Juan Diego Florez Reviews - Arias for Rubini CD

Since he stepped in, sensationally, at short notice in the 1996 Pesaro Festival, Juan Diego Flórez has become the world's most marketable tenor. On this latest album he pays tribute to the so-called "king of tenors", Giovanni Battista Rubini (1794-1854), famed as the first of his breed to command the same adulation as the star prima donnas.

With his phenomenal range and intensely expressive cantabile singing, Rubini was Bellini's primo uomo of choice. The composer would surely have delighted in the grace and agility of Rubini's modern successor in scenas from the rarely heard Il pirata and the virtually unknown Bianca e Fernando.

Accompanied with verve by Roberto Abbado and his Roman forces, Flórez is predictably dazzling in the fireworks of arias from Rossini's Elisabetta, regina d'Inghilterra, Il turco in Italia and La donna del lago. Yet his florid roulades are no mere trapeze acts but vivid expressions of vengeance, frustrated ardour and frenzied excitement.

Donizetti makes a welcome appearance courtesy of a cavatina from the obscure Marino Faliero. Flórez is intensely touching in the beautiful opening section, and negotiates the stratospheric writing at the end with thrilling panache. Most memorable of all is the Peruvian tenor's mingled finesse and ardour in Arnold's "O muto asil" from William Tell. The final stunning top C sets the seal on a feast of bel canto tenor singing you will be lucky indeed to hear equalled today.

Pavarotti's natural heir? Listening to that sun-kissed, walnut tenor voice ringing through the recital's opening gobbet of Bellini, it's easy to see how the claim came about. But there are differences. Pavarotti sang with heart not always possible if you're strutting about in the most rigorous bel canto repertoire, even if your name's Juan Diego Flórez.

Differences in material, too. Pavarotti in recital stuck to the tried and true, the old-fashioned formula. Here, Flórez follows the new fashion for a novel historical slant and arias associated with singers of the far distant past. Cecilia Bartoli is about to unleash a similar recital; so is Philippe Jaroussky.

Flórez's choice is the repertoire of Giovanni Battista Rubini, the Italian tenor (early 19th century) who sang in Vienna, Milan, Paris and London. He inspired arias by Bellini and Donizetti, and also worked wonders in Rossini. Much of the material, though musically meaty, is infrequently heard, and one track an 1825 addition to Rossini's La donna del lago is new to disc. All involve Flórez in peacock displays of declamation that make the spine tingle.

The trouble is, in recital form, in this music, Flórez never knows when to stop. As track succeeds track, his formidable talent for the fortissimo blaze begins to lose its glory. It becomes wearisome, even frightening. How we cherish his odd pools of reflection, like the quiet stanza in the recitative from Il turco in Italia. Or those introductory segments where the conductor Roberto Abbado and the superb Orchestra dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia let the instrumental colours shine. You have to laugh when the soldier chorus in Bianca e Fernando urge quiet to preserve secrecy. Why bother? Once Flórez joins them their cover is blown.

Soon after listening to this CD, I uncovered an article in The Playgoer magazine from 1903, called "The Tyranny of the Tenor". Here were challenging views: the tenor voice as "a freak of nature"; the deleterious cultivation of a sound that seems to derive from the back of the singer's neck. The worry of this flat-out recital, so accomplished in other ways, is that you start to detect in these complaints more than a grain of truth.

Nouvelle recette des maisons de disques classiques pour rafraîchir le marché et vendre leurs produits : centrer un enregistrement non plus sur un interprète (chanteur, instrumentiste, chef) ou sur un compositeur, mais sur une légende de l'histoire de l'interprétation.

Ainsi, Decca a confié au jeune ténor péruvien Juan Diego Florez un programme conçu autour du ténor italien Giovanni Battista Rubini (1794-1854), spécialiste des opéras de ses contemporains Rossini, Bellini et Donizetti.

Rubini fit carrière entre 1815 et 1845. Les opéras de Verdi célébrant le grand ténor dramatique n'étaient pas encore écrits. Le répertoire de ténor était alors belcantiste; il exaltait la voix du chanteur plutôt que ses talents d'acteur et donnait la vedette au tenore di grazia, type de voix légère, très virtuose, capable de lancer des notes au-dessus du contre-do (ou contre-ut) traditionnel, y compris le très rare contre-fa.

Cette esthétique était illustrée principalement par le triumvirat Rossini-Bellini-Donizetti et son protagoniste Rubini. Aujourd'hui, la voix de Juan Diego Florez correspond exactement à ce que décrivent les chroniqueurs de l'époque.

Le présent programme - 71 minutes - comprend des extraits de sept opéras que créa ou chanta Rubini : Elisabetta, Regina d'Inghilterra, Il Turco in Italia, La Donna del lago et Guillaume Tell, de Rossini, Il Pirata et Bianca e Fernando, de Bellini, et Marino Faliero, de Donizetti.

On connaît Guillaume Tell et Il Pirata, moins les autres. De toute façon, les scénarios complexes, voire invraisemblables, importent peu. La voix de Florez suffit : jeune, brillante, juste, un rien forcée sur une note ou deux (fin de la plage 14). On finit par se lasser de cette profusion de trilles, mélismes et notes projetées très haut, de cette couleur uniforme aussi. Mais tel est le genre. On aime ou on n'aime pas. Et si on aime, voici le produit rêvé, appuyé sur un orchestre profond et subtil.

En el mundo de la ópera hay una gran mayoría de aficionados que tienen especial predilección por los tenores y, más aún, por aquellos que poseen una gran facilidad para las notas agudas y la bravura dentro de sus interpretaciones. Este nuevo disco del tenor peruano Juan Diego Flórez será especialmente atractivo para estos melómanos y para los que disfrutan de la hermosa música de compositores como Bellini, Rossini y Donizetti.

El título podrá sonar extraño para quienes no saben quién fue Rubini: Giovanni Battista Rubini fue uno de los más importantes tenores de principios del siglo XIX, poseedor de una voz hermosa y con gran facilidad para las notas sobreagudas. Nació en Bergamo, Italia, el 7 de abril de 1794, y cantó en los más prestigiados teatros de Europa. Estuvo muy ligado a grandes compositores, como Bellini, Rossini y Donizetti, los cuales escribieron o adaptaron algunas de sus óperas para la portentosa voz de Rubini.

Pero fue, sobre todo, Vincenzo Bellini quien compuso cuatro de sus óperas pensando en la voz de Rubini: Bianca e Fernando, Il Pirata, La Sonnambula e I Puritani. Rubini dio un giro a lo que hasta entonces se conocía como el "tenore di grazia" en las óperas, sobre todo de Rossini, los cuales poseían voces ligeras pero que no podían dar un carácter más serio a ciertos héroes de óperas que requerían de un poco más de peso en la voz.

Él introdujo lo que se conoce como la "voz de cabeza", para aligerar el registro agudo en algunas arias, y pudo llegar con facilidad a notas tan altas como un Fa sobreagudo en el último acto de I Puritani. Murió el 3 de marzo de 1854, después de una gloriosa carrera, y varias de las arias que él interpretaba fueron consideradas de las más difíciles dentro del repertorio de tenor. Es por ello que muchos tenores no abordaron con regularidad estas piezas, ya que requieren de un control perfecto de la técnica belcantista y de tener una gran facilidad para cantar notas sobreagudas. Pocos tenores en el siglo XX abordaron este repertorio, sea esto por su dificultad técnica o por la poca difusión que hasta entonces se tenía de dichos títulos.

Juan Diego Flórez demuestra con este disco que es el tenor ideal para grabar y dar a conocer en el siglo XXI estas arias. Seleccionó piezas de gran dificultad y belleza musical que no son muy conocidas, por las razones antes explicadas, pero que están íntimamente ligadas a Rubini. Todas tienen más o menos la típica estructura de un aria belcantista: introducción del tema, cavatina y cabaletta, generalmente acompañada por un coro.

La primera gran aria que canta Flórez es "Nel furor delle tempeste... Del disastro di questi infelici... Per te di vane lagrime" de Il Pirata de Bellini. Esta aria es conocida por la interpretación que diera del rol de Gualtiero en los años 50 el tenor Franco Corelli y que ahora Flórez canta con una voz de color más ligero. La elegancia con la que el tenor peruano frasea y canta el texto nos introducen a lo más puro del canto y su voz brilla en todo el registro, dando prueba de su impecable técnica y facilidad para los agudos. Esta aria nos va dando una introducción a lo que serán aquellas de las óperas del joven Verdi, donde el tenor deberá tener cierta heroicidad en su interpretación.

El aria de Norfolk de la ópera Elisabetta, regina d'Inghilterra de Rossini nos introduce a uno de los pocos personajes antagonistas asignados a los tenores. Este papel no fue estrenado por Rubini, pero Rossini lo dirigió muchas veces en él y podemos escuchar el desenvolvimiento dramático del personaje a través de la música, aparte de la gran técnica y línea de canto que Flórez imprime al rol de este traidor. Las coloraturas son de igual dificultad pero se emplean de manera más dramática y menos ornamentada que en otras de las arias del mismo compositor.

El personaje de Fernando en Marino Faliero de Donizetti fue escrito especialmente para Rubini y aquí Flórez canta el aria "No, no d'abbandonarla senza un addio", aria lírica y típica del estilo belcantista donde el tenor tiene que mantener una línea y un color de voz que fluyan libremente. Se decía que Rubini tenía que repetir la

cavatina de esta aria cada vez que la cantaba, para sorpresa del propio autor. Hay que hacer notar la brillantez en esta aria de los sobre agudos de Flórez; su emisión es clara, libre y no canta sus notas agudas con falsete.

El aria de Narciso "Intesi, ah! Tutto intesi..." de Il turco in Italia de Rossini fue interpretada por Rubini en Londres en 1841, cuando esta ópera no gozaba mucho de popularidad. Lo impresionante es la frescura con la que Flórez canta cada una de las arias, emitiendo sobre agudos que van desde Do hasta Mi. En ningún aria se le escucha forzado o estridente, las coloraturas claras y todo en el estilo correcto.

Una de las arias más bellas del disco (y también poco conocidas) es la del personaje de Fernando de Bianca e Fernando de Bellini titulada "Tutti siam? Eccomi alfin, guerrieri...". Acompañado de un coro masculino, Flórez vuelve a demostrar su sutileza y buen gusto para interpretar a personajes con una heroicidad muy propia del bel canto. Hay que destacar en esta pieza la excelente actuación del Coro dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia.

El aria del personaje de Uberto (o Rey Jaime V) "Tu sorda a miei lamenti" de La donna del lago de Rossini es una adaptación del compositor de un aria de su ópera Ermione, hecha para insertársela al personaje cuando Rubini cantó este papel en 1825 en Paris.

La última aria del disco es de la ópera Guglielmo Tell de Rossini, aria muy asociada al joven Luciano Pavarotti y, recientemente, al tenor Marcelo Giordani. El aria de Arnoldo, "Non mi lasciare, o speme di vendetta... O muto asil..." es una de las más difíciles para los tenores y Flórez demuestra que es, hoy en día, uno de los mejores cantantes para este repertorio. Al final de esta aria escuchamos a Flórez dar un sobreagudo que es equiparable con aquél del "Di quella pira" de Il trovatore de Verdi. Excelente trabajo por parte también de la Orchesta e Coro dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia y la siempre atinada y cuidada dirección de Roberto Abbado

The "king of tenors" of his day, Giovanni Battista Rubini (17941854) triumphed across Europe and sang works written for him by Donizetti, Bellini and Rossini. His contemporaries reported a singer of keen dramatic intensity who could reach dizzying vocal heights, including an F above high C.

On the heels of Cecilia Bartoli's Maria, a tribute to 19th-century diva Maria Malibran, comes Juan Diego Flórez's recital of music associated with Rubini. It is a less eccentric undertaking than Maria, which features performances of on-the-edge ferocity and almost lurid detail. Flórez instead sings with the adamantine elegance and disciplined fire that have been the hallmarks of his career.

Lovers of parlor tricks, take note: Flórez's top note is a mere high E-flat, and some of his high Ds sound slightly strained. Lovers of art: Revel in the crystal-clear enunciation, faultless intonation, jaw-dropping agility and patrician sense of musical architecture that make Flórez a singer without peer. Rossini remains his most congenial authorArnoldo's aria from Guglielmo Tell is thrillingly athletic and blazing with élan, while a rare, insanely ornate alternate aria from La donna del lago boggles the mind. Arias from Il pirata and Bianca e Fernando show Flórez to be a master of Bellini's musica filosofica (so called because of the close interpenetration of melody and text), while a scene from Donizetti's Marino Faliero smolders with melancholy. Roberto Abbado presides expertly over this for-the-ages program.