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Ceremonia de incorporación de Juan Diego Flórez
al claustro de la Universidad del Pacífico como miembro honorario

Lima, 5 May 2003
Juan Diego Flórez with Javier Pérez,
the Rector of the Universidad del Pacífico

Juan Diego Flórez: Miembro honorario de la Universidad del Pacífico, Noticias Universidad del Pacífico
Ceremony Programme, Universidad del Pacífico
Discurso del Prof. Jorge Wiesse Rebagliatti, Universidad del Pacífico
Juan Diego Flórez académico, La República
"No me gusta no poder, no me gusta fracasar", Punto de Equilibrio - Revista de la Universidad del Pacífico
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Juan Diego Flórez: Miembro honorario de la Universidad del Pacífico
Noticias, Universidad del Pacífico, 6 May 2003

"Porque ha sabido ser discípulo y ahora es maestro, acogemos a Juan Diego
Flórez en este claustro, en esta corporación de maestros y discípulos",
expresó el Prof. Jorge Wiesse durante su discurso.

El destacado tenor peruano Juan Diego Flórez fue distinguido el lunes 5 de
mayo como Miembro Honorario del Claustro de la Universidad del Pacífico.
Esta casa de estudios le otorgó este reconocimiento, tomando en cuenta las
excepcionales dotes personales y profesionales del tenor, así como su
brillante trayectoria en el campo de la interpretación musical. El acto
contó con la presencia de autoridades, profesores y alumnos de la
universidad, así como de familiares y amigos de Flórez.

El discurso de orden estuvo a cargo del Prof, Jorge Wiesse Rebagliati, Jefe
del Departamento Académico de Humanidades. "Somos una universidad que forma
profesionales en ciencias administrativas, contables y económicas y, por
ello, nos seduce el espectáculo del logro profesional, aunque el profesional
no provenga de nuestras áreas de trabajo. Y la calidad técnica, artística
(que son términos sinónimos: tejné, la palabra griega, es equivalente al ars
latino) de un profesional de la voz como Juan Diego Flórez está
perfectamente validada tanto por sus condiciones objetivas como por una
realidad intersubjetiva muy querida al pensamiento económico: la demanda",
expresó al inicio de su discurso.

En efecto, Juan Diego Flórez no solo puede exhibir un pasado de
realizaciones efectivas a sus jóvenes 30 años, sino también un futuro ya
comprometido, inmediatamente, por lo menos hasta 2008, en las grandes
instituciones de la lírica mundial que lo acogieron en el pasado y lo acogen
actualmente: La Scala de Milán, la Metropolitan Opera House de Nueva York,
el Covent Garden de Londres, la Staatsoper de Viena, la Opéra de París, la
San Francisco Opera, el teatro Carlo Felice de Génova, los teatros de ópera
de Bolonia y Roma, el Liceu de Barcelona, el Real de Madrid, el Festival de
Ópera Rossini de Pesaro -donde se reveló al mundo como gran artista- y el
Festival de Salzburgo.

"Sí, somos una universidad que forma profesionales, pero somos, al mismo
tiempo, una universidad, a secas. Y en esa condición, nos admira no solo la
realización profesional, sino el proceso del cual esta es solamente el cabo,
la manifestación más evidente. Por ello, admiramos la manera como el talento
natural de Juan Diego Flórez, moldeado por su dedicación y su esfuerzo, y
por el de sus profesores del Conservatorio Nacional de Música (y,
señaladamente, por Andrés Santa María), por la plana docente del Curtis
Institute de Filadelfia y, finalmente, por Ernesto Palacio (quien le
transmitió su sabiduría musical y su maestría interpretativa a través del
tamiz de una amistad generosa) floreció en la excelencia que le han
reconocido tanto los directores con los que ha trabajado (Riccardo Muti,
John Elliot Gardiner, Daniele Gatti, Claudio Scimone, Ricardo Frizza y
Neville Marriner, entre otros) como el público amante de la lírica y la
crítica especializada de revistas y periódicos."

"... En la Universidad del Pacífico siempre hemos buscado -nuestros
Estatutos no me dejan mentir- no solo ser buenos profesionales y buenos
universitarios, sino, sobre todo, ser buenas personas. Y la figura de Juan
Diego Flórez posee, en esta línea, unos sobretonos que es imposible
desconocer" expresó el Profesor Wiesse.

Luego de la imposición de la medalla y la entrega del diploma
correspondiente por parte del Prof. Javier Pérez, Rector de la Universidad,
el destacado tenor peruano ofreció unas palabras de agradecimiento. "Esta
distinción es un grandísimo honor, sobre todo si es de una institución como
la Universidad del Pacífico. Universidad a la cual siempre he admirado y he
temido también -bromeó- siempre supe por mis amigos que postulaban y que
pocos ingresaban, porque, decían, es muy difícil.

Prometió ser un buen tripulante de este barco académico, "mientras trataré
de seguir cantando en el mundo siempre pensando que soy parte de esta
universidad" concluyó.


Ceremony Programme
Universidad del Pacífico

PROGRAMA

El Jefe del Departamento de Humanidades, Prof. Jorge Wiesse Rebagliati, pronunciará el discurso de orden;

Lectura de la resolución de Consejo Universitario;

El Rector de la Universidad del Pacífico, Prof. José Javier Pérez Rodríguez, impondrá a don Juan Diego Flórez Salom la medalla institucional, y le entregará el diploma en el que la Universidad del Pacífico lo reconoce como miembro honorario del claustro;

Palabras de don Juan Diego Flórez Salom.



Discurso del Prof. Jorge Wiesse Rebagliatti, Jefe del Departamento Académico de Humanidades de la Universidad del Pacífico

Como Jefe del Departamento Académico de Humanidades, cuyos profesores
ordinarios propusieron al Consejo Universitario la candidatura de Juan Diego
Flórez a la distinción que se le está otorgando ahora, me corresponde
pronunciar la laudatio, que es como, en la tradición y los usos
universitarios, se denominan las palabras que deben justificar la
incorporación del candidato al claustro universitario.

Felizmente para ustedes -y también para mí-, tanto el estilo de
la Universidad del Pacífico -formal, pero distendido; "solemne y familiar"-
como las evidentes calidades personales y profesionales de Juan Diego Flórez
me obligan a ser breve y a no fatigarlos con una exposición demasiado
dilatada.

Somos una universidad que forma profesionales en ciencias
administrativas, contables y económicas y, por ello, nos seduce el
espectáculo del logro profesional, aunque el profesional no provenga de
nuestras áreas de trabajo. Y la calidad técnica, artística (que son términos
sinónimos: tejné, la palabra griega, es equivalente al ars latino) de un
profesional de la voz como Juan Diego Flórez está perfectamente validada
tanto por sus condiciones objetivas como por una realidad intersubjetiva muy
querida al pensamiento económico: la demanda. En efecto, Juan Diego Flórez
no solo puede exhibir un pasado de realizaciones efectivas a sus jóvenes 30
años, sino también un futuro ya comprometido, inmediatamente, por lo menos
hasta 2008, en las grandes instituciones de la lírica mundial que lo
acogieron en el pasado y lo acogen actualmente: La Scala de Milán, la
Metropolitan Opera House de Nueva York, el Covent Garden de Londres, la
Staatsoper de Viena, la Opéra de París, la San Francisco Opera, el teatro
Carlo Felice de Génova, los teatros de ópera de Bolonia y Roma, el Liceu de
Barcelona, el Real de Madrid, el Festival de Ópera Rossini de Pesaro -donde
se reveló al mundo como gran artista- y el Festival de Salzburgo.

Sí, somos una universidad que forma profesionales, pero somos,
al mismo tiempo, una universidad, a secas. Y en esa condición, nos admira no
solo la realización profesional, sino el proceso del cual esta es solamente
el cabo, la manifestación más evidente. Por ello, admiramos la manera como
el talento natural de Juan Diego Flórez, moldeado por su dedicación y su
esfuerzo, y por el de sus profesores del Conservatorio Nacional de Música
(y, señaladamente, por Andrés Santa María), por la plana docente del Curtis
Institute de Filadelfia y, finalmente, por Ernesto Palacio (quien le
transmitió su sabiduría musical y su maestría interpretativa a través del
tamiz de una amistad generosa) floreció en la excelencia que le han
reconocido tanto los directores con los que ha trabajado (Riccardo Muti,
John Elliot Gardiner, Daniele Gatti, Claudio Scimone, Ricardo Frizza y
Neville Marriner, entre otros) como el público amante de la lírica y la
crítica especializada de revistas y periódicos.

La facilidad con que Juan Diego Flórez se maneja en este género
artístico puede resultar engañosa. Para un lego, para alguien que no es
músico, es muy difícil concebir la inversión mental, espiritual, que exige
la interpretación de la música seria: la complejísima estructura compositiva
de una obra -George Steiner reconocía en los cuartetos finales de Beethoven
a uno de los productos intelectuales más complejos que haya creado el
hombre- se asocia a matices interpretativos de identidad, repetición,
gradación o contraste que deben reflejar "esfumaturas" emotivas. Y, en la
lírica, deben -también- ayudar a configurar un personaje o a describir una
situación dramática. Lograr esto con la voz -tan frágil, tan efímera- es
algo que roza con el milagro. Y, en el caso de Juan Diego Flórez, hacerlo
con Rossini o, en general, con el bel canto, estar atento a un estilo de
diseño tan estricto y, a la vez, ofrecer una interpretación personal es un
acontecimiento, ciertamente, "de rara invención".

Por todo ello, porque ha sabido ser discípulo y ahora es
maestro, acogemos a Juan Diego Flórez en este claustro, en esta corporación
de maestros y discípulos.

Válido como es lo anterior, en la Universidad del Pacífico
siempre hemos buscado -nuestros Estatutos no me dejan mentir- no solo ser
buenos profesionales y buenos universitarios, sino, sobre todo, ser buenas
personas. Y la figura de Juan Diego Flórez posee, en esta línea, unos
sobretonos que es imposible desconocer.

Trataré de explicarme. Si, como recordaba Jorge Luis Borges cuando citaba a
Walter Pater, "todas las artes propenden a la música", podría decirse que,
en cierto sentido, todas nuestras actividades ( en tanto que todas son, de
alguna forma, artes, o técnicas) pueden considerarse como aspiraciones a lo
musical: la resolución de un teorema es análoga a la perfección de una
sonata, una organización -cualquiera, una universidad, por ejemplo- tiene
una dimensión "coral" (en tanto los solistas se integran en un conjunto y el
resultado se mide en términos colectivos más que individuales) ...cuántas
veces el líder ha sido comparado con un director de orquesta. Y en niveles
más concretos: la clase que sale "redonda" puede ser semejante a una
interpretación impecable, el acompañamiento tutoral que resuelve crisis y
termina en amistades que duran toda la vida es semejante a las viscisitudes
y los meandros de una obra.

Cuando nos referimos a lo mejor de nosotros, pensamos en la música.

Por eso, para nosotros -y porque en este preciso momento, el
músico encarna a la música- Juan Diego Flórez es, también, lo que
quisiéramos ser, la aspiración a la perfección en nuestras actividades.

Probablemente, la laudatio de Juan Diego Flórez debería terminar
aquí, donde terminan -donde se acaban- las palabras. Sin embargo, quizás lo
que sentimos (y aquí la primera de plural es absolutamente deliberada, pues
creo interpretar el vago -pero a la vez rotundo- sentimiento que nos
recorre),quizás lo que sentimos, digo, se exprese mejor si, aunque sea
alusivamente, recurramos a la música; pues ella siempre dice más.  En esto,
como en muchas otras cosas, sentimos que la música se nos adelanta y nos
incluye. Cuando, al final, llegamos a lo que queríamos decir, ella "ya
estaba allí". Y, literalmente, "nos quita las palabras", cuando no las
potencia hacia un nivel al que jamás llegarían por sí solas. Es lo que pasa
con el aria de Idreno ("Respiro/ Ah dov'é, dov'é il cimento!"), en Semiramide de Rossini, que con tanta calidad canta Juan Diego Flórez, cuando dice:

Già di me maggior mi sento

"Ya me siento mayor que yo": Me siento mayor que aquello a lo que mis
limitaciones me habían reducido, me siento más que lo que soy.

Por concedernos esa ilusión y esa esperanza que laten en la gran
música, por confirmarnos en la aspiración a lo bueno que habita en nosotros,
por contaminarnos de excelencia, acogemos a Juan Diego Flórez como miembro
honorario del claustro de la Universidad del Pacífico.

Muchas gracias.

Jorge Wiesse Rebagliati,
Jefe del Departamento Académico de Humanidades la Universidad del Pacífico



Juan Diego Flórez académico
La República, 6 May 2003

Si bien la voz de Juan Diego Flórez es elevada, él, como ciudadano, es un
ser con los pies en la tierra. Es un hombre común, pero no silvestre: Juan
Diego es educado, gentil y amable. Así lo demostró una vez más ayer, cuando
la Universidad del Pacífico lo incorporó, a las 12 del día, como Miembro
Honorario en su respectivo claustro académico.

El reconocido tenor peruano, que hoy, a las 8 pm., ofrece un único recital
en el Jockey Plaza, recibió con sencillez y cariño la distinción que le hizo
esa casa de estudios a través de su rector, el doctor Javier Pérez.

El discurso de saludo e incorporación a Juan Diego estuvo a cargo del
profesor Jorge Wiesse Rebagliatti, jefe del Departamento de Humanidades de
esa casa de estudios.

Wiesse Rebagliatti, en su alocución, para asociar la humildad y grandeza que
inspira el artista, citó un verso de Rossini, autor predilecto de Juan Diego
Flórez: "Già di maggior mi sento".

"Ya me siento mayor que yo" -tradujo el profesor-. Me siento mayor que
aquello a lo que me mis limitaciones me habían reducido, Me siento más lo
que soy".

"Por concedernos esa ilusión y esa esperanza que laten en la gran música,
por confirmarnos en la aspiración de lo bueno que habita en nosotros (...),
acogemos a Juan Diego Flórez", concluyó el académico.

Juan Diego, después de recibir la medalla, se disculpó de no haber preparado
un discurso, "que venga espontáneo", afirmó.

Sostuvo que las distinciones que recibe en nuestro país las considera como
sus más grandes premios. "Esta distinción es un grandísimo honor, sobre todo
si es de una institución como la Universidad del Pacífico", agradeció el
tenor.

"Universidad a la cual siempre he admirado y he temido también -bromeó el
tenor-. Siempre supe por mis amigos que postulaban y que pocos ingresaban,
porque, decían, es muy difícil".

Prometió ser un buen tripulante de este barco académico, mientras tanto,
dijo, "trataré de seguir cantando en el mundo también pensando que soy parte
de esta universidad".

Terminada la ceremonia, Juan Diego brindó con todos, se fotografió con todos
y agradeció a todos. Confesó que su afán es venir todos los días "a hacer
algo por mi país". Asimismo comentó que no ha llegado a una cúspide y que
siempre es posible perfeccionarse.

"El asunto es no pensar -dijo-, no tener en la cabeza que uno ya llegó a la
perfección, sino pensar que uno puede ir mejorando sin dejar de tener los
pies en la tierra".


"No me gusta no poder, no me gusta fracasar"
Punto de Equilibrio - Revista de la Universidad del Pacífico, Año 12, N. 83

Por Entrevista con Juan Diego Flores [sic

Todo ahora parece absolutamente natural y la cadena de causalidad que ha llevado hasta lo que Juan Diego Flores es actualmente parece necesaria, casi obvia; pero seguramente debió haber un momento especial en el cual Juan Diego Flores dijo "esto es lo que me interesa", "esta es la música que quiero cantar", "este es el Rossini que quiero interpretar" ¿Cuándo fue ese momento?

Desde que estaba en el colegio siempre estuve interesado en la música, en todo lo que es canto, guitarra, piano, y esto me llevó a estar en diferentes academias. Así, cuando terminé el colegio, entré al Conservatorio. Fue allí donde, poco a poco, me fui interesando y decidiendo por la música clásica, por la ópera. Al principio, no conocía a casi ningún autor de este tipo de música. Además, aún no había decidido si hacer música popular o si dedicarme a la ópera. Hasta incluso pensé en cantar las dos... imposible. Sin embargo, con el tiempo fui involucrándome con la música clásica, estudié canto, trabajé para perfeccionar la voz y de pronto me vi en el día en el que dije "esto es lo que quiero hacer". Estudié tres años en Lima y después conseguí una beca y fui a estudiar a los EE UU. Después comencé mi carrera en Italia.

Nosotros, como institución educativa, esperamos que esta entrevista sirva para que sea una escuela también para nuestros alumnos. Lo que nos une es, la búsqueda de la excelencia y, en ese sentido, quisiera tener una idea de cómo es tu trabajo diario para llegar a tus objetivos.

Parte un poco de cómo es uno y yo creo ser bastante autocrítico. Sobre todo, no me gusta el no poder, no me gusta el fracasar; puedo fallar al comienzo, pero cuando me propongo alcanzar algo, no. Es una cosa muy personal. En el colegio, cuando yo era chiquillo, en conducta siempre tenía cinco o siete, pero siempre obtenía buenas notas. Antes de comenzar cada año escolar recuerdo que soñaba que rendía un examen y yo no sabía qué responder; esa era mi pesadilla. Yo siempre he tenido miedo a no estar preparado. Además, me gusta mucho, cuando cometo algún error, analizar en qué me equivoqué; si no, después, se repiten los errores.

Por otro lado, sobre la jornada diaria, no necesariamente hay que cantar siempre; la voz hay que descansarla. Mentalmente también se puede estudiar sin tener que usar la voz: repasando, escuchando unas grabaciones de ensayo. Trato de estudiar no solamente lo que es el canto y la melodía, sino también el contexto histórico.

Bueno, creo que los alumnos de la Universidad del Pacifico tienen algo en común que es ese afán de superación de los obstáculos. Pero la juventud de hoy día sabe poco de la ópera. Los ritmos, los géneros musicales que se ponen actualmente son diferentes, pocos conocen el origen popular de la ópera ¿Cómo crees tú que la juventud tú eres joven también- podría acercarse a la ópera?

Yo creo que el hecho de que los jóvenes vean a una persona de su edad en el escenario los acerca, se identifican (con esa persona) y dicen "vamos a verlo". Además, si les gusta es porque la música es buena o no es buena. No necesariamente al que le gusta Shakira no le va a gustar la ópera... Yo conozco jóvenes de Europa que han ido por primera vez y que después los he visto siempre. Hay un chiquillo de dieciocho años que viene siempre, lo he visto desde los once años. Sin embargo, no necesariamente tienes que estar completamente acostumbrado. Hay que tener la sensibilidad, eso no todos la tienen. En el concierto de mañana, habrá una parte dedicada a la opera y la segunda parte son marineras y valses orquestados. Por ejemplo, a los jóvenes no les gusta la música criolla, no es una cuestión de que es clásica, se trata de si uno se quiere acercar, de si tiene motivaciones para hacerlo.

Juan Diego, ¿cómo crees que ha evolucionado el mundo de la ópera y cuál es el mundo de la ópera actual? Por ejemplo, ¿en qué se diferencia la experiencia que tiene Juan Diego Flores de la que pudo haber tenido Luis Alva, o la que pudo haber vivido Ernesto Palacio?

La ópera, como todo, está más globalizada y las comunicaciones ayudan mucho a eso. Se ha llevado también mucho a la televisión, a los medios. Cuando hay una ópera pasan el primer acto por televisión y lo ve todo el mundo, incluso también se escucha en la radio. Yo he hecho un concierto en Lisboa y lo han escuchado por todo el mundo. Eso antes no se daba. Además, si se quiere promocionar una casa discográfica, como la que yo tengo, se promociona en todo el mundo, o sea, es una llegada masiva. La época de Alva era muy diferente de la mía; en cambio, la época de Palacio era más parecida. Alva también fue un cantante rossiniano como yo aunque yo también canto Donizetti y Bellini-; pero era diferente porque en muchas de las piezas que se hacían, había poco de Rossini descubierto. Rossini se está descubriendo todavía. Antes, no había la cantidad de óperas de las que yo dispongo. Por ejemplo, yo ahora canto el Otello, Alva nunca la cantó. Incluso, era menos popular ese repertorio; ahora el Rossini está llegando más a todos los teatros, no solamente a una elite que quiere escuchar, sino llegar, por ejemplo, al Festival de Salzburgo, en el que estuvo presente Vargas Llosa.

En la época de Palacio, el tenor pasa a ser protagonista, se comenzaba a cantar el aria completa, con todas las dificultades; en la época de Alva, tal vez, se cortaban mucho las partes difíciles.

Y desde el punto de vista del estilo, en este redescubrimiento rossiniano, ¿hay diferencias de una época a otra?

Sí, hay diferencias. Pero yo creo que Alva y Palacio han contribuido a mejorar el estilo. Cuando uno escucha a sus contemporáneos, uno se da cuenta de que los peruanos estaban dictando cátedra en cuanto al estilo de cantar. Siempre han tenido un estilo elegante, aristocrático; y es verdad cuando uno escucha a Alva, dice "caray, así se canta"; cuando uno escucha a Palacio y a Alejandro Granda parece que fueran de otra época.

Una última pregunta, Juan Diego... Supongo que la ópera es tu centro de gravedad; sin embargo, ¿qué hay sobre aquella música tan fascinante de los siglos XVIII y XIX como es la del Renacimiento o la del Barroco temprano? Por lo menos supongo que te divertirá

Sí, me interesa, pero no necesariamente siempre hago ópera del pasado. Por ejemplo, yo he hecho una ópera del compositor de la música de las películas de Fellini y del Padrino, Nino Rota, y otras cosas también: de Luis Prado, por ejemplo que es un joven de mi edad que es compositor.
(Fernando González Vigil, Guillermo Runciman, Jorge Wiesse)


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Rector Javier Pérez and Juan Diego Flórez with his diploma (La República)

This page was last updated on: January 1, 2004