El Festival Mozart cierra con Rossini su edición más ambiciosa Javier Perez Senz, El Pais, 9 July 2002
A Coruña
El veterano director de orquesta italiano Alberto Zedda, figura imprescindible en el mundo rossiniano, y el joven tenor peruano Juan Diego Flórez, la mayor revelación de los últimos años en la escena belcantista internacional, triunfaron por todo lo alto en la clausura de la quinta edición del Festival Mozart de A Coruña. Zedda volvió a brindar una sabia lección de estilo rossiniano dirigiendo Il viaggio a Reims el sábado en el Palacio de la Ópera, y el domingo Flórez provocó el delirio del público que abarrotaba el teatro Rosalía de Castro en un explosivo recital.
Hace dos años, el festival coruñés se anotó un rotundo éxito con el estreno en España de Il viaggio a Reims, una sorprendente obra a medio camino entre la ópera bufa y la cantata de celebración que concentra el más disparatado desfile de piezas de bravura del canto rossiniano. El montaje, con una simple y eficaz puesta en escena de Lorenza Codignola, volvió a subir el escenario del Palacio de la Ópera con bazas musicales seguras en el foso: la precisa y matizada dirección de Zedda, director artístico del Festival de Pesaro, y la estupenda Orquesta Sinfónica de Galicia.
Entre el reparto brilló la contralto Ewa Podles entre las voces femeninas, junto a la jovencísima soprano granadina Mariola Cantarero. Pero el arrebato vocal llegó con el recital de Juan Diego Flórez: agudos exultantes, fraseo elegante, virtuosismo técnico y una naturalidad expresiva que agita las emociones. El joven tenor cautivó al público con las más apabullantes armas belcantistas en arias de Mozart, Bellini y Rossini, canciones de Tosti y, de propina, Donizetti.
Con estas dos jornadas, Antonio Moral, director del Festival Mozart desde su inauguración, ha puesto un brillante punto final a su relación artística con A Coruña. 'Los festivales deben renovarse y creo que, tras cinco años de dedicación, ha llegado la hora del relevo', explica Moral. Bajo su dirección, el festival ha presentado en sus seis ediciones un total de 19 óperas y ha cuajado en la ciudad ganando público año tras año con una oferta musical de calidad, presupuestos moderados y sin concesiones al dictado de los divos.
Juan Diego Flórez: una lágrima furtiva Gonzalo Alonso, La Razón, 9 July 2002
El recital del tenor Juan Diego Flórez (Perú, 1973) resultó un magnífico cierre para el Festival Mozart. En mis críticas suelo ser duro y no prodigarme en elogios, no les asuste todo el cúmulo de alabanzas que van a leer. Florez las merece. No he escuchado cantar así desde hace muchos años y no hablemos ya de los que han pasado desde que se me puso por última vez la carne de gallina o derramé alguna furtiva lágrima. Ambas cosas consiguió el tenor.
El programa era muy parecido al ofrecido en el Real en acto privado, en el que triunfó a pesar de una flema persistente. En esta ocasión no apareció y provocó el delirio. No hubo toses y el público permaneció sentado ovacionando hasta que el artista dijo basta tras cuatro espectaculares propinas «La hija del regimiento», «Granada», la jota «Te quiero» y «Elixir damore» y se levantó para aclamar de pie.
Hoy por hoy, todo son virtudes. El instrumento se encuadra como tenor «de gracia», pero reune caudal y belleza. ¿Qué distinto al de los Blake o Workman de «El viaje a Reims» previo! El temperamento es generoso y canta con el corazón, sin jamás forzar la expresión vocal o física. La naturalidad es prodigiosa. Dicción y fraseo perfectos, como el sentido del legato o la facilidad en las coloraturas. El «do» e incluso «re» superior se alcanzan con espasmosa facilidad. El caudal casi pertenece al de un lírico. Le acompaña el físico y sabe pisar un escenario con desenvoltura... Artistas así se cuentan hoy con los dedos de una mano y sobran dedos.
Un placer al oído
Las tres canciones de Tosti ofrecidas desentonaban un poco del programa, pero qué placer escucharlas. Bordó por igual páginas tan delicadas como el «Aura amorosa» y tan pirotécnicas como el «Principe più non sei» de «Cenerentola», para acabar rematando con los nueve «does» de la cabaleta de «La hija del regimiento», cantada de una forma que incluso superaba al admirado Kraus, porque la seguridad y musicalidad son similares pero el timbre es mucho más bello.
Total, que a uno se le saltó al final una lágrima de puro placer. En La Coruña hay ya una calle con el nombre de Juan Flórez. No se dedica a él, obviamente, pero, si no se malogra, la llegará a merecer. ¿Así se canta! Y no exagero.
El Festival Mozart se despidió con un recital del tenor Juan Diego Flórez La Voz de Galicia, 9 July 2002
El artista, que estuvo acompañado al piano por Vicente Scalera, interpretó obras de Rossini y Bellini.
El Festival Mozart echó ayer el cierre a su quinta edición, calificada por muchos como la más completa de todas las que se celebraron. Como broche de oro a este certamen, el Teatro Rosalía de Castro se vistió de gala para el concierto que ofreció el tenor Juan Diego Flórez, que estuvo acompañado por el pianista Vicenzo Scalera. Con esa actuación se puso fin a nueve semanas en las que la ciudad de A Coruña se convirtió en la meca de la mejor música y en donde sonaron las mejores voces del panorama operístico actual.
Un programa con piezas de Mozart, Rossini, Bellini y Tosti fue el elegido por Juan Diego Flórez y Vicente Scalera para despedir una nueva edición del Festival Mozart, que ayer volvió a conseguir que todas las localidades del Teatro Rosalía de Castro estuviesen ocupadas.
El gran talento del tenor y de su acompañante quedaron patentes durante todo el concierto y al final del cual recibieron una gran ovación por parte del público que llenaba el auditorio coruñés.
Con este concierto se pone punto y final a más de dos meses en los que el Teatro Rosalía, el Palacio de la Ópera y varias iglesias se convirtieron en escenario de numerosas óperas, conciertos, recitales y actuaciones de música de cámara. [...]
Una larga fumata blanca Julián Carrillo, Mundo Clasico, 16 July 2002
A Coruña, 07 de julio de 2002. Teatro Rosalía Castro. Juan Diego Florez, tenor. Vincenzo Scalera, piano. Programa. Mozart: 'Ridente la Calma' K 152; Un'aura amorosa, de 'Così fan tutte' K 588. Si spande al sole in faccia, de 'Il re pastore' K208. Rossini: 'L'Esule'. Deh tu m'assisti amore, de 'Il signor Bruschino'. Principe piu non sei, de La Cenerentola. Bellini: Vanne o rosa fortunata (sustituida por Malinconia). E' serbato a quest'acciaro de 'I Capuleti e Montecchi'. Tosti: 'Ideale', 'Seconda Mattinata', 'L'alba separa dalla luce l'ombra'. Rossini: Cessa di più resistere, de 'Il barbiere di Siviglia'. Festival Mozart
Uno, por razones de edad, ha vivido ya cuatro cónclaves para la elección de Papa. El primero, en el otoño de 1959, me pilló de adolescente y dejó grabadas profundas huellas en mí. La primera consistió en el hecho mismo de que muriera un Papa, y no uno cualquiera, sino nada menos que Pío XII, con aquel aire suyo siempre tan mayestático. Esto me hizo sentir la fugacidad inherente a todo aquello que creemos perpetuo, lo que, con los años y la inestimable ayuda de Don Luigi Pirandello, ha venido a dar en una especie de irónico relativismo existencial que, mal que bien, ayuda lo suyo. La segunda, más o menos de la misma índole que la anterior, fue el método de comunicación al exterior de los resultados de las supuestamente secretas (*) votaciones del cónclave.
El método, ciertamente ingenioso, consiste en quemar las papeletas en una estufa cuya chimenea se ve bien claramente desde el exterior. Si la votación resulta infructuosa y no hay nuevo Papa, se les añade algo de pez para que el humo sea negro. Cuando por fin se llega al nombramiento, sólo se quema el papel, produciendo una hermosa y blanca humareda que sirve de aviso a los habitantes de Roma para que acudan a la Plaza de San Pedro a recibir jubilosos al nuevo Vicario de Cristo en la Tierra. Aunque hay veces en que el encargado de estas quemas retrasa el añadido de la pez, haciendo creer que ya hay Papa, cuando aún no es cierto.
Viene todo este preámbulo a propósito del descubrimiento que tuvimos ocasión de participar los asistentes al último concierto del Festival Mozart de La Coruña, a cargo del tenor Juan Diego Florez. No voy a entrar en demasiadas cuestiones de técnica vocal, para las que remito al lector al artículo de nuestro compañero Fernando Peregrín, publicado en este mismo número de Mundo Clásico. Pero no puedo por menos de dejar constancia de lo ha sido uno de los mayores acontecimientos líricos vividos en La Coruña en los últimos años.
Esta ciudad tiene una larga tradición lírica y, a lo largo de los tiempos, su público ha desarrollado una sabiduría y un instinto especiales para el canto. En esta materia, no es fácil lograr el La Coruña un fuerte aplauso. Pero cuando alguien es capaz de entusiasmar al público, el calor con que éste corresponde es de una intensidad y calidez especiales.
Por situar el tema, diré que los corrillos formados a la salida del concierto fueron bastante más nutridos y numerosos de lo habitual, duraron mucho más y hubo un trasiego de personas de unos a otros que no se ve habitualmente. El tema de conversación, único: el descubrimiento. Los niveles de debate, variadísimos. Un detalle: en alguno se discutía si Florez es tan bueno como fue Kraus o mejor.
Incendiario
No seré yo quien dilucide tal cuestión, Dios me libre. Pero sí debo decir desde ya que salí del concierto con una gran agitación interior, una especie de conmoción general de la que declaro absoluta y felizmente 'culpable' al tenor peruano, que lo es también de hacer 'arder' el Rosalía en las más unánimes y largas ovaciones que he oído en mi vida y, por el ámbito acústico de éste -un pequeño teatro a la italiana, con un aforo de apenas 700 localidades-, la más sonora que nunca haya podido oír en La Coruña. Y es que no todos los días tiene uno la ocasión de oír en concierto por primera vez a un tenor de la enorme categoría artística de Juan Diego Florez.
Que, además, tiene el mérito de ser humano y parecerlo, como se vio en la primera parte, cuando -caso de 'Ridente la calma' o ' Un aura amorosa'- parecía que podía tener algún mínimo fallo de afinación, apenas perceptible y probablemente sólo debido a la tensión emocional que da la responsabilidad del comienzo de un concierto en una nueva ciudad.
A partir de ahí, sólo puedo decir que el concierto fue a más, nota a nota, canción a canción. Florez tiene una vocalización clarísima, que permite entender y seguir cada sílaba del texto, sea éste en el idioma que sea. Su dominio de la intensidad dinámica es excelente, como empezó a mostrar en 'Si spande al sole in faccia' de Il re pastore, así como la agilidad de su voz (caso de 'Principe piu non sei' y de 'Cessa de più resistere', que cerraba programa). El aire heroico de L'Esule sólo fue el principio de una gama de expresividad prácticamente ilimitada, desgranando todo tipo de sentimientos a lo largo de la noche que 'incendiaron´ el Rosalía.
Pero cuando éste terminó de arder y se consumió, produciendo la definitiva fumata blanca, fue en las propinas. Por no alargarme más, sólo dejaré constancia de que en 'Ah, mes amis, quel jour de fête!' Y en 'Una furtiva lacrima' demostró que difícilmente puede haber un tenor en activo que sea capaz de llegar a cantar un Donizetti con tal limpieza, belleza de timbre y tanta hondura.
De modo que si, como es de desear, su carrera artística transcurre correctamente, por los pasos debidos, con una idónea elección de repertorio y sin abusar de lo que es una voz privilegiada por dotes naturales y formación, podremos por fin gritar: ¡Anuntio vobis gaudium magnum! ¡Habemus tenorem! ¡Eminentissimum et peruanissimum dominum Iohanem, profanae liricae ecclesiae cantorem Diego Florez, qui sibi nominem non impossuit!
(*) Esto me recuerda que en el último cónclave, celebrado en 1978 con apenas dos meses de diferencia con el anterior, no existían aún los hoy omnipresentes teléfonos móviles.
Recital Juan Diego Florez Valéry Fleurquin, Forum Opéra, July 2002
Juan Diego Florez, ténor Vincenzo Scalera, piano Teatro Rosalia Castro A Coruña, 7 juillet 2002
Pour conclure le festival Mozart, le petit théâtre Rosalia Castro,aux trois quarts rempli, a proposé un récital du jeune ténor péruvien J.D.Florez. Lors de sa dernière intervention en Espagne (à Madrid, Teatro Real, en mai) le ténor avait eu quelques problèmes l'obligeant à interrompre son récital pendant plus d'une demi heure et à le terminer avec prudence mais honneur. Le récital de A Coruña n'a été ni prudent ni honorable ; il a été un triomphe à la César.
La première partie commençe avec Mozart. "Ridente la calma" puis "Un'aura amorosa" superbement phrasé et tenu sur le souffle. Pour tester la virtuosité suit "Si spande al sole" extrait de Il Re pastore. Le public reçoit avec intérêt ce premier groupe d'airs. Florez passe alors à Rossini avec "l'esule" chanté avec sentiment et grande musicalité. Les demi teintes sont fort réussies, le ténor ne détimbrant jamais dans la nuance piano ou mezzo forte. Un extrait de Il signor Bruschino laisse ensuite la place au grand air de La Cenerentola, "Principe più non sei". La virtuosité s'impose sans problème, les nombreux contre-ut sont émis avec facilité. Le grand art, en tout cas, donne cette impression de facilité. Le public exulte à la fin de cette première partie.
La deuxième partie s'ouvre avec Bellini ("Malinconia") après que le ténor a averti le public qu'il avait changé par rapport à ce qui était écrit sur le programme. Il enchaîne aussitôt avec le grand air de I Capuleti ("O di Capellio generosi amici"), chanté avec sa reprise et conclu par un superbe ut, tenu encore à volonté. La tension monte d'un cran parmi le public qui n'en croit pas ses oreilles. La mélodie de salon est représentée par trois Tosti: "Ideale", "Seconda mattinata" et "L'alba separa", chantés dans le meilleur style et sans faute de goût. Le récital se conclut par l'air final du Barbiere de Rossini, grand cheval de bataille de Florez qui le chante justement à Milan pendant ce mois de juillet. Les vocalises sont fluides, la technique ne fait jamais défaut.
Les acclamations saluent le chanteur, obligé de concéder un bis: La Fille du régiment. Que dire de plus, sinon répéter que le style est parfait? Florez ne traite pas cette musique comme de l'opérette, mais avec applomb et tous les contre-ut sont émis avec une technique stupéfiante. Le public crie, tambourine, propose même quelques titres de deuxième bis! Florez propose alors "Granada" pour la plus grande joie du public espagnol. Ce morceau permettra à V.Scalera d'improviser dans la reprise du refrain et au ténor de Lima d'intercaller des mélismes andalous, un premier ut puis un dernier tenu à la fin. Est-il utile de préciser que l'enthousiasme devient hystérie collective et que le public ne tient pas à quitter son fauteuil? Il ne le fera qu'après un dernier bis: "una furtiva lagrima". J.D.Florez a conquis le public par sa voix mais aussi par un contact très naturel et sympathique.
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