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El Festival Mozart cierra con Rossini su edición más ambiciosa
Javier Perez Senz, El Pais, 9 July 2002

A Coruña

El veterano director de orquesta italiano Alberto Zedda, figura
imprescindible en el mundo rossiniano, y el joven tenor peruano Juan
Diego Flórez, la mayor revelación de los últimos años en la escena
belcantista internacional, triunfaron por todo lo alto en la clausura de
la quinta edición del Festival Mozart de A Coruña. Zedda volvió a
brindar una sabia lección de estilo rossiniano dirigiendo Il viaggio a
Reims el sábado en el Palacio de la Ópera, y el domingo Flórez provocó
el delirio del público que abarrotaba el teatro Rosalía de Castro en un
explosivo recital.

Hace dos años, el festival coruñés se anotó un rotundo éxito con el
estreno en España de Il viaggio a Reims, una sorprendente obra a medio
camino entre la ópera bufa y la cantata de celebración que concentra el
más disparatado desfile de piezas de bravura del canto rossiniano. El
montaje, con una simple y eficaz puesta en escena de Lorenza Codignola,
volvió a subir el escenario del Palacio de la Ópera con bazas musicales
seguras en el foso: la precisa y matizada dirección de Zedda, director
artístico del Festival de Pesaro, y la estupenda Orquesta Sinfónica de
Galicia.

Entre el reparto brilló la contralto Ewa Podles entre las voces
femeninas, junto a la jovencísima soprano granadina Mariola Cantarero.
Pero el arrebato vocal llegó con el recital de Juan Diego Flórez: agudos
exultantes, fraseo elegante, virtuosismo técnico y una naturalidad
expresiva que agita las emociones. El joven tenor cautivó al público con
las más apabullantes armas belcantistas en arias de Mozart, Bellini y
Rossini, canciones de Tosti y, de propina, Donizetti.

Con estas dos jornadas, Antonio Moral, director del Festival Mozart
desde su inauguración, ha puesto un brillante punto final a su relación
artística con A Coruña. 'Los festivales deben renovarse y creo que, tras
cinco años de dedicación, ha llegado la hora del relevo', explica Moral.
Bajo su dirección, el festival ha presentado en sus seis ediciones un
total de 19 óperas y ha cuajado en la ciudad ganando público año tras
año con una oferta musical de calidad, presupuestos moderados y sin
concesiones al dictado de los divos.

Juan Diego Flórez: una lágrima furtiva
Gonzalo Alonso, La Razón, 9 July 2002

El recital del tenor Juan Diego Flórez (Perú, 1973) resultó un magnífico
cierre para el Festival Mozart. En mis críticas suelo ser duro y no
prodigarme en elogios, no les asuste todo el cúmulo de alabanzas que van
a leer. Florez las merece. No he escuchado cantar así desde hace muchos
años y no hablemos ya de los que han pasado desde que se me puso por
última vez la carne de gallina o derramé alguna furtiva lágrima. Ambas
cosas consiguió el tenor.

El programa era muy parecido al ofrecido en el Real en acto privado, en
el que triunfó a pesar de una flema persistente. En esta ocasión no
apareció y provocó el delirio. No hubo toses y el público permaneció
sentado ovacionando hasta que el artista dijo basta tras cuatro
espectaculares propinas «La hija del regimiento», «Granada», la jota
«Te quiero» y «Elixir damore» y se levantó para aclamar de pie.

Hoy por hoy, todo son virtudes. El instrumento se encuadra como tenor
«de gracia», pero reune caudal y belleza. ¿Qué distinto al de los Blake
o Workman de «El viaje a Reims» previo! El temperamento es generoso y
canta con el corazón, sin jamás forzar la expresión vocal o física. La
naturalidad es prodigiosa. Dicción y fraseo perfectos, como el sentido
del legato o la facilidad en las coloraturas. El «do» e incluso «re»
superior se alcanzan con espasmosa facilidad. El caudal casi pertenece
al de un lírico. Le acompaña el físico y sabe pisar un escenario con
desenvoltura... Artistas así se cuentan hoy con los dedos de una mano y
sobran dedos.

Un placer al oído

Las tres canciones de Tosti ofrecidas desentonaban un poco del programa,
pero qué placer escucharlas. Bordó por igual páginas tan delicadas como
el «Aura amorosa» y tan pirotécnicas como el «Principe più non sei» de
«Cenerentola», para acabar rematando con los nueve «does» de la cabaleta
de «La hija del regimiento», cantada de una forma que incluso superaba
al admirado Kraus, porque la seguridad y musicalidad son similares pero
el timbre es mucho más bello.

Total, que a uno se le saltó al final una lágrima de puro placer. En La
Coruña hay ya una calle con el nombre de Juan Flórez. No se dedica a él,
obviamente, pero, si no se malogra, la llegará a merecer. ¿Así se canta!
Y no exagero.

El Festival Mozart se despidió con un recital del tenor Juan Diego Flórez
La Voz de Galicia, 9 July 2002

El artista, que estuvo acompañado al piano por Vicente Scalera,
interpretó obras de Rossini y Bellini.

El Festival Mozart echó ayer el cierre a su quinta edición, calificada
por muchos como la más completa de todas las que se celebraron. Como
broche de oro a este certamen, el Teatro Rosalía de Castro se vistió de
gala para el concierto que ofreció el tenor Juan Diego Flórez, que
estuvo acompañado por el pianista Vicenzo Scalera. Con esa actuación se
puso fin a nueve semanas en las que la ciudad de A Coruña se convirtió
en la meca de la mejor música y en donde sonaron las mejores voces del
panorama operístico actual.

Un programa con piezas de Mozart, Rossini, Bellini y Tosti fue el
elegido por Juan Diego Flórez y Vicente Scalera para despedir una nueva
edición del Festival Mozart, que ayer volvió a conseguir que todas las
localidades del Teatro Rosalía de Castro estuviesen ocupadas.

El gran talento del tenor y de su acompañante quedaron patentes durante
todo el concierto y al final del cual recibieron una gran ovación por
parte del público que llenaba el auditorio coruñés.

Con este concierto se pone punto y final a más de dos meses en los que
el Teatro Rosalía, el Palacio de la Ópera y varias iglesias se
convirtieron en escenario de numerosas óperas, conciertos, recitales y
actuaciones de música de cámara. [...]

Una larga fumata blanca
Julián Carrillo, Mundo Clasico, 16 July 2002

A Coruña, 07 de julio de 2002. Teatro Rosalía Castro. Juan Diego Florez,
tenor. Vincenzo Scalera, piano. Programa. Mozart: 'Ridente la Calma' K
152; Un'aura amorosa, de 'Così fan tutte'  K 588. Si spande al sole in faccia,
de 'Il re pastore' K208. Rossini: 'L'Esule'. Deh tu m'assisti amore, de 'Il
signor Bruschino'. Principe piu non sei, de La Cenerentola. Bellini:
Vanne o rosa fortunata (sustituida por Malinconia). E' serbato a quest'acciaro
de 'I Capuleti e Montecchi'. Tosti: 'Ideale', 'Seconda Mattinata', 'L'alba
separa dalla luce l'ombra'. Rossini: Cessa di più resistere, de 'Il barbiere di
Siviglia'. Festival Mozart

Uno, por razones de edad, ha vivido ya cuatro cónclaves para la elección
de Papa. El primero, en el otoño de 1959, me pilló de adolescente y dejó
grabadas profundas huellas en mí. La primera consistió en el hecho mismo
de que muriera un Papa, y no uno cualquiera, sino nada menos que Pío XII,
con aquel aire suyo siempre tan mayestático. Esto me hizo sentir la
fugacidad inherente a todo aquello que creemos perpetuo, lo que, con los años y la
inestimable ayuda de Don Luigi Pirandello, ha venido a dar en una
especie de irónico relativismo existencial que, mal que bien, ayuda lo suyo. La
segunda, más o menos de la misma índole que la anterior, fue el método
de comunicación al exterior de los resultados de las supuestamente secretas (*)
votaciones del cónclave.

El método, ciertamente ingenioso, consiste en quemar las papeletas en
una estufa cuya chimenea se ve bien claramente desde el exterior. Si la
votación resulta infructuosa y no hay nuevo Papa, se les añade algo de pez para
que el humo sea negro. Cuando por fin se llega al nombramiento, sólo se
quema el papel, produciendo una hermosa y blanca humareda que sirve de aviso a
los habitantes de Roma para que acudan a la Plaza de San Pedro a recibir
jubilosos al nuevo Vicario de Cristo en la Tierra. Aunque hay veces en
que el encargado de estas quemas retrasa el añadido de la pez, haciendo
creer que ya hay Papa, cuando aún no es cierto.

Viene todo este preámbulo a propósito del descubrimiento que tuvimos
ocasión de participar los asistentes al último concierto del Festival
Mozart de La Coruña, a cargo del tenor Juan Diego Florez. No voy a entrar en
demasiadas cuestiones de técnica vocal, para las que remito al lector al
artículo de nuestro compañero Fernando Peregrín, publicado en este mismo
número de Mundo Clásico. Pero no puedo por menos de dejar constancia de
lo ha sido uno de los mayores acontecimientos líricos vividos en La Coruña
en los últimos años.

Esta ciudad tiene una larga tradición lírica y, a lo largo de los
tiempos, su público ha desarrollado una sabiduría y un instinto
especiales para el canto. En esta materia, no es fácil lograr el La Coruña un
fuerte aplauso. Pero cuando alguien es capaz de entusiasmar al público, el
calor con que éste corresponde es de una intensidad y calidez especiales.

Por situar el tema, diré que los corrillos formados a la salida del
concierto fueron bastante más nutridos y numerosos de lo habitual,
duraron mucho más y hubo un trasiego de personas de unos a otros que no se ve
habitualmente. El tema de conversación, único: el descubrimiento. Los
niveles de debate, variadísimos. Un detalle: en alguno se discutía si
Florez es tan bueno como fue Kraus o mejor.

Incendiario

No seré yo quien dilucide tal cuestión, Dios me libre. Pero sí debo
decir desde ya que salí del concierto con una gran agitación interior, una
especie de conmoción general de la que declaro absoluta y felizmente 'culpable'
al tenor peruano, que lo es también de hacer 'arder' el Rosalía en las más
unánimes y largas ovaciones que he oído en mi vida y, por el ámbito
acústico de éste -un pequeño teatro a la italiana, con un aforo de apenas 700
localidades-, la más sonora que nunca haya podido oír en La Coruña. Y es
que no todos los días tiene uno la ocasión de oír en concierto por primera
vez a un tenor de la enorme categoría artística de Juan Diego Florez.

Que, además, tiene el mérito de ser humano y parecerlo, como se vio en
la primera parte, cuando -caso de 'Ridente la calma' o ' Un aura amorosa'-
parecía que podía tener algún mínimo fallo de afinación, apenas
perceptible y probablemente sólo debido a la tensión emocional que da la
responsabilidad del comienzo de un concierto en una nueva ciudad.

A partir de ahí, sólo puedo decir que el concierto fue a más, nota a
nota, canción a canción. Florez tiene una vocalización clarísima, que
permite entender y seguir cada sílaba del texto, sea éste en el idioma
que sea. Su dominio de la intensidad dinámica es excelente, como empezó a
mostrar en 'Si spande al sole in faccia' de Il re pastore, así como la
agilidad de su voz (caso de 'Principe piu non sei' y de 'Cessa de più
resistere', que cerraba programa). El aire heroico de L'Esule sólo fue
el principio de una gama de expresividad prácticamente ilimitada,
desgranando todo tipo de sentimientos a lo largo de la noche que 'incendiaron´ el
Rosalía.

Pero cuando éste terminó de arder y se consumió, produciendo la
definitiva fumata blanca, fue en las propinas. Por no alargarme más,
sólo dejaré constancia de que en 'Ah, mes amis, quel jour de fête!' Y en 'Una
furtiva lacrima' demostró que difícilmente puede haber un tenor en
activo que sea capaz de llegar a cantar un Donizetti con tal limpieza, belleza
de timbre y tanta hondura.

De modo que si, como es de desear, su carrera artística transcurre
correctamente, por los pasos debidos, con una idónea elección de
repertorio y sin abusar de lo que es una voz privilegiada por dotes naturales y
formación, podremos por fin gritar: ¡Anuntio vobis gaudium magnum!
¡Habemus tenorem! ¡Eminentissimum et peruanissimum dominum Iohanem, profanae
liricae ecclesiae cantorem Diego Florez, qui sibi nominem non impossuit!

(*) Esto me recuerda que en el último cónclave, celebrado en 1978 con
apenas dos meses de diferencia con el anterior, no existían aún los hoy
omnipresentes teléfonos móviles.

Recital Juan Diego Florez
Valéry Fleurquin, Forum Opéra, July 2002

Juan Diego Florez, ténor
Vincenzo Scalera, piano
Teatro Rosalia  Castro
A Coruña, 7 juillet 2002

Pour conclure le festival Mozart, le petit théâtre Rosalia Castro,aux
trois quarts rempli, a proposé un récital du jeune ténor péruvien
J.D.Florez. Lors de sa dernière intervention en Espagne (à Madrid,
Teatro Real, en mai) le ténor avait eu quelques problèmes l'obligeant à
interrompre son récital pendant plus d'une demi heure et à le terminer
avec prudence mais honneur.
Le récital de A Coruña n'a été ni prudent ni honorable ; il a été un
triomphe à la César.

La première partie commençe avec Mozart. "Ridente la calma" puis
"Un'aura amorosa" superbement phrasé et tenu sur le souffle. Pour tester
la virtuosité suit "Si spande al sole" extrait de Il Re pastore. Le
public reçoit avec intérêt ce premier groupe d'airs.
Florez passe alors à Rossini avec "l'esule" chanté avec sentiment et
grande musicalité. Les demi teintes sont fort réussies, le ténor ne
détimbrant jamais dans la nuance piano ou mezzo forte. Un extrait de Il
signor Bruschino laisse ensuite la place au grand air de La Cenerentola,
"Principe più non sei". La virtuosité s'impose sans problème, les
nombreux contre-ut sont émis avec facilité. Le grand art, en tout cas,
donne cette impression de facilité. Le public exulte à la fin de cette
première partie.

La deuxième partie s'ouvre avec Bellini ("Malinconia") après que le
ténor a averti le public qu'il avait changé par rapport à ce qui était
écrit sur le programme. Il enchaîne aussitôt avec le grand air de I
Capuleti ("O di Capellio generosi amici"), chanté avec sa reprise et
conclu par un superbe ut, tenu encore à volonté. La tension monte d'un
cran parmi le public qui n'en croit pas ses oreilles. La mélodie de
salon est représentée par trois Tosti: "Ideale", "Seconda mattinata" et
"L'alba separa", chantés dans le meilleur style et sans faute de goût.
Le récital se conclut par l'air final du Barbiere de Rossini, grand
cheval de bataille de Florez qui le chante justement à Milan pendant ce
mois de juillet. Les vocalises sont fluides, la technique ne fait jamais
défaut.

Les acclamations saluent le chanteur, obligé de concéder un bis: La
Fille du régiment. Que dire de plus, sinon répéter que le style est
parfait? Florez ne traite pas cette musique comme de l'opérette, mais
avec applomb et tous les contre-ut sont émis avec une technique
stupéfiante. Le public crie, tambourine, propose même quelques titres de
deuxième bis! Florez propose alors "Granada" pour la plus grande joie du
public espagnol. Ce morceau permettra à V.Scalera d'improviser dans la
reprise du refrain et au ténor de Lima d'intercaller des mélismes
andalous, un premier ut puis un dernier tenu à la fin. Est-il utile de
préciser que l'enthousiasme devient hystérie collective et que le public
ne tient pas à quitter son fauteuil? Il ne le fera qu'après un dernier
bis: "una furtiva lagrima". J.D.Florez a conquis le public par sa voix
mais aussi par un contact très naturel et sympathique.

REVIEWS
Recital, Coruña, 7 July 2002

Una larga fumata blanca, Mundo Clasico, 16 July 2002
Recital Juan Diego Florez, Forum Opéra, July 2002
REVIEWS
Recital, Coruña, 7 July 2002

Una larga fumata blanca, Mundo Clasico, 16 July 2002
Recital Juan Diego Florez, Forum Opéra, July 2002

This page was last updated on: August 30, 2002

El Festival Mozart cierra con Rossini su edición más ambiciosa
Javier Perez Senz, El Pais, 9 July 2002

A Coruña

El veterano director de orquesta italiano Alberto Zedda, figura
imprescindible en el mundo rossiniano, y el joven tenor peruano Juan
Diego Flórez, la mayor revelación de los últimos años en la escena
belcantista internacional, triunfaron por todo lo alto en la clausura de
la quinta edición del Festival Mozart de A Coruña. Zedda volvió a
brindar una sabia lección de estilo rossiniano dirigiendo Il viaggio a
Reims el sábado en el Palacio de la Ópera, y el domingo Flórez provocó
el delirio del público que abarrotaba el teatro Rosalía de Castro en un
explosivo recital.

Hace dos años, el festival coruñés se anotó un rotundo éxito con el
estreno en España de Il viaggio a Reims, una sorprendente obra a medio
camino entre la ópera bufa y la cantata de celebración que concentra el
más disparatado desfile de piezas de bravura del canto rossiniano. El
montaje, con una simple y eficaz puesta en escena de Lorenza Codignola,
volvió a subir el escenario del Palacio de la Ópera con bazas musicales
seguras en el foso: la precisa y matizada dirección de Zedda, director
artístico del Festival de Pesaro, y la estupenda Orquesta Sinfónica de
Galicia.

Entre el reparto brilló la contralto Ewa Podles entre las voces
femeninas, junto a la jovencísima soprano granadina Mariola Cantarero.
Pero el arrebato vocal llegó con el recital de Juan Diego Flórez: agudos
exultantes, fraseo elegante, virtuosismo técnico y una naturalidad
expresiva que agita las emociones. El joven tenor cautivó al público con
las más apabullantes armas belcantistas en arias de Mozart, Bellini y
Rossini, canciones de Tosti y, de propina, Donizetti.

Con estas dos jornadas, Antonio Moral, director del Festival Mozart
desde su inauguración, ha puesto un brillante punto final a su relación
artística con A Coruña. 'Los festivales deben renovarse y creo que, tras
cinco años de dedicación, ha llegado la hora del relevo', explica Moral.
Bajo su dirección, el festival ha presentado en sus seis ediciones un
total de 19 óperas y ha cuajado en la ciudad ganando público año tras
año con una oferta musical de calidad, presupuestos moderados y sin
concesiones al dictado de los divos.

Juan Diego Flórez: una lágrima furtiva
Gonzalo Alonso, La Razón, 9 July 2002

El recital del tenor Juan Diego Flórez (Perú, 1973) resultó un magnífico
cierre para el Festival Mozart. En mis críticas suelo ser duro y no
prodigarme en elogios, no les asuste todo el cúmulo de alabanzas que van
a leer. Florez las merece. No he escuchado cantar así desde hace muchos
años y no hablemos ya de los que han pasado desde que se me puso por
última vez la carne de gallina o derramé alguna furtiva lágrima. Ambas
cosas consiguió el tenor.

El programa era muy parecido al ofrecido en el Real en acto privado, en
el que triunfó a pesar de una flema persistente. En esta ocasión no
apareció y provocó el delirio. No hubo toses y el público permaneció
sentado ovacionando hasta que el artista dijo basta tras cuatro
espectaculares propinas «La hija del regimiento», «Granada», la jota
«Te quiero» y «Elixir damore» y se levantó para aclamar de pie.

Hoy por hoy, todo son virtudes. El instrumento se encuadra como tenor
«de gracia», pero reune caudal y belleza. ¿Qué distinto al de los Blake
o Workman de «El viaje a Reims» previo! El temperamento es generoso y
canta con el corazón, sin jamás forzar la expresión vocal o física. La
naturalidad es prodigiosa. Dicción y fraseo perfectos, como el sentido
del legato o la facilidad en las coloraturas. El «do» e incluso «re»
superior se alcanzan con espasmosa facilidad. El caudal casi pertenece
al de un lírico. Le acompaña el físico y sabe pisar un escenario con
desenvoltura... Artistas así se cuentan hoy con los dedos de una mano y
sobran dedos.

Un placer al oído

Las tres canciones de Tosti ofrecidas desentonaban un poco del programa,
pero qué placer escucharlas. Bordó por igual páginas tan delicadas como
el «Aura amorosa» y tan pirotécnicas como el «Principe più non sei» de
«Cenerentola», para acabar rematando con los nueve «does» de la cabaleta
de «La hija del regimiento», cantada de una forma que incluso superaba
al admirado Kraus, porque la seguridad y musicalidad son similares pero
el timbre es mucho más bello.

Total, que a uno se le saltó al final una lágrima de puro placer. En La
Coruña hay ya una calle con el nombre de Juan Flórez. No se dedica a él,
obviamente, pero, si no se malogra, la llegará a merecer. ¿Así se canta!
Y no exagero.

El Festival Mozart se despidió con un recital del tenor Juan Diego Flórez
La Voz de Galicia, 9 July 2002

El artista, que estuvo acompañado al piano por Vicente Scalera,
interpretó obras de Rossini y Bellini.

El Festival Mozart echó ayer el cierre a su quinta edición, calificada
por muchos como la más completa de todas las que se celebraron. Como
broche de oro a este certamen, el Teatro Rosalía de Castro se vistió de
gala para el concierto que ofreció el tenor Juan Diego Flórez, que
estuvo acompañado por el pianista Vicenzo Scalera. Con esa actuación se
puso fin a nueve semanas en las que la ciudad de A Coruña se convirtió
en la meca de la mejor música y en donde sonaron las mejores voces del
panorama operístico actual.

Un programa con piezas de Mozart, Rossini, Bellini y Tosti fue el
elegido por Juan Diego Flórez y Vicente Scalera para despedir una nueva
edición del Festival Mozart, que ayer volvió a conseguir que todas las
localidades del Teatro Rosalía de Castro estuviesen ocupadas.

El gran talento del tenor y de su acompañante quedaron patentes durante
todo el concierto y al final del cual recibieron una gran ovación por
parte del público que llenaba el auditorio coruñés.

Con este concierto se pone punto y final a más de dos meses en los que
el Teatro Rosalía, el Palacio de la Ópera y varias iglesias se
convirtieron en escenario de numerosas óperas, conciertos, recitales y
actuaciones de música de cámara. [...]

Una larga fumata blanca
Julián Carrillo, Mundo Clasico, 16 July 2002

A Coruña, 07 de julio de 2002. Teatro Rosalía Castro. Juan Diego Florez,
tenor. Vincenzo Scalera, piano. Programa. Mozart: 'Ridente la Calma' K
152; Un'aura amorosa, de 'Così fan tutte'  K 588. Si spande al sole in faccia,
de 'Il re pastore' K208. Rossini: 'L'Esule'. Deh tu m'assisti amore, de 'Il
signor Bruschino'. Principe piu non sei, de La Cenerentola. Bellini:
Vanne o rosa fortunata (sustituida por Malinconia). E' serbato a quest'acciaro
de 'I Capuleti e Montecchi'. Tosti: 'Ideale', 'Seconda Mattinata', 'L'alba
separa dalla luce l'ombra'. Rossini: Cessa di più resistere, de 'Il barbiere di
Siviglia'. Festival Mozart

Uno, por razones de edad, ha vivido ya cuatro cónclaves para la elección
de Papa. El primero, en el otoño de 1959, me pilló de adolescente y dejó
grabadas profundas huellas en mí. La primera consistió en el hecho mismo
de que muriera un Papa, y no uno cualquiera, sino nada menos que Pío XII,
con aquel aire suyo siempre tan mayestático. Esto me hizo sentir la
fugacidad inherente a todo aquello que creemos perpetuo, lo que, con los años y la
inestimable ayuda de Don Luigi Pirandello, ha venido a dar en una
especie de irónico relativismo existencial que, mal que bien, ayuda lo suyo. La
segunda, más o menos de la misma índole que la anterior, fue el método
de comunicación al exterior de los resultados de las supuestamente secretas (*)
votaciones del cónclave.

El método, ciertamente ingenioso, consiste en quemar las papeletas en
una estufa cuya chimenea se ve bien claramente desde el exterior. Si la
votación resulta infructuosa y no hay nuevo Papa, se les añade algo de pez para
que el humo sea negro. Cuando por fin se llega al nombramiento, sólo se
quema el papel, produciendo una hermosa y blanca humareda que sirve de aviso a
los habitantes de Roma para que acudan a la Plaza de San Pedro a recibir
jubilosos al nuevo Vicario de Cristo en la Tierra. Aunque hay veces en
que el encargado de estas quemas retrasa el añadido de la pez, haciendo
creer que ya hay Papa, cuando aún no es cierto.

Viene todo este preámbulo a propósito del descubrimiento que tuvimos
ocasión de participar los asistentes al último concierto del Festival
Mozart de La Coruña, a cargo del tenor Juan Diego Florez. No voy a entrar en
demasiadas cuestiones de técnica vocal, para las que remito al lector al
artículo de nuestro compañero Fernando Peregrín, publicado en este mismo
número de Mundo Clásico. Pero no puedo por menos de dejar constancia de
lo ha sido uno de los mayores acontecimientos líricos vividos en La Coruña
en los últimos años.

Esta ciudad tiene una larga tradición lírica y, a lo largo de los
tiempos, su público ha desarrollado una sabiduría y un instinto
especiales para el canto. En esta materia, no es fácil lograr el La Coruña un
fuerte aplauso. Pero cuando alguien es capaz de entusiasmar al público, el
calor con que éste corresponde es de una intensidad y calidez especiales.

Por situar el tema, diré que los corrillos formados a la salida del
concierto fueron bastante más nutridos y numerosos de lo habitual,
duraron mucho más y hubo un trasiego de personas de unos a otros que no se ve
habitualmente. El tema de conversación, único: el descubrimiento. Los
niveles de debate, variadísimos. Un detalle: en alguno se discutía si
Florez es tan bueno como fue Kraus o mejor.

Incendiario

No seré yo quien dilucide tal cuestión, Dios me libre. Pero sí debo
decir desde ya que salí del concierto con una gran agitación interior, una
especie de conmoción general de la que declaro absoluta y felizmente 'culpable'
al tenor peruano, que lo es también de hacer 'arder' el Rosalía en las más
unánimes y largas ovaciones que he oído en mi vida y, por el ámbito
acústico de éste -un pequeño teatro a la italiana, con un aforo de apenas 700
localidades-, la más sonora que nunca haya podido oír en La Coruña. Y es
que no todos los días tiene uno la ocasión de oír en concierto por primera
vez a un tenor de la enorme categoría artística de Juan Diego Florez.

Que, además, tiene el mérito de ser humano y parecerlo, como se vio en
la primera parte, cuando -caso de 'Ridente la calma' o ' Un aura amorosa'-
parecía que podía tener algún mínimo fallo de afinación, apenas
perceptible y probablemente sólo debido a la tensión emocional que da la
responsabilidad del comienzo de un concierto en una nueva ciudad.

A partir de ahí, sólo puedo decir que el concierto fue a más, nota a
nota, canción a canción. Florez tiene una vocalización clarísima, que
permite entender y seguir cada sílaba del texto, sea éste en el idioma
que sea. Su dominio de la intensidad dinámica es excelente, como empezó a
mostrar en 'Si spande al sole in faccia' de Il re pastore, así como la
agilidad de su voz (caso de 'Principe piu non sei' y de 'Cessa de più
resistere', que cerraba programa). El aire heroico de L'Esule sólo fue
el principio de una gama de expresividad prácticamente ilimitada,
desgranando todo tipo de sentimientos a lo largo de la noche que 'incendiaron´ el
Rosalía.

Pero cuando éste terminó de arder y se consumió, produciendo la
definitiva fumata blanca, fue en las propinas. Por no alargarme más,
sólo dejaré constancia de que en 'Ah, mes amis, quel jour de fête!' Y en 'Una
furtiva lacrima' demostró que difícilmente puede haber un tenor en
activo que sea capaz de llegar a cantar un Donizetti con tal limpieza, belleza
de timbre y tanta hondura.

De modo que si, como es de desear, su carrera artística transcurre
correctamente, por los pasos debidos, con una idónea elección de
repertorio y sin abusar de lo que es una voz privilegiada por dotes naturales y
formación, podremos por fin gritar: ¡Anuntio vobis gaudium magnum!
¡Habemus tenorem! ¡Eminentissimum et peruanissimum dominum Iohanem, profanae
liricae ecclesiae cantorem Diego Florez, qui sibi nominem non impossuit!

(*) Esto me recuerda que en el último cónclave, celebrado en 1978 con
apenas dos meses de diferencia con el anterior, no existían aún los hoy
omnipresentes teléfonos móviles.

Recital Juan Diego Florez
Valéry Fleurquin, Forum Opéra, July 2002

Juan Diego Florez, ténor
Vincenzo Scalera, piano
Teatro Rosalia  Castro
A Coruña, 7 juillet 2002

Pour conclure le festival Mozart, le petit théâtre Rosalia Castro,aux
trois quarts rempli, a proposé un récital du jeune ténor péruvien
J.D.Florez. Lors de sa dernière intervention en Espagne (à Madrid,
Teatro Real, en mai) le ténor avait eu quelques problèmes l'obligeant à
interrompre son récital pendant plus d'une demi heure et à le terminer
avec prudence mais honneur.
Le récital de A Coruña n'a été ni prudent ni honorable ; il a été un
triomphe à la César.

La première partie commençe avec Mozart. "Ridente la calma" puis
"Un'aura amorosa" superbement phrasé et tenu sur le souffle. Pour tester
la virtuosité suit "Si spande al sole" extrait de Il Re pastore. Le
public reçoit avec intérêt ce premier groupe d'airs.
Florez passe alors à Rossini avec "l'esule" chanté avec sentiment et
grande musicalité. Les demi teintes sont fort réussies, le ténor ne
détimbrant jamais dans la nuance piano ou mezzo forte. Un extrait de Il
signor Bruschino laisse ensuite la place au grand air de La Cenerentola,
"Principe più non sei". La virtuosité s'impose sans problème, les
nombreux contre-ut sont émis avec facilité. Le grand art, en tout cas,
donne cette impression de facilité. Le public exulte à la fin de cette
première partie.

La deuxième partie s'ouvre avec Bellini ("Malinconia") après que le
ténor a averti le public qu'il avait changé par rapport à ce qui était
écrit sur le programme. Il enchaîne aussitôt avec le grand air de I
Capuleti ("O di Capellio generosi amici"), chanté avec sa reprise et
conclu par un superbe ut, tenu encore à volonté. La tension monte d'un
cran parmi le public qui n'en croit pas ses oreilles. La mélodie de
salon est représentée par trois Tosti: "Ideale", "Seconda mattinata" et
"L'alba separa", chantés dans le meilleur style et sans faute de goût.
Le récital se conclut par l'air final du Barbiere de Rossini, grand
cheval de bataille de Florez qui le chante justement à Milan pendant ce
mois de juillet. Les vocalises sont fluides, la technique ne fait jamais
défaut.

Les acclamations saluent le chanteur, obligé de concéder un bis: La
Fille du régiment. Que dire de plus, sinon répéter que le style est
parfait? Florez ne traite pas cette musique comme de l'opérette, mais
avec applomb et tous les contre-ut sont émis avec une technique
stupéfiante. Le public crie, tambourine, propose même quelques titres de
deuxième bis! Florez propose alors "Granada" pour la plus grande joie du
public espagnol. Ce morceau permettra à V.Scalera d'improviser dans la
reprise du refrain et au ténor de Lima d'intercaller des mélismes
andalous, un premier ut puis un dernier tenu à la fin. Est-il utile de
préciser que l'enthousiasme devient hystérie collective et que le public
ne tient pas à quitter son fauteuil? Il ne le fera qu'après un dernier
bis: "una furtiva lagrima". J.D.Florez a conquis le public par sa voix
mais aussi par un contact très naturel et sympathique.

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Image: Florez in Recital at Coruņa, 7 July 2002. Photo by
Recital in Coruña from La Voz de Galicia.
Photo by César Quian