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Palau de la Musica, Barcelona, 7 March 2005

Teatro de la Maestranza, Seville 10 March 2005
Photo of Flórez in performance in Seville by Lamadrid

Un fenómeno sin parangón, La Vanguardia,  9 March 2005
Fulgor tenoril, Avui, 9 March 2005
El esperado, El Mundo, 9 March 2005
La apoteosis de un tenor luminoso, El Periódico, 10 March 2005
El tenor de moda, Pablo Meléndez-Haddad ABC, 9 March 2005 [in .jpg format]
El tenor de moda, Javier Pérez Senz, El Pais, 9 March 2005 [in .jpg format]
Déjame que te aplauda, limeño, Diario de Sevilla, 11 March 2005
Sevilla se rinde ante el talento de Juan Diego Flórez, EFE, 13 March 2005
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Un fenómeno sin parangón
Roger Alier, La Vanguardia, 9 March 2005

El público operístico barcelonés continúa sabiendo dónde le aprieta el zapato, y dónde hay un recital que no hay que perderse. El lunes, el tot Liceu estaba en el Palau para escuchar a ese maravilloso tenor peruano que ha revivido el fenómeno del divo a base de cantar como nadie y arrastrar a la gente en pos de su exquisita musicalidad y su agilidad vocal sin parangón.

No se trata, como piensan algunos, de si alcanza tal o cual agudo (en honor a la verdad, alcanza el re sobreagudo sin merma de calidad), sino su inmensa capacidad para cantar, en el sentido más amplio del término, o sea, cantar dando a un exquisito fraseo una calidad impresionante, un sentido musicalísimo del que no se conocen equivalentes en los últimos años. Como antecedentes suyos hay quien cita a Kraus (pero la voz de Flórez es más bella), hay quien menciona a Pavarotti (pero el gran tenor de Módena no posee los matices que Flórez sabe dar a todo lo que canta).

Bien acompañado por el eficaz especialista en esta labor, Vincenzo Scalera, Flórez empezó dando una lección de canto mozartiano con un aria de Il re pastore,y luego exhibió un dechado de belcantismo con el aria principal de Paolino de Il matrimonio segreto,de Cimarosa, con gran elegancia; cantó luego en francés dos arias del Orfeo de Gluck, en la versión de París: aquí tenemos por fin al intérprete adecuado para cantar esa versión, mucho más completa y redonda que la primitiva de Viena, que se hace siempre por comodidad. A ver si alguien escucha ese ruego en el desierto.

Con el aria de Idreno de Semiramide, con impresionantes agudos, cerró el tenor la primera parte, que fue aplaudidísima, y volvió para lograr mayores consensos con el aria de Tebaldo, de I Capuleti e i Montecchi de Bellini; luego vinieron tres hermosas canciones peruanas muy adecuadas a su estilo, que gustaron enormemente y provocaron uno de los muchos gritos del público: "¡Vales un Perú!".Ypara contentar a los románticos, Una furtiva lacrima de L´elisir d´amore,de Donizetti, y después el aria de los nueve dos de pecho de La fille du régiment,del mismo autor. No pudo el tenor retirarse sin satisfacer la enorme sed de más piezas, y regaló nada menos que cuatro: especialmente brillante estuvo en la parte final del aria de Almaviva del Barbiere rossiniano, y que tan brillantemente interpretó hace poco en el Real. Siguió con la canción La donna è mobile,con tal maestría que provocó una catarsis colectiva de gran envergadura. Y a impulsos del público regaló todavía dos piezas más: una bella canción de Tosti, que dijo magistralmente, y concluyó con una pieza que Kraus solía cantar: la jota de la zarzuela El trust de los tenorios,de Serrano. Muchas veces tuvo que salir a saludar y al final prometió al público que tanto le había arropado que volvería de nuevo a Barcelona.


Juan Diego Flórez: Fulgor tenoril
Xavier Cester, Avui, 9 March 2005

Obres de Mozart, Cimarosa, Gluck, Rossini, Bellini, Ayarza, Chabuca Granda i Donizetti. Juan Diego Flórez, tenor. Vincenzo Scalera, piano. Lírica de Barcelona, Palau de la Música Catalana, 7 de març.

Quan el públic resta a les seves butaques a l'acabar un concert en lloc de sortir esperitat cap a la porta, és que alguna cosa grossa ha passat. En el cas que avui ens ocupa, el de Juan Diego Flórez, va passar. El primer recital a Barcelona del tenor peruà es va saldar amb incessants demandes perquè tornés a l'escenari -l'ovació de sortida ja donava pistes del que passaria-, crits de "guapo" i "Kraus ha vuelto" (lloança extrema), l'intèrpret agraint de viva veu la generositat del públic i prometent tornar aviat (d'entrada, la temporada vinent a la Semiramide liceista), fins i tot una espontània va recórrer l'escenari per poder tocar el seu ídol. És ben poc usual que un tenor lírico-lleuger, una tipologia tenoril menys propensa a despertar ardors que un cantant avesat a Verdi i Puccini, aixequi aquestes passions. Esclar que Flórez és un punt i a part per la bellesa de la veu, la comunicativitat del fraseig, la insolència de l'agut i l'abracadabrant capacitat per al cant d'agilitat. Flórez és d'aquells privilegiats que fa fàcil el difícil, com va demostrar enpàgines on més d'un i de dos s'estrellen sense remissió: l'inclement ària de Semiramide, les floritures de L'espoir renaît de l'Orfeo de Gluck passat per París o, especialitat de la casa com a propina tot i el lapsus de lletra, la part final del rondó d'Almaviva del Barber rossinià.

El programa era un viatge pel repertori ideal per subratllar les millors qualitats de Flórez, el de la segona meitat del XVIII i el primer terç del XIX, amb un entranyable parèntesi peruà amb un clàssic com La flor de la canela i la sentida Hasta la guitarra llora, culminant de forma apoteòsica amb els nou do de La fille du régiment. Posats a ser molt perepunyetes, algun agut al començament de la vetllada va sonar un pèl dur, i una mica més de varietat dinàmica no hauria estat sobrera. Objeccions mínimes davant de l'enlluernador festival vocal que va continuar a les propines com La donna è mobile, L'alba separa della luce l'ombra de Tosti i la vibrant jota d'El trust de los tenorios. Aquesta darrera peça era una de les especialitats d'Alfredo Kraus i, al capdavall, seguir l'exemple del gran tenor canari seria una de les coses més saludables que podria fer aquest fenomen anomenat Juan Diego Flórez.


El esperado
Albert Vilardell, El Mundo, 9 March 2005

El tenor Juan Diego Flórez ha ido escalando los peldaños de la fama y ha conseguido que sus actuaciones sean siempre muy esperadas, por lo que fue recibido con una larga ovación por un publico que esperaba una noche inolvidable. El propio Pavarotti dijo que lo considera su sucesor, aunque sus características están más cerca de Kraus, al que le une un estilo parecido.

Flórez ha basado su rápida y meditada ascensión en una voz de tenor lírico ligero, en una técnica profunda, junto a una gran inteligencia que le hace elegir con sumo cuidado su repertorio para mantener siempre el nivel alto, incluso en aquellas piezas que constituyen una salida de las óperas de su cuerda, a las que dota de una exquisita musicalidad. El timbre es bello en el registro central, compacto y tiene una envidiable seguridad en el registro agudo y al solucionar cambios de registro.

El programa era muy variado, algo corto y faltaron algunas de las piezas emblemáticas. Empezó con el aria de Il re pastore, donde supo diferenciar cada una de las partes, mientras que en Il matrimonio segreto, mostró su estilo elegante y bello. La inclusión de las arias de L'Orphée et Euridyce era un reto, porque habitualmente se oyen distinto, pero Flórez volvió a dotarlas de un fraseo variado, diferenciando el dolor de la primera y la fuerza de la segunda. La primera parte acabó con Semiramide, en un fragmento de gran dificultad, que sorteó con seguridad.

Después del descanso se inició con I Capuleti e i Montecchi, a la que dio el aire extrovertido con pureza belcantista, para después ir a sus raíces con tres canciones peruanas, en las sobresalió su conocimiento del folclore, destacando La flor de la canela.Acababa el recital con otro compositor emblemático en su carrera, Donizetti, con L'elisir d'amore, donde supo expresar con gran claridad el dolor y la desesperanza de; y la famosa aria de los 9 Do, de Le Fille du régiment, en la que además de mostrar su valentía y seguridad, cantó con una gran elegancia

El éxito fue absoluto y Flórez se vio obligado a cuatro bises.El público pedía más, pero el cantante estaba algo cansado. Discreto el acompañamiento de Vincenzo Scalera.


Juan Diego Flórez, la apoteosis de un tenor luminoso
Joan Anton Carrach, El Periódico, 10 March 2005

Aun renqueante, Flórez arrolló en su presentación en el Palau de la Música

No fue el recital magistral que dio en Peralada el 27 de julio del 2002 (con el que, además, coincidía buena parte de repertorio y bises), porque, al parecer, el tenor peruano Juan Diego Flórez llegó el pasado lunes al Palau todavía tocado por una gripe, tanteando su voz al principio en el aria mozartiana Si spande al sole in faccia y con un velo que oscurecía su habitual timbre luminosísimo. Pero el recital, aunque excluía casi enteramente uno de sus caballos de batalla, Rossini (sólo un aria, La speranza più soave, de Semiramide), fue calentándose poco a poco hasta sobreponerse y conseguir un sonoro triunfo, con espontánea incluida cruzando de cabo a rabo, y no muy ligera, el escenario para abrazar al ídolo.

Tiene Flórez muchas cosas, pero de todas ellas destaca su inteligencia cuando se enfrenta a cada una de las piezas que canta: esa capacidad trabajadísima para convertir cada aria en una experiencia única, la emotividad con que su voz colorea cada nota para dejar en suspenso, arrobado, al público, y un arrebato de comunicación que ya le ha convertido en el belcantista señero de su generación. Acompañado otra vez al piano por Vincenzo Scalera, Flórez mezcló de nuevo el repertorio operístico con canciones peruanas (entre ellas La flor de la canela, de Chabuca Granda), y terminó ofreciendo cuatro bises: Rossini, con despiste incluido, Verdi (La donna è mobile: ovación de gala), Tosti (L'alba separa dalla luce l'ombra) y, ante la insistencia de un Palau puesto en pie, la jota de El trust de los tenorios de Serrano. Apoteosis última. No hay dudas: la estrella se ha confirmado.


Déjame que te aplauda, limeño
Andrés Moreno Mengíbar, Diario de Sevilla, 11 March 2005

No creo exagerar si digo que el recital del tenor peruano Juan Diego Flórez ha batido récords en el Maestranza después de la Expo. Es la primera vez que un recital lírico cuelga el no hay billetes en nuestro coliseo. Y, además, no recuerdo ningún concierto ni representación de ópera que cosechase treinta y cinco minutos de aplausos, ovaciones y hasta seis bises a cada cual más aclamado.
Como valor añadido que hará que este evento quede en la memoria de los aficionados por muchos años está el detalle (que hay que agradecerle al artista) de preparar ex profeso para Sevilla una amplia y maravillosa selección de las canciones de Manuel García que, para muchos, habrán sido un gratísimo descubrimiento, a juzgar por los comentarios cosechados al azar por este crítico entre los asistentes durante el descanso. Lo cual creo que es fundamental, porque hace tan sólo unos días hay quienes se han permitido, desde la Soberbia y la Ignorancia (hijas gemelas de la madre Estulticia), por escrito y en público, poner en duda la conveniencia de recuperar la música de este músico cuyo único delito fue nacer en Sevilla y llamarse García. A ver si todas esas autoridades que anoche tachonaban la sala del Maestranza convencen a la dirección artística del teatro para que sea más sensible con nuestro patrimonio.

Como en el soneto encargado por Violante, juro que jamás me he visto en tal aprieto. Quizás no lo crean, pero me cuesta mucho más hacer una crítica de un concierto perfecto que de uno deplorable. No sé, debe ser cuestión de riqueza de adjetivos y el no tener a dónde agarrase para desmontar una interpretación musical. Porque eso es lo que ocurrió anoche: un recital perfecto de ésos que lo dejan a uno con cara de tonto, la boca abierta y la voz cascada de tanto gritar ¡Bravo! Es imposible, realmente, objetarle nada a las interpretaciones de Flórez, pasmosas y llenas de riqueza artística. Suele ser lugar común en estos casos decir que el artista estuvo más allá de la técnica, pero traerlo a esta crítica sería cometer una grave injusticia, porque el dominio de la mecánica del canto de este limeño asombroso está fuera de lo comprensible. El timbre es de una enorme belleza, potente, carnoso en toda la extensión de los registros, con un grato vibrato stretto fruto de una voz con amplio squillo. Inaudita resulta la homogeneidad tímbrica en toda la gama, sin que pueda notarse salto o variación algunos en la zona de paso, esa franja en torno al Fa-Sol tan complicada para casi todos menos para los más grandes. La técnica respiratoria es impecable, permitiéndole alargar y enlazar las frases en un sólo aliento de forma interminable, abriendo y cerrando a voluntad la voz. Y, por último, el dominio de las agilidades no tiene parangón en la actualidad y resulta muy difícil encontrar una voz de tenor del pasado capaz de despacharse con esa desesperante facilidad el canto martellato, los picados, escalas, trinos, apoyaturas y demás repertorio de fioriture habitual en el bel canto. Por otra parte, resulta igualmente impresionante el dominio de algo tan esencial a esta estética canora como es el legato, el sostenimiento de una línea de canto elegante y sensible, sin estridencias ni rupturas, sin saltos ni sobresaltos.

Ejemplo de esto último fue Floris, esa maravilla de García que Flórez tradujo con una suavidad infinita, modelando cada ataque y haciendo gala de una riquísima galería de medias voces, consiguiendo mil y un matices y detalles. Voces mixtas, pianisimos y filados se alternaron con fraseos incisivos y cargados de intención como los de El riqui riqui.

Y la exhibición de esa zona sobreaguda que en el limeño, a diferencia de los demás cantantes, se agranda, se ensancha y se expande, llegó de la mano de Rossini, Gluck, Bellini y Donizetti. Resulta desarmante la manera en que este portento ataca notas como el Do o el Re bemol sobreagudos de forma directa, sin apoyos ni portamentos, con una afinación y una riqueza de armónicos sin igual. Nueve Dos como nueve astros cerraron el programa oficial, que se vio continuado con seis propinas, entre ellas la sección final de Cesa di più resistere (escrita por Rossini para García) y, a petición de un espontáneo, una maravillosa versión de La flor de la canela. Inolvidable.


Sevilla se rinde ante el talento de Juan Diego Flórez
EFE, 13 March 2005

El tenor peruano Juan Diego Flórez obtuvo un éxito apoteósico en el Teatro Maestranza de Sevilla con un recital de arias belcantistas que fue acogido con grandes ovaciones y palmas por bulerías, con todo el teatro en pie, entregado al artista, quien ante la insistencia del público ofreció seis propinas (seis piezas más).

El famoso cantante debutó en el Maestranza en 1998 con la ópera "Alahor en Granada", cuando estaba en los inicios de su carrera, y el jueves regresó con este recital, ya convertido en uno de los tenores más cotizados y valorados del panorama lírico internacional, por lo que no es de extrañar que lograra congregar a más de mil seiscientos espectadores.

El recital comenzó con siete canciones compuestas por Manuel García, ilustre tenor sevillano del siglo XVIII a quien Flórez ha homenajeado con esta recuperación que ha supuesto el colofón al ciclo-homenaje a Manuel García que el Maestranza viene realizando durante las últimas semanas.

La primera gran ovación se produjo con un aria de "Semiramide", de Rossini, fragmento de extremada dificultad, hasta el punto de que son pocos los tenores que se atreven a cantarlo, pero Flórez lo hizo sin apenas despeinarse, proyectando su voz cálida y bien timbrada, asombrando a los espectadores con los agudos y su facilidad para los pasajes de coloratura.

En la segunda parte cinco grandes arias pertenecientes a las óperas "Cosi fan tutte" de Mozart, "Orfeo y Eurídice" de Gluck, "Los Capuletos y los Montescos" de Bellini y "La hija del regimiento" de Donizetti, interpretaciones marcadas por el canto elegante del artista, su depurada técnica, el dominio del estilo y sobre todo la brillantez de la voz.

La tan temida por muchos tenores aria de "La hija del regimiento", también conocida como aria de los nueve "Do de pecho", puso oficialmente fin al recital, pero a pesar de ser la última pieza programada, aún habría seis más.

El público comenzó a aplaudir enfervorizado a Flórez y le obligó a salir a saludar en numerosas ocasiones, armando un griterío incesante de bravos como pocas veces se había oído en el Maestranza y que desencadenó en palmas por bulerías que dibujaron una sonrisa en el artista que, emocionado por la entusiasta acogida, comenzó a ofrecer bises.

La duración del recital fue de dos horas y cuarto incluyendo las seis piezas fuera de programa: arias de "El elixir de amor" de Donizetti, "Rigoletto" de Verdi, "El barbero de Sevilla" de Rossini, "El trust de los tenorios" de Serrano, "La flor de la canela" de Chabuca Granda y una canción peruana.


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This page was last updated on: March 13, 2005