REVIEWS La Donna del Lago, San Sebastián, September 2004 |
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Daniela Barcellona & Juan Diego Flórez Photo by Sara Santos, Diario Vasco, 02.09.2004 Como en los cuentos, ABC, 3 September 2004 Triunfo rossiniano, La Razón, 3 September, 2004 Apoteosis rossiniana, El Mundo, 3 September 2004 Rossini, en gira, El País, 3 September 2004 Un encantamiento vocal, Diario Vasco, 2 September 2004 ________________________________________________________________ |
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Como en los cuentos Alberto González LaPuente, ABC, 3 September 2004 Rossini: «La Donna del Lago». Int.: J. D. Flórez (Jacobo V), S. Orfila (Douglas), G. Kunde (Rodrigo), D. Takova (Elena), D. Barcellona (Malcolm), M. Itoiz (Albina), A. Laskurian (Serano/ Bertram). Orfeón Pamplonés. Banda La Pamplonesa. Orquesta Pablo Sarasate. Dir.: R. Frizza. Lugar: Kursaal, San Sebastián. 1-09-04 Por aquello de las buenas costumbres en «La Donna del Lago», ópera de Rossini, también triunfan los buenos. Lo ha comprobado el público de la Quincena Musical donostiarra, en donde se ha programado la obra en versión de concierto. Casi tres horas de música de tamizado y peculiar aliento romántico para desenredar una típica historia de amores cruzados que acaba brindando por la alegría del joven Malcolm y de Jacobo V, rey de Escocia que viaja huido por su país bajo el nombre de Uberto. Rafael Banús en el libro-programa de la Quincena recuerda que ya en el año 2001 el Festival Rossini de Pésaro apostó por la mezzosoprano Daniela Barcellona y el tenor Juan Diego Flórez como intérpretes para estos papeles. No es difícil deducir que si se quería jugar a ganador había que contar con ellos en esta Quincena tal y como también hizo el pasado Festival Mozart de La Coruña o hará el Baluarte pamplonés este próximo día 4, a donde se traslada la producción. Efectivamente, los buenos triunfan. Juan Diego Flórez desde el mismo momento de pisar el escenario. Con una calidad vocal impecable, tanteando la media voz aunque abrumando con su naturalidad, fuerza, afinación e igualdad. Prefiriendo la cuadratura y la precisión a la largura de la expresión. Daniella Barcellona creciéndose desde un comienzo más dubitativo y quebrado, pero concluyendo su intervención con garra y bravura. Lo cierto es que, al margen de estos principales, no sería justo dejar de lado una intervención como la del barítono Simón Orfila, llena de seguridad, potencia y templanza, como quizá pareciera innecesario insistir en las del tenor Gregory Kunde, demasiado desigual en la emisión pese al dominio de la tesitura, o la de Alex Laskurian de poca presencia escénica. Y entre ambos la soprano Darina Takova, no siempre firme en el timbre aunque seria y resuelta en la coloratura, y Maite Itoiz en su breve pero muy bien trabajado papel. La brillante actuación del Orfeón Pamplonés y la notable y tamizada presencia de la Orquesta Pablo Sarasate, dirigida por un interesante y meticuloso Riccardo Frizza, cerraron el elenco de una «Donna» que entusiasmó al público, y con razón. Triunfo rossiniano Gonzalo Alonso, La Razón, 3 September, 2004 Quincena Musical Donostiarra «La donna del lago» pertenece al Rossini serio, que no trágico. Es ante todo una partitura para la exhibición vocal, para divos en cuatro de sus principales papeles: soprano, mezzo y dos tenores, uno de timbre ligero y otro más oscuro. Cualquiera de ellos puede convertirse en rey de la obra si se trata de una primera figura. Caballé triunfó de joven con el papel que da título a la ópera, como la legendaria Isabel Colbrán del estreno. Darisa Takova no posee la limpieza de timbre y la soltura en agudos y coloratura como para arrasar, pero logró subir muchos puntos en el aria final. El tenor Gregory Kunde brilló más en los inclementes agudos que en los pasajes casi baritonales, apenas audibles. Justo es reconocer que posiblemente no haya hoy tenor alguno para este papel. Se alzaron con el triunfo Daniella Barcellona y Juan Diego Flórez. La primera bordó sus dos arias, cantando con entrega e impresionando con sus registros. El segundo, aunque su parte no sea tan amplia, admiró una vez más por la línea, la musicalidad, la belleza de la voz y la limpieza de los agudos. No hay otro para este repertorio y que nos dure. Simón Orfila estuvo a la altura en su breve pero importante participación y otro tanto cabe apuntar de Maite Itoiz. El Orfeón Pamplonés fue generosamente aplaudido en la tierra del Donostiarra. Ricardo Frizza acertó en tempos y controló en todo instante. Apoteosis rossiniana Justo Romero, El Mundo, 3 September 2004 SAN SEBASTIAN. La Quincena Musical vivió el miércoles su gran noche belcantista de la mano de EL MUNDO del País Vasco, patrocinador de la apoteosis rossiniana protagonizada en el Kursaal por dos figuras absolutamente punteras de la lírica como la mezzosoprano Daniela Barcellona y el tenor Juan Diego Flórez. Ellos, con su canto entregado y arrollador, estilizado y salido a borbotones de unos corazones que laten y sienten a ritmo rossiniano, fueron las estrellas absolutas y casi únicas de tan memorable velada. El canto rossiniano, tan viejo y tan vigente, adquiere en estos dos colosos vocales dimensiones que remiten y superan los mejores tiempos del canto. Con artistas como Barcellona y Flórez, no hay lugar para las sempiternas añoranzas de la edad de oro del canto. Arraigados en la tradición y en las mejores escuelas, una y otro renuevan desde su asombrosa modernidad técnica y expresiva el universo estético del Cisne de Pésaro. Rossini, con ellos, es hoy futuro y pasado. La exhibición, el portento vocal, ocurrió durante la versión de concierto del melodrama en dos actos La donna del lago, compuesto por Rossini en 1819 y considerado por un rossiniano incuestionable como Alberto Zedda «una ópera bellísima, fascinante y misteriosa, que está entre las mejores de un compositor que no conoce la mediocridad». Barcellona con su pasión, con su entrega al travestido personaje de Malcolm, con esa voz poderosa pero que también sabe ser íntima y susurrada, imponente a lo Marilyn Horne, elegante como la de Von Stade y fascinadora a lo Berganza, bordó una portentosa exhibición belcantista que contagió a todos. Al final de cada una de sus dos grandes arias se escuchó una atronada ovación que casi estremece las paredes del teatro. También las escuchó el otro rey de la noche, Juan Diego Flórez.No cabe mejor canto, más depurada línea expresiva y un sentir rossiniano más auténtico y perfecto. La naturalidad de los sobreagudos - Alfredo Kraus en la memoria-, la belleza y elegancia del fraseo (Kraus de nuevo) y el profesionalizado respeto a la partitura y a su creador -¡Kraus y siempre Kraus!; así como el medido uso de la coloratura y los ornamentos, y una dicción que mima y mide cada sílaba, fueron pilares de la memorable actuación de quien hoy es el verdadero número uno de los tenores ligeros. Como con la Barcellona, el público donostiarra y los muchos melómanos forasteros llegados para la ocasión se volvieron locos ante el prodigio canoro. Lo demás transcurrió a un nivel terrenal, fuera del paraíso vocal generado por estos dos colosos rossinianos. La soprano Darina Takova sólo logró la excelencia en su comprometida aria final.Antes, pasó algunos momentos de apuros (bien resueltos) en los que la voz no lograba la agilidad precisa para sacar adelante el hermoso papel de Elena, protagonista de la ópera. El tenor Gregory Kunde, de tan brillante carrera, no pasó de ser un opaco Rodrigo empañado por un registro medio actualmente inexistente y unos agudos que no siempre resultaban. Para colmo, el parangón con el prodigio Flórez se hacía inevitable. El bajo menorquín Simón Orfila defendió con dignidad y sensible canto el papel de Douglas, mientras que Maite Itoiz y Alex Laskurain atendieron con eficacia los menos importantes papeles de Albina y Serano / Bertram. El Orfeón Pamplonés y la Orquesta Pablo Sarasate -despistes del viento y puntuales desajustes de la cuerda apartes- aprovecharon su visita para dejar constancia de sus solvencias artísticas. Riccardo Frizza concertó con discreta vocación de servicio al portento vocal que tenía entre manos. Quizá fue un acierto. Rossini, en gira Juan Ángel Vela Del Campo, El País, 3 September 2004 Anteayer en San Sebastián, próxima parada en Pamplona, hace un par de meses en La Coruña. Y siempre con La donna del lago. Rossini está en gira con este melodrama inspirado en una novela de Walter Scott. En Pesaro se estrenó en 2001 una versión escénica muy interesante dirigida por Luca Ronconi. Ha quedado aparcada. Cuestión de gastos, supongo. De comodidad también. Incluso de consideración hacia la obra. Fueron los cantantes los que potenciaron el éxito de Pesaro. Dos de ellos, especialmente. Los dos permanecen en la gira. Gracias a ellos se sigue manteniendo el espectáculo. Son, claro, Juan Diego Flórez y Daniela Barcellona. Unos días está mejor él, otros, ella. Es secundario. En San Sebastián fue más completa la actuación de ella. Más humana en la construcción de su personaje. Daniela Barcellona ha pasado por una crisis vocal, pero, según las últimas actuaciones que he podido presenciar -en Salzburgo, con Bellini, en San Sebastian, con Rossini-, la ha superado completamente. Tiene carácter la cantante italiana. Y personalidad. Y una generosa entrega. Juan Diego Flórez cantó con la facilidad que le distingue y un quinto sentido deslumbrante en el registro agudo. El aria La llama suave la llevó con cierta melosidad, pero con el toque de distinción que él imprime siempre a su canto. Con escena, en cualquier caso, su arte luce mucho más, y no solamente porque es un buen actor, sino porque se mete más en la piel de los personajes. Los demás cantantes están varios escalones por debajo. En particular, Gregory Kunde sorteó con muchas dificultades algunos escollos vocales de la obra. Darina Takova está sustancialmente mejor, es una buena cantante que no acaba de desprenderse de cierta afectación, y Simón Orfila continúa su línea ascendente con una impoluta corrección a un paso de la brillantez. La donna de lago es una ópera de voces y requiere un maestro concertador. Lo tuvo en Riccardo Frizza, que, además, sacó un partido más que notable de la Orquesta Pablo Sarasate de Pamplona, especialmente de unas secciones de cuerda que siguieron con habilidad los crescendos y demás travesuras rossinianas. Al coro le faltó desprenderse de un punto de rigidez, pero se desenvolvió con precisión en las exigencias rítmicas. En conjunto, la tarde resultó entretenida. Con mucho éxito, eso sí. Pero, ya se sabe, San Sebastián es muy rossiniana y estaban dos monstruos en el escenario. Verdaderamente, qué pareja de cantantes Flórez y Barcellona. Un encantamiento vocal Diario Vasco, 2 September 2004 Desde que la soprano Darina Takova, en el personaje de Elena, tras el pastoril inicio coral, comienza su canto con la cavatina O, mattutini albori el Auditorio del Kursaal se sumergió, durante tres horas, en una música cuajada de delicadeza y fuerza. Y es que este melodrama rossiniano titulado La donna del lago encierra una tensión constante que va desde la más cautivadora sutileza hasta el mayor choque violento de emociones, de forma y manera que no deja al escuchante ni un solo momento liberado para perder la atención, dado su encantamiento vocal. Está claro que la compleja trama que se cuenta sobre la obra de Walter Scott sería de difícil representación, máxime en las muy limitadas prestaciones escénicas de nuestro Kursaal. Por ello muy acertada apuesta ha sido su presentación en versión de concierto, amén de estar convenida con el Auditorio Baluarte de Pamplona lo que, además, abarata ostensiblemente los costos de producción musical. El Orfeón Pamplonés fue un coro siempre disciplinado, con acertada afinación, pero que requiere un mayor trabajo en la expresividad así como en la regulación de volúmenes y, sobre todo, de dicción; ni un solo reparo a su absoluta entrega, pese a que hay cuerdas, como la de sopranos, poco brillantes y escasas. La citada Darina Takova es una espléndida soprano, dotada de un esmalte hermoso y de gran facilidad para expresar en su poderoso registro la dulzura con la que el propio Rossini diseñó especialmente este personaje para su esposa, la española Isabel Colbrán. Todo el trabajo de esta cantante búlgara fue un muestrario de gracia y poder. Cuando el pasado año,con ocasión del concierto de Juan Diego Flórez se escribió desde estas líneas que esté muchacho tenía algo especial, se ha vuelto a refrendar. En él (en esta ocasión más delgado) todo es un fenómeno de la naturaleza, donde despliega, en su personaje de Jacobo V, una coloratura fuera de lo natural, siempre timbrada, sin caída alguna y poniendo su voz al servicio del más puro romántico belcantismo. Pese a tener un cometido activo corto en esta ópera, nuestro joven tenor limeño cautivó siempre. Hay que escuchar notas pasadas por su glotis, como un Si natural agudo o un Re sobreagudo tan preñados de luz, para quedarse como en un pasmo ante lo casi imposible. Pero es que, además, canta en legato y eso, a mayor mérito, es ya la repanocha. Otro prodigio vocal es la mezzo triestina Daniela Barcellona, en esta ocasión para el travestido rol del enamorado Malcolm. Su voz se acomoda bien el diseño del personaje, dado que está en posesión de una buena flexibilidad vocal, valida tanto para exigentes arias, cual es el caso de Elena!, o tu, che chiamo!, como para momentos comprometidos cual fue Che sento! O me felice!. El tenor Kunde no dejó ver su categoría en el personaje de Rodrigo, merced a un timbre agudo angustiado que choca con un registro grave inconsistente, pecando de exageración en los ataques lo que restó elegancia. El menorquí Simón Orfila cuajó un buen desarrollo en el cometido de Douglas, dejando patente una bella voz de barítono bajo en momentos como en Figlia è cosi. La soprano Maite Itoiz, como Albina y el tenor Alex Laskurain, en la ambivalencia de Serano y Bertram, cumplieron sobradamente sus tareas y merecen ser probados en mayores retos. La concertación de Riccardo Frizza fue siempre correcta en una versión cumplidora y sin especiales brillos, compensando bien a la orquesta y marcando con acierto los internos musicales. La Pablo Sarasate tuvo un comportamiento muy digno, pese a un metal desajustado, con una sólida cuerda que permitió escuchar a un buen Rossini. |
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