Un peruano en la Scala de Milán: Juan Diego Flórez Miguel Ángel Cárdenas, La República, 2 September 2001 Su éxito internacional es rotundo y sorprendente. Juan Diego Flórez es un joven tenor limeño considerado el mejor en su especialidad. Domingo lo ubicó en Italia, y conversó con él a través del teléfono en la víspera de su retorno. El notable intérprete llega al país acompañado de un elenco de primerísimo nivel para escenificar la ópera Seminamide. Esta es una semblanza de Flórez, enriquecida con sus propios recuerdos y declaraciones, que explica por qué -tal como informara un cable de la agencia EFE- es uno de los peruanos más admirados del mundo. Su garganta parece ser un tobogán invertido, donde el aire peina los bucles del sonido. Aspiró entonces, pareció asfixiarse, silabeó brevemente, espiró en caída libre y cantó una respuesta a boca de jarro por el auricular: "Una ópera es un mundo encantado... es música y es teatro... para ser escuchada por gente de todo credo". Juan Diego Flórez es uno de los pocos seres humanos que cuando dice metafóricamente que siente "a flor de piel", es que está cantando "a flor de labios". Su padre, Rubén Flórez, un conocido ex cantante de música criolla, fue vital para que surgiera su fascinación por la música en general. Juan Diego se recuerda a sí mismo de niño, embelesado, escuchando cantar a su padre canciones de Chabuca Granda. Encandilándose progresivamente por ese instrumento caleidoscópico que enriquecía, complementaba y compatibilizaba con su voz (y que en ocasiones parecía tener vida propia): la guitarra. A los 11 años se obsesionó por aprender a tocarla, se matriculó en la Academia Arrieta y luego con Pepe Torres; sacaba al oído canciones de los Beatles y a los 14 comenzó a componer canciones propias. Trovando al estilo de Silvio Rodríguez, consiguió presentarse en el Florentino y en La Taberna de Barranco y ganó el primer puesto del Primer Festival de la Canción por la Paz, cuando sólo tenía 16. En el colegio, sin embargo, fue consolidando su afición por la música clásica. En una velada escolar sorprendió a sus padres, que fueron con la intención de verlo y escucharlo tocar guitarra, cuando ejecutó complicadas piezas musicales ¡en un piano! Se inscribió en el coro como un alumno más. Pero los sorprendentes matices, vaivenes y zigzags de su voz convencieron al profesor Genaro Chumpitazi para darle exclusividad con "los solos", exigiéndole con urgencia que se matriculara en el Conservatorio. Lo hizo en 1990 y su primer maestro fue el conocido director Andrés Santa María, quien fue cultivando el talento en ciernes de Juan Diego hasta donde le fue posible. Llegó así a ser solista del Coro Nacional en tiempo récord. Hasta ese entonces intentaba conciliar su pasión por la música con sus estudios de diseño gráfico en el Tolouse-Lautrec. No obstante, postuló, fue admitido y becado simultáneamente en la Julliard School of Music, en el Manhattan School of Music, ambos de Nueva York, y en el Curtis Institute de Philadelphia. Pero optó por este último instituto por su enseñanza personalizada (en este centro no se admiten más de 150 alumnos, quienes deben estar entre los mejores del mundo). Sin embargo, para ingresar ahí debía sufragar los gastos de manutención del primer año. Entonces un grupo de entusiastas melómanos (Aurelio Loret de Mola, Margarita Lay y Guillermo Flórez) reunieron trece mil dólares para que pudiera viajar. Después de tres años de estudio, el azar no cejó de afinarle el camino. Italia, el centro neurálgico y fundacional de la ópera en el mundo, fue precisamente el lugar donde comenzó su carrera en 1996. Ahí le encomendaron un rol pequeño en la ópera "Matilde di Shabran", que participaba en el Rossini Opera Festival en Pesaro (ciudad natal de su compositor predilecto, Giacomo Rossini). Sin embargo, faltando dos semanas para el debut, el tenor principal Bruce Ford tuvo un problema grave de salud. Los directores se tocaron de nervios y buscaron un sustituto. Se trataba del temido papel del Corradino. Sin muchas expectativas, le preguntaron al muchachito recién llegado si sería capaz de cantar. Él, con temeridad, dijo que sí; y con escepticismo fue sometido a una audición. Le fue tan bien en ese inesperado primer papel, que no tardó en debutar en el reputado y mítico teatro de La Scala de Milán, donde sólo cantan y actúan los artistas más importantes del mundo. Según nos confiesa Juan Diego: "Yo tenía sólo 23 años y apenas tres meses de carrera, así que me ayudó mucho la inconciencia y no darme completamente cuenta de lo que me estaba sucediendo". La ópera abrió la temporada, fue un éxito de película e inauguró su trepidante carrera que todavía no conoce límites. Cuando se volvió a presentar en el Rossini Opera Festival, esta vez con "La Cenicienta", el triunfo no pudo ser más apoteósico. El público no esperó a que concluyera de ejecutar la última aria y lo aplaudió de pie. Juan Diego quiso terminar la pieza, pero ya la orquesta se aunaba al estruendo. La crítica musical italiana le ha otorgado el "Premio Abbiati 2000" como el mejor cantante del año. Aunque ya antes había recibido el "Rossini de oro" de la Asociación de Amigos de la Lírica de Pesaro. PALACIO DE FLORES En su ascenso fue decisivo el famoso tenor peruano Ernesto Palacio. Según Juan Diego, él "ha sido de fundamental importancia tanto en mi formación técnico-vocal y musical como en lo profesional". Lo conoció en 1994, cuando estaba de vacaciones en Lima. Palacio lo llamó por teléfono, recién llegado de Italia (donde es una celebridad en la propia Scala de Milán), deseoso de conocer a ese nuevo talento del que tanto le habían hablado. Juan Diego se paralizó de emoción, lo llamaba nada menos que quien fue considerado en los 70s como uno de los mejores tenores ligeros del mundo (ahora es Juan Diego, quien está en ese selecto grupo, según los entendidos) y el único peruano que ha ganado un Grammy. Para Palacio, discípulo de Alejandro Granda, otro gran tenor peruano consagra do, Flórez está llamado a ser el sucesor de ambos. Juan Diego nos cuenta: "Hice una audición para Ernesto y se interesó en ayudarme en el canto, tanto así que en el 94 me invitó a hacer un disco en Italia: Il Tutore Burlato de Martin y Soler, luego en el 95 hicimos otro de Zingarelli, intercalando lecciones de canto y preparación de óperas". En Italia, Ernesto Palacio se convirtió en su maestro y representante hasta la actualidad. LA FLOR DE LA EDAD A sus 27 años, Juan Diego Flórez es considerado el más importante tenor Rossiniano del planeta. Destaca por su gran capacidad de extensión vocal y la coloratura de sus registros (sobre todo sus agudos y múltiples do de pecho), ideal para el "bel canto": el estilo típicamente italiano en el que el cantante ósu vozó es lo único indispensable. Como Juan Diego mismo lo define: "Un cantante rossiniano es aquél que es capaz de hacer todo tipo de piruetas con la voz como una suerte de fuegos artificiales y a la vez poder cantar suave y legado, seduciendo al cantar". En una de sus primeras presentaciones en Lima cuando regresó exultante de Europa, Juan Diego cantó el célebre "Rondó" del acto II de "El Barbero de Sevilla" de Rossini, un aria que hacía más de treinta años se suprimía de los repertorios por considerarla "incantable". Un crítico definió así su proeza: "Hizo una interpretación que fue modelo de finura, por su perfecta impostación que le permite proyectar la voz sin mayor dificultad con vertiginosas escalas, sin perder afinación y demostrando gran dominio y agilidad para el canto al más puro estilo rossiniano". Este año Juan Diego no agotó su capacidad de sorprender hasta al más escéptico cuando representó genialmente al Rey de "La Donna del lago", uno de los papeles más intrincados de interpretar de toda la obra de Rossini. Además de Rossini, Juan Diego también interpreta composiciones de Donizetti y Bellini. Y no existe teatro renombrado del mundo donde no se haya presentado: Convent Garden de Londres, en la Opera de Viena, en la Opera de París, el Liceo de Barcelona, el Opera de Munich, de Sao Paulo y de Tokio. Tiene compromisos hasta el 2005 y en el 2002 va a hacer su debut en uno de los pocos teatros clásicos del mundo que le falta pisar: el Metropolitan Opera House. "Quizá sea uno de los peruanos más admirados del mundo", decía un cable reciente de la Agencia EFE, que comentaba el fabuloso desempeño de Juan Diego en el Festival de Opera de Canaria, con "La hija del regimiento" de Donizetti, en un rol que sólo han sido capaces de interpretar tenores de la talla de Alfredo Kraus y Pavarotti. CODA Juan Diego nos reveló: "Siento un gran amor por el Perú y especialmente por su música. Existe un proyecto con la casa discográfica Decca con la cual he firmado un contrato de exclusividad para hacer un disco de música latinoamericana donde se incluirá temas peruanos. Amo especialmente las canciones de Chabuca Granda y en varios escenarios mundiales he cantado La Flor de la Canela en mis recitales con piano. También tanto en Italia como en toda Europa he cantado un popurrí de canciones de Chabuca". Para Juan Diego, los cantantes de ópera no deben despreciar la música popular, "que es tan buena como la culta". Y en este intento de reivindicación de las fuentes vernaculares, el magnífico tenor peruano y universal, tampoco desentona. |
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