencia de
personalidades de otros ámbitos, en el marco del XVI festival del
castillo-casino. Cinco «propinas» coronaron una actuación cuyo único
calificativo podría ser el de apabullante. Los aficionados, que llenaban
la iglesia que servía de marco al recital vitoreaban al artista con el
mismo entusiasmo con el que se vuelcan con sus nombres favoritos,
llámese Edita Gruberova en la actualidad o Alfredo Kraus en el pasado.
  Varias son las razones. De entrada, la actitud y el porte de Juan
Diego Flórez revisten ese carisma, esa presencia que impacta. Muy
atractivo, dentro de los cánones físicos que santifican una imagen en la
actualidad, con un toque entre accesible y tímido, sabe conectar
inmediatamente con el respetable, sobre todo con las mujeres. Siempre se
ha hablado del valor sensual añadido del timbre tenoril, que, en el caso
de Flórez, es más que perceptible. Muy joven, apenas 29 años, proyecta
ese encanto casi desde su aparición. A pesar de que no es un nombre
excesivamente popular, sin embargo, en unos minutos ya se ha metido a
los asistentes en el bolsillo. Es evidente que eso no sería suficiente
si detrás no hubiera unos valores acordes. Es indudable que los tiene.
La voz es bella, también dentro de lo que se considera como tal en los
cánones actuales. El centro es rico, sanguíneo. El agudo brillantísimo y
fácil. Su técnica, aparentemente, portentosa gracias a un perfecto apoyo
y una adecuada colocación del sonido que le permite realizar las
agilidades con la misma facilidad con la que respira. Con todo ese
bagaje en su haber sólo necesita una hábil selección del repertorio y un
buen acompañante para que el éxito se suceda. El recital elegido tenía,
en realidad, tres partes. La primera con piezas de Mozart, Bellini y
Rossini es una toma de contacto y sin embargo, a la tercera pieza, ya
tenía a todo el mundo rendido a sus pies, convertido en alfombra cuando
cantó «Principe piú non sei» de «Cenerentola». En la segunda volvió a
impactar cuando -lo mismo que Caballé y otros divos del bel canto- se
dirigió para comentar algunos detalles de las piezas, muestra de su
accesibilidad.

Broche de oro

Las canciones de Tosti sirvieron de preámbulo al broche de oro, el aria
de «La hija del regimiento» que coronó la parte oficial. Sin embargo,
fue con las propinas cuando inscribió su nombre en Peralada en letras de
oro, especialmente, con la romanza de «El último romántico» y la jota de
«El trust de los Tenorios», además de la inevitable «Furtiva lacrima» de
«Elisir». Muy bien acompañado por ese gran músico que es Vincenzo
Scalera, Flórez se confirmaba como una de las próximas referencias para
el panorama operístico nacional. La impresionante cantera vocal que está
produciendo Hispanoamérica, de la que se hacían eco todos los
asistentes, exige de los teatros españoles una respues- ta y una
sensibilidad. El caso Flórez, ya vinculado a Canarias desde hace un par
de años, es una demostración de ello.

Juan Diego Flórez, insultante talento
Pablo Meléndez-Haddad, ABC, 30 July 2002

La gran Chabuca Granda se encargó de susurrarle al oído a varias
generaciones eso de «Déjame que te cuente, limeña...». Ahora es un
limeño el que le canta a la gente mirándola a los ojos, con cierta
timidez, pero con un talento que marea por lo consolidado: el mejor
tenor «di grazia» del mundo, el peruano Juan Diego Flórez, dejó al
público boquiabierto; su insultante talento con el que llenó cada rincón
de la Iglesia del Carmen del Castillo de Peralada en el recital que
ofreció el sábado en el marco del Festival ampurdanés ante un público
entusiasmado, provocó algo más que vítores. El joven cantante ofreció
una auténtica clase de canto belcantista, encargándose de ornamentar
hasta canciones como «Granada», una de las españolísimas propinas con
que regaló a una audiencia que no pudo negarle varias ovaciones de pie.

Flórez se encargó de crear una comunicación directa con el público,
explicando los detalles que diferencian una zamacueca de una marinera y
de una resbalosa, tres de los bailes nacionales del Perú que él, en
lugar de canturrear, las cubrió con el brillo de pequeñas obras maestras
del repertorio musical hispanoamericano. Esas obras criollas
decimonónicas y anónimas, que obligaron al eficaz Vincenzo Scalera a
traducirlas desde el piano moderno, fueron recibidas con la misma
tensión dramática que las napolitanas que Flórez presentó una a una para
después intentar divertidas traducciones de los poemas que musican, con
un buen humor y una espontaneidad que acabaron de robarle el corazón a
quienes ya había conquistado por el oído.

Su técnica depurada no es la de una máquina de coloratura gracias a un
color de voz y a un brillo extraordinarios que constantemente buscan la
mejor expresividad en el fraseo. Después de interpretar arias de bravura
de Rossini, Donizetti y Bellini, Juan Diego Flórez acabó de reafirmar
que es el mejor del mundo en su repertorio, dejándolo bien claro con una
emocionante «Bella enamorada» de «El último romántico».

Juan Diego Flórez, la confirmación de una futura estrella
Joan Anton Cararach, El Periodico, 31 July 2002

Juan Diego Flórez es el mejor ejemplo de una carrera llevada con tino.
Más de un aficionado lo habrá descubierto por su último disco, con
Riccardo Chailly, quizá sin darse cuenta de que Flórez ya había
participado antes en proyectos como un Mitridate mozartiano --fue
Marzio, que sólo canta un aria-- y en la grabación sevillana dirigida
por Josep Pons de la ópera de Donizetti Alahor in Granata. Por último,
también había pasado, con discreción, por el Liceu en un concierto
dirigido por Riccardo Muti.

Viene a cuento todo ello para constatar la progresión geométrica de este
tenor peruano, que el sábado dejó claro que él va a ser una de las
figuras del canto de este siglo. Aunque la acústica de la iglesia del
Carme de Peralada obliga a emitir juicios algo temerarios --las
coloraturas no se escuchaban, se intuían--, Flórez, muy bien acompañado
por Vincenzo Scalera, dio un recital magistral. En la primera parte
demostró su temple mozartiano, su ligereza belliniana y su portentoso
entendimiento con Rossini.

En la segunda, un poco de música popular del Perú, canciones de Tosti y
un À mes amis de La fille du régiment de Donizetti con erres muy
roulantes pero con todos los agudos disparados con una facilidad
insultante. Apoteosis, y bises. Rossini y Donizetti de nuevo --Una
furtiva lacrima--, Granada --con un curioso arreglo pianístico-- y dos
piezas de dos zarzuelas: El último romántico y El trust de los tenorios.
No dejó lugar a dudas: recuerden su nombre, Juan Diego Flórez. Será
grande.

El enorme acierto de un tenor ligero
Albert Vilardell, El Mundo, 2 August 2002

JUAN DIEGO FLOREZ
Piano: Vicenzo Scalera. Obras: Mozart, Bellini, Rossini, Ayarza de Morales, Tosti y Donizetti. Fecha: 27 de julio.

El mundo vocal pasa por una cierta crisis, que es más evidente en determinados tipos de voces: verdianas, wagnerianas. Pero en el repertorio rossiniano ocurre lo contrario y salen, desde hace años, un grupo de excelentes profesionales, entre los que destacan Rockwell Blake y Chris Merrit, que han permitido actualizar este tipo de repertorio. También ha salido con fuerza Juan Diego Flórez, que debutó en 1996, con 23 años, en el Festival Rossini de Pesaro con Mathilde de Shabram, a partir de lo cual ha realizado una importante carrera. Nacido en Lima ha estudiado con otro gran profesional como es Ernesto Palacio.

Flórez posee una voz de tenor ligero, con un timbre importante para su tipología vocal. A ello une una técnica muy depurada, que le permite afrontar las agilidades con seguridad y ascender al registro agudo con facilidad, brillantez y aparente sencillez.A estas virtudes se le añade una natural capacidad comunicativa y una versatilidad que le permite afrontar páginas muy diferenciadas, dentro de su repertorio, con gran variedad. Su forma de cantar recuerda a veces al joven Alfredo Kraus. Todas estas cualidades fueron evidentes en el recital de Peralada, donde el público, puesto en pie, aplaudió con ganas, con el resultado de cinco bises.

El recital se inició con Mozart, donde destacó en la infrecuente ópera Il re pastore, con un fraseo lleno de matices, mientras que en Bellini supo diferenciar el carácter intimista de Malincolia, ninfa gentile, mientras que en el aria de I Capuleti e i Montecchi, supo expresar el ardor juvenil. Cerraba la primera parte su compositor emblemático, Rossini, con una bella canción y la efusiva aria de La Cenerentola.

La segunda parte tuvo el interés de incluir páginas de música peruana, con obra de Rosa Mercedes Ayarza de Morales, a las que previamente el tenor hizo unos comentarios sobre sus contenidos que pueden definirse como canciones folclóricas, de una cierta inspiración. Las tres canciones de Tosti que siguieron mostraron su amplia capacidad de diferenciación y el recital tuvo su colofón oficial con la difícil aria de Le fille du régiment, de Donizetti, donde brilló la facilidad y el fraseo preciosista.

Los cinco bises confirmaron la gran calidad del recital, con la intensa cavatina de Il barbiere di Siviglia, con una lección expresa en L'elisir d'amore, finalizando con páginas muy populares: la romanza de El último romántico, Granada de Lara y la jota de El trust de los tenorios, cantadas con la seguridad y línea habitual. El acompañamiento de Vincenzo Scalera tuvo un inicio discreto, mejoró algo después, pero en los bises volvió a una cierta irregularidad.

REVIEWS
Recital, Peralada Festival, 27 July 2002

El enorme acierto de un tenor ligero, El Mundo, 2 August 2002
____________________________________________________________

Juan Diego Flórez deslumbra en Peralada con una voz excepcional
Xavier Pujol, El Pais, 29 July 2002

El joven tenor peruano Juan Diego Flórez encandiló al público que
asistió la noche del sábado al recital que ofreció en el marco del
Festival de Peralada (Girona). Exhibió una de las voces de tenor más
bellas y seductoras que han aparecido en los últimos años. Se preveía
algo grande, pero no tan grande. El cantante había pasado bastante
desapercibido por el Liceo de Barcelona cuando, dirigido por Riccardo
Muti, había participado en la interpretación del Stabat Mater de Rossini
en 1999.

La sombra de Riccardo Muti es muy grande, lo tapa todo y además, en
aquellos años, Juan Diego Flórez aún estaba en plena fase de
aprendizaje. Sin embargo, aquellos que posteriormente le habían
escuchado en Canarias, en el Covent Garden de Londres o en Pesaro
regresaban transfigurados, y su reciente disco de arias de Rossini es
tan bello que hasta resultaba sospechosamente perfecto. De toda España
acudieron a Peralada críticos y especialistas para escuchar el recital
de este joven cantante peruano que todavía no ha cumplido los 30 años.
Su nombre, Juan Diego Flórez, aún no es conocido por el gran público,
pero en el mundillo melómano ya sonaba últimamente con mucha fuerza y
siempre con admiración.

El resultado del recital no decepcionó ni a los más exigentes. Juan
Diego Flórez exhibió una de las voces de tenor más hermosas que han
aparecido en los últimos años y se reveló además como un intérprete ya
muy formado que cuida el fraseo, la expresividad y el estilo.

Voz ágil y ligera

El programa del recital, canciones y arias de Mozart, Bellini, Rossini,
Tosti, Donizetti y tres canciones populares peruanas para dar color y
homenajear a la patria, ya anunciaba el tipo de voz con que se iba a
encontrar el público: voz ágil y ligera, de poca cilindrada y poco
grosor pero de cintura ligera y flexible, idónea para sortear los
obstáculos. Juan Diego Flórez va de educado caballero, príncipe o
trovador de los de leotardos y jubón ajustado, que languidece,
melancólico, bajo el balcón de su amada y al final se suicida con fino
estilete florentino cuando ésta, harta de serenatas, se fuga.

La voz, adecuadísima para el repertorio rossiniano y belcantista y para
algunos papeles mozartianos, es oro puro. Apoyada en una respiración
excelente, el color vocal es hermoso en todo el registro y no se altera
ni descompone en el paso a la zona alta; el agudo, fácil en el do y aun
en el do sostenido sobreagudo -un portento- es timbrado, brillante,
luminoso, de afinación exacta. La voz no presenta aquellas nasalidades
caprinas tan frecuentes en este tipo de voces ligeras y la rapidez de
respuesta del diafragma permite que las agilidades rossinianas queden
perfectamente articuladas.

Correctamente acompañado al piano por Vincenzo Scalera, Flórez fue
pasando por los diversos autores y reveló en cada caso un conocimiento
cabal del estilo, buena musicalidad y un adecuado sentido del fraseo
expresivo.

Flórez: una nueva estrella que habla español
Luis G. Iberni, La Razón, 29 July 2002

Tras su triunfo en Peralada, el tenor se consolida como voz
imprescindible de la ópera

Han bastado dos recitales, uno en La Coruña y otro, en Peralada, para
que al firmamento lírico de los aficionados españoles se le haya añadido
una nueva estrella, el tenor peruano Juan Diego Flórez. El triunfo
conseguido en la capital gallega fue rubricado y potenciado, teniendo en
cuenta la influencia catalana en la ópera y la presencia de
personalidades de otros ámbitos, en el marco del XVI festival del
castillo-casino. Cinco «propinas» coronaron una actuación cuyo único
calificativo podría ser el de apabullante. Los aficionados, que llenaban
la iglesia que servía de marco al recital vitoreaban al artista con el
mismo entusiasmo con el que se vuelcan con sus nombres favoritos,
llámese Edita Gruberova en la actualidad o Alfredo Kraus en el pasado.
  Varias son las razones. De entrada, la actitud y el porte de Juan
Diego Flórez revisten ese carisma, esa presencia que impacta. Muy
atractivo, dentro de los cánones físicos que santifican una imagen en la
actualidad, con un toque entre accesible y tímido, sabe conectar
inmediatamente con el respetable, sobre todo con las mujeres. Siempre se
ha hablado del valor sensual añadido del timbre tenoril, que, en el caso
de Flórez, es más que perceptible. Muy joven, apenas 29 años, proyecta
ese encanto casi desde su aparición. A pesar de que no es un nombre
excesivamente popular, sin embargo, en unos minutos ya se ha metido a
los asistentes en el bolsillo. Es evidente que eso no sería suficiente
si detrás no hubiera unos valores acordes. Es indudable que los tiene.
La voz es bella, también dentro de lo que se considera como tal en los
cánones actuales. El centro es rico, sanguíneo. El agudo brillantísimo y
fácil. Su técnica, aparentemente, portentosa gracias a un perfecto apoyo
y una adecuada colocación del sonido que le permite realizar las
agilidades con la misma facilidad con la que respira. Con todo ese
bagaje en su haber sólo necesita una hábil selección del repertorio y un
buen acompañante para que el éxito se suceda. El recital elegido tenía,
en realidad, tres partes. La primera con piezas de Mozart, Bellini y
Rossini es una toma de contacto y sin embargo, a la tercera pieza, ya
tenía a todo el mundo rendido a sus pies, convertido en alfombra cuando
cantó «Principe piú non sei» de «Cenerentola». En la segunda volvió a
impactar cuando -lo mismo que Caballé y otros divos del bel canto- se
dirigió para comentar algunos detalles de las piezas, muestra de su
accesibilidad.

Broche de oro

Las canciones de Tosti sirvieron de preámbulo al broche de oro, el aria
de «La hija del regimiento» que coronó la parte oficial. Sin embargo,
fue con las propinas cuando inscribió su nombre en Peralada en letras de
oro, especialmente, con la romanza de «El último romántico» y la jota de
«El trust de los Tenorios», además de la inevitable «Furtiva lacrima» de
«Elisir». Muy bien acompañado por ese gran músico que es Vincenzo
Scalera, Flórez se confirmaba como una de las próximas referencias para
el panorama operístico nacional. La impresionante cantera vocal que está
produciendo Hispanoamérica, de la que se hacían eco todos los
asistentes, exige de los teatros españoles una respues- ta y una
sensibilidad. El caso Flórez, ya vinculado a Canarias desde hace un par
de años, es una demostración de ello.

Juan Diego Flórez, insultante talento
Pablo Meléndez-Haddad, ABC, 30 July 2002

La gran Chabuca Granda se encargó de susurrarle al oído a varias
generaciones eso de «Déjame que te cuente, limeña...». Ahora es un
limeño el que le canta a la gente mirándola a los ojos, con cierta
timidez, pero con un talento que marea por lo consolidado: el mejor
tenor «di grazia» del mundo, el peruano Juan Diego Flórez, dejó al
público boquiabierto; su insultante talento con el que llenó cada rincón
de la Iglesia del Carmen del Castillo de Peralada en el recital que
ofreció el sábado en el marco del Festival ampurdanés ante un público
entusiasmado, provocó algo más que vítores. El joven cantante ofreció
una auténtica clase de canto belcantista, encargándose de ornamentar
hasta canciones como «Granada», una de las españolísimas propinas con
que regaló a una audiencia que no pudo negarle varias ovaciones de pie.

Flórez se encargó de crear una comunicación directa con el público,
explicando los detalles que diferencian una zamacueca de una marinera y
de una resbalosa, tres de los bailes nacionales del Perú que él, en
lugar de canturrear, las cubrió con el brillo de pequeñas obras maestras
del repertorio musical hispanoamericano. Esas obras criollas
decimonónicas y anónimas, que obligaron al eficaz Vincenzo Scalera a
traducirlas desde el piano moderno, fueron recibidas con la misma
tensión dramática que las napolitanas que Flórez presentó una a una para
después intentar divertidas traducciones de los poemas que musican, con
un buen humor y una espontaneidad que acabaron de robarle el corazón a
quienes ya había conquistado por el oído.

Su técnica depurada no es la de una máquina de coloratura gracias a un
color de voz y a un brillo extraordinarios que constantemente buscan la
mejor expresividad en el fraseo. Después de interpretar arias de bravura
de Rossini, Donizetti y Bellini, Juan Diego Flórez acabó de reafirmar
que es el mejor del mundo en su repertorio, dejándolo bien claro con una
emocionante «Bella enamorada» de «El último romántico».

Juan Diego Flórez, la confirmación de una futura estrella
Joan Anton Cararach, El Periodico, 31 July 2002

Juan Diego Flórez es el mejor ejemplo de una carrera llevada con tino.
Más de un aficionado lo habrá descubierto por su último disco, con
Riccardo Chailly, quizá sin darse cuenta de que Flórez ya había
participado antes en proyectos como un Mitridate mozartiano --fue
Marzio, que sólo canta un aria-- y en la grabación sevillana dirigida
por Josep Pons de la ópera de Donizetti Alahor in Granata. Por último,
también había pasado, con discreción, por el Liceu en un concierto
dirigido por Riccardo Muti.

Viene a cuento todo ello para constatar la progresión geométrica de este
tenor peruano, que el sábado dejó claro que él va a ser una de las
figuras del canto de este siglo. Aunque la acústica de la iglesia del
Carme de Peralada obliga a emitir juicios algo temerarios --las
coloraturas no se escuchaban, se intuían--, Flórez, muy bien acompañado
por Vincenzo Scalera, dio un recital magistral. En la primera parte
demostró su temple mozartiano, su ligereza belliniana y su portentoso
entendimiento con Rossini.

En la segunda, un poco de música popular del Perú, canciones de Tosti y
un À mes amis de La fille du régiment de Donizetti con erres muy
roulantes pero con todos los agudos disparados con una facilidad
insultante. Apoteosis, y bises. Rossini y Donizetti de nuevo --Una
furtiva lacrima--, Granada --con un curioso arreglo pianístico-- y dos
piezas de dos zarzuelas: El último romántico y El trust de los tenorios.
No dejó lugar a dudas: recuerden su nombre, Juan Diego Flórez. Será
grande.

El enorme acierto de un tenor ligero
Albert Vilardell, El Mundo, 2 August 2002

JUAN DIEGO FLOREZ
Piano: Vicenzo Scalera. Obras: Mozart, Bellini, Rossini, Ayarza de Morales, Tosti y Donizetti. Fecha: 27 de julio.

El mundo vocal pasa por una cierta crisis, que es más evidente en determinados tipos de voces: verdianas, wagnerianas. Pero en el repertorio rossiniano ocurre lo contrario y salen, desde hace años, un grupo de excelentes profesionales, entre los que destacan Rockwell Blake y Chris Merrit, que han permitido actualizar este tipo de repertorio. También ha salido con fuerza Juan Diego Flórez, que debutó en 1996, con 23 años, en el Festival Rossini de Pesaro con Mathilde de Shabram, a partir de lo cual ha realizado una importante carrera. Nacido en Lima ha estudiado con otro gran profesional como es Ernesto Palacio.

Flórez posee una voz de tenor ligero, con un timbre importante para su tipología vocal. A ello une una técnica muy depurada, que le permite afrontar las agilidades con seguridad y ascender al registro agudo con facilidad, brillantez y aparente sencillez.A estas virtudes se le añade una natural capacidad comunicativa y una versatilidad que le permite afrontar páginas muy diferenciadas, dentro de su repertorio, con gran variedad. Su forma de cantar recuerda a veces al joven Alfredo Kraus. Todas estas cualidades fueron evidentes en el recital de Peralada, donde el público, puesto en pie, aplaudió con ganas, con el resultado de cinco bises.

El recital se inició con Mozart, donde destacó en la infrecuente ópera Il re pastore, con un fraseo lleno de matices, mientras que en Bellini supo diferenciar el carácter intimista de Malincolia, ninfa gentile, mientras que en el aria de I Capuleti e i Montecchi, supo expresar el ardor juvenil. Cerraba la primera parte su compositor emblemático, Rossini, con una bella canción y la efusiva aria de La Cenerentola.

La segunda parte tuvo el interés de incluir páginas de música peruana, con obra de Rosa Mercedes Ayarza de Morales, a las que previamente el tenor hizo unos comentarios sobre sus contenidos que pueden definirse como canciones folclóricas, de una cierta inspiración. Las tres canciones de Tosti que siguieron mostraron su amplia capacidad de diferenciación y el recital tuvo su colofón oficial con la difícil aria de Le fille du régiment, de Donizetti, donde brilló la facilidad y el fraseo preciosista.

Los cinco bises confirmaron la gran calidad del recital, con la intensa cavatina de Il barbiere di Siviglia, con una lección expresa en L'elisir d'amore, finalizando con páginas muy populares: la romanza de El último romántico, Granada de Lara y la jota de El trust de los tenorios, cantadas con la seguridad y línea habitual. El acompañamiento de Vincenzo Scalera tuvo un inicio discreto, mejoró algo después, pero en los bises volvió a una cierta irregularidad.

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