Luciano Pavarotti on Juan Diego Flórez |
|||||||||||||||||
CLICK TO ENLARGE FLÓREZ PHOTO El sueño de un divo, El País Semanal, 5 October 2003 [the interview that started it all] "¿Un nuevo divo? ¡Juan Diego Flórez!", El Comercio (Perú), 12 October 2003 Pavarotti considera a peruano Juan Diego Flórez como su sucesor, EFE, 17 October 2003 Juan Diego Flórez, el gran sucesor, La República, 18 October 2003 La voz de oro, La República, 18 October 2003 _______________________________________________________________ |
|||||||||||||||||
El sueño de un divo El País Semanal, 5 October 2003 Uno de los tenores más importantes de las últimas décadas se retira. Pavarotti, leyenda de la ópera, una de las voces más bellas de la lírica, deja atrás más de 40 años de carrera. Su personalidad, el divismo del que ha hecho gala se ha amansado ya y ahora es un prejubilado que quiere dormir. A Módena, más que a por vinagre, muchos van buscando leche. Los aficionados a la ópera, sobre todo. Más cuando se enteran de que fue una misma ama de cría la que dio de mamar a la soprano Mirella Freni y a Luciano Pavarotti, el tenor más importante de Italia durante varias décadas. Los dos saben que esa mujer fue crucial en sus vidas, pero no se acuerdan de su nombre. A veces los divos tienen la memoria flaca, y una vez que pasó por Madrid, la Freni confesó no saber cómo se llamaba la mujer que trabajaba en la fábrica de tabaco de Módena y que, según ella, "nos venía a amamantar a Luciano y a mí, que éramos unos niños muy intranquilos, con la leche que le sobraba después de dársela a sus hijos". Pavarotti no acierta a recordar eso en su piso de la localidad que le vio nacer, en pleno centro de esta ciudad tranquila de Reggio Emilia, la región italiana rodeada por el Venetto, Lombardía y la Toscana. Por ahí pululan sus asistentes; su mujer, Nicoletta Mantovani, que llega de paseo con la hija de ambos, Alizia, de siete meses, y algún amigote, de los que el cantante conserva secretos y complicidad eternos desde la infancia y que pasa a saludarle a media mañana vestido de tenista, pero con la mano rota. Es el último día de sus vacaciones antes de que se vaya a Estados Unidos, y el divo ha hecho la cita a las diez y media de la mañana, pero, al llegar, él todavía no se ha levantado. "Anoche estuvo jugando a las cartas con los amigos y se acostó tarde", le excusan sus ayudantes. Hay dos de plena confianza, un joven peruano, Edwin, y una italiana de manos de oro, su masajista y preparadora física, Verónica, que está deseando que el maestro vaya a actuar a España para perfeccionar su castellano. "Creo que vamos a ir a Santiago de Compostela", dice, sin acertar a concretar la fecha. Edwin, Verónica y Terry Robson, su agente de prensa, entretienen al personal, mientras la niñera de la pequeña Alizia su cuarta hija después de las tres que tuvo con su primera mujer, Ardua Veroni se trae mucho movimiento para arriba y para abajo, preparando los biberones, antes de que la niña llegue con su madre y sonría a los invitados, colgada desde la tripa de Nicoletta en una mochila portabebés. A eso de las 10.50, una voz que retumba se oye por el pasillo luminoso: "Bon giorno". El maestro se ha despertado y ha pasado directamente de la cama al salón. Está en su casa y va bien cómodo con su camisa estampada de flores rosas, azules y verdes, un pantalón corto azul y unas chanclas. Todavía hay que esperar, dicen. El maestro tiene que espabilarse un poco, y desde la entrada se ve bien, por una rendija de la puerta del salón, cómo le llevan un café y el periódico mientras Verónica entra con un neceser y el cepillo de dientes. También su mujer le lleva a Alizia para que le dé el primer saludo matinal antes de que se someta a los interrogatorios, que diría Fernando Fernán-Gómez. Pasa el tiempo, y el mejor entretenimiento en la espera puede ser observar la casa, que es acogedora y no excesivamente grande, con enormes ventanales, muebles aparatosos pero no recargados, pantallas de televisión pegadas a la pared que estorban un poco el colorido que da la pintura amarilla. Llama la atención el suelo de azulejos blancos con estampados azules que dan vida latina a la casa donde unos juguetes también salvan de seriedad el ambiente. "Al maestro le gusta estar aquí porque tiene tiendas alrededor y todo lo que necesita, pero pronto nos vamos a trasladar a una casa en las afueras más grande", cuenta Verónica para aligerar la espera. Han pasado ya tres cuartos de hora y parece todo a punto. Habrá que hablar de su nuevo disco, Ti adoro, un salto de Pavarotti a la canción, con tema dedicado a su hija incluido, precisamente el que da título al mismo. Pero también habrá que comentar lo inevitable: su retirada definitiva de los escenarios, que completará este año en varias actuaciones; de lo que ha pasado y de lo que vendrá con los tres tenores; de la vida, de cocina, de sus caballos, de su afición radical al fútbol, de los divos de la ópera y los divos del rock, que él puede comparar a placer, y de esa caja torácica que una vez tuvieron que revisar en un centro veterinario, porque los hospitales con aparatos de pulmón para seres humanos no lograban calibrar aquel almacén de aire que le ha hecho historia de la ópera durante más de 40 años de una carrera empezada en el teatro Regio Emilia con La Bohème, de Puccini, en 1961, y que le hizo entrar en la senda de sus héroes, los Caruso, Del Monaco, Corelli y Di Stefano, delantera de lujo para la lírica de todos los tiempos. Ya se puede entrar. En el salón, la decoración coincide con el aire de la casa. Tonos amarillos. Encima de la chimenea puede haber una respuesta a esa afición por el color gafe de los teatros: son los colores del Módena, su equipo de fútbol, cuyo póster preside la habitación, colgado de la chimenea. Uno cree que va a encontrarse al Pavarotti vital, simpaticón, parlanchín que imagina, pero el maestro está sentado en una mesa de madera, en una esquina, agarrado a la misma como con miedo a caerse. Recibe sonriente y con voz apagada, invita a sentarse enfrente y a empezar la conversación. Para abrir el fuego echamos mano de la historia del ama de cría, a ver si se enternece y le hace gracia o le toca la fibra. La verdad es que, cuando uno llega a Módena, le entran ganas de buscar a esa mujer que les amamantó a Mirella Freni y a usted cuando eran pequeños. (Pavarotti queda un rato en silencio). No entiendo (responde poco después). ¿No es cierto que usted y Mirella Freni compartieron ama de cría? Ah, sí, sí. ¿Cómo se llamaba? No me acuerdo. No lo sé. Pero debía de tener buena leche. Sí, sí, cierto; eso parece. La historia no da más de sí. Así que hay que pasar al disco para encontrar alguna respuesta más larga. "Es un documento que voy a dejar para los que aman la lírica y el pop al mismo tiempo, una mezcla de las dos cosas" responde Pavarotti, que sigue sonriente, pero que contesta a trompicones y con desgana. Pavarotti siempre ha querido reivindicar el género de las canciones como algo especial. El siglo pasado y éste han sido el de las canciones, han sido cruciales como forma musical. ¿Qué encuentra usted en ellas? Las canciones son muy importantes. Los músicos que las crean se inspiran en los grandes compositores, en Puccini, en Prokofiev, donde encuentran un clasicismo que es modernidad absoluta. Puccini es un gran precursor, un creador inmenso que con dos palabras te hacía una ópera. Hemos entrado en terreno amigo. Puccini es la estela por la que han venido muchos de sus éxitos, con Puccini debutó, de Puccini lo ha hecho casi todo, con Puccini se está despidiendo: en junio pasado lo hizo en la Ópera Estatal de Berlín, con una Tosca que tuvo que cantar casi todo el tiempo sentado para no fatigarse, algo que destacaron los críticos de la prensa alemana. A Puccini pertenece el aria que más famoso le ha hecho, Nessun dorma (Que nadie se duerma), de Turandot, que canta y recanta en recitales y apariciones televisivas provocando el delirio. Sobre Puccini podríamos seguir hablando la mañana entera, pero, ya que está metido en harina, hay que hablar de cosas más desagradables. De la retirada, un asunto que ha ido retrasando desde 2001, año en que cumplió 40 años encima del escenario, y que ya no pasa de esta temporada. ¿Qué hará cuando no esté en los teatros? Haré discos, seguiré grabando repertorio como éste, siempre con cosas bellas para poder ejercitar todos los colores de mi voz. Quizá también haga algún recital compartido con alguna soprano en el que cantaré música barroca o piezas de Bellini, que me gusta tanto. El barroco es un asunto pendiente en Pavarotti. Ahora está de moda, ésta es una época barroca, que necesita la gasolina de Bach, de Vivaldi, Scarlatti, Gluck Y Pavarotti se la quiere poner. Atrás, muy atrás quedan los tiempos jóvenes y atléticos del tenor; las épocas de exhibición que compartía con sus divas de lujo, con la Freni, con Renata Scotto, con su adorada Joan Sutherland "la mejor de todas", ha dicho él alguna vez; cuando ambos, junto al marido de la australiana, Richard Bonynge, dieron repaso a todo el belcantismo, de Rossini a Bellini y a Donizetti, y después pasaban a Verdi y Puccini como la cosa más natural, de La sonámbula a Turandot, más de un siglo de ópera en la voz sin solución de continuidad. "Fuimos los que seguimos a la época de la Tebaldi y Mario del Mónaco, Di Stefano; hemos sido importantes en 20 años de la historia de la ópera", recuerda. Nunca se ha salido de los creadores italianos. Tendrá usted sus razones y de mucho peso. No hablo otros idiomas y no quiero demostrar cosas que no puedo hacer bien. La ópera en alemán no me interesa, no se han hecho grandes repertorios para tenor en esa lengua; los franceses, en cambio, han aportado una escritura maravillosa para esa cuerda. Uno sigue escuchando y apuntando para no perder comba. Pero los silencios a veces se alargan entre respuesta y pregunta. Como en este caso y en mala hora, porque cuando uno alza la vista del cuaderno observa algo inaudito: ¡el maestro se ha dormido! Los complejos atacan. "¡Menudas preguntas de mierda!". Es lo primero que viene a la cabeza. ¿Qué hacer? Que no cunda el pánico. Discreción. Seguir la conversación como la cosa más normal. Usted ha sido fiel, pues, a la ópera italiana, y ésta siempre ha demostrado su vigor, aunque en su país siempre se quejan de la crisis del género. (Alivio. Menos mal. Pavarotti ha abierto los ojos mientras escuchaba la pregunta). La crisis no existe. Llevo escuchando que la hay desde el año 61. Y no es así, siempre ha ido mejorando, el público ha aumentado el doble y los cantantes son buenos. El maestro acierta a responder con tino, escucha en sueños y sigue el hilo. Nessun dorma. Pero se ha vuelto a dormir y esta vez no responde a las preguntas. ¡Maestro, maestro!, le grito. (Vuelve a despertar). Perdón, tenía la cabeza en otro sitio se justifica. Es que hace poco que ha muerto mi padre y no me encuentro muy bien. Pero siga preguntando, que yo le escucho. Lo siento mucho, maestro. ¿Quiere seguir? Sí, sí. Seguimos. Habrá que echar mano de algo que le estimule más, habrá que evitar que las preguntas le suenen como una nana al oído. Es necesario también elevar el tono de voz y pasar a los tres tenores. ¿Y a esa buena forma de la ópera han contribuido los tres tenores? (Caramelo). Los tres tenores han aumentado el tipo de público, hemos llegado a los jóvenes y hemos creado más interés en los mayores y en quienes ya amaban la ópera. (Sigue despierto). ¿Cómo va ese negocio? (Se ríe. Buenas noticias, parece haber espabilado ya del todo). Me hace gracia que lo llame usted negocio. Para mí no lo es; de todas formas le diré que va bien, muy bien. Y las críticas que les hacían desde el mundo de la ópera parece que van callando. Ahora se oyen menos, los cantantes que las hacían era porque ellos no tenían la oportunidad, es algo muy difícil de montar. Nuestro secreto es que juntamos en un disco o una actuación a seguidores de los tres y que nos tenemos un gran respeto recíproco. ¿Siguen disfrutando como al principio? Me parece que quiere usted que le responda que no; pero lo siento, la verdad es que sí. Nos encanta juntarnos y la verdad es que cada vez nos apreciamos más. El sueño parece haberse tornado en mal humor, pero no. Sigue sonriendo. Ahora nos acompaña Terry Robson, su agente de prensa, que ha podido comprobar cómo Pavarotti no está en forma. "Hay que dejar de tomar esas hierbas para el sueño, maestro", le dice. Al parecer, ha ingerido una infusión naturista que le han recomendado de Estados Unidos y ha medido mal. Pero al tenor se le ocurre una solución mágica contra el ataque de la mosca tse-tse. "Siga preguntando. Y tú, Terry, siéntate a mi lado y pellízcame si ves que me duermo", ordena Pavarotti. Proseguimos con el plan B. Pregunta más pellizco, igual a respuesta segura. ¿Cuántas veces ha tenido que decir que no? He tenido que decir que no a muchas óperas veristas que no me iban bien a la voz, por eso creo haber durado y aguantado con tranquilidad, además del estudio continuado y la concentración. Esos creo que han sido los elementos más importantes de mi carrera, con los que he logrado estar a un nivel durante 42 años. La cosa marcha y los pellizcos se suceden por encima y por debajo de la mesa. Es hora de hablar de divos. Su generación ha puesto el listón muy alto en el divismo. A partir de ahora, para serlo no basta con cantar bien, hay que montar una ONG y un concurso de canto, por lo menos. El divismo es cuestión de personalidad, depende de cómo se lo tome cada uno. Él ha vivido de acuerdo con un divismo activo. La escuela italiana en eso tiene una tradición. Mario del Monaco, Corelli, el gran Caruso, lo eran. Pavarotti, además, es un cantante atípico, puro talento natural pulido con la experiencia, que ha sabido vivir una carrera dedicada a la ópera en los primeros treinta años y luego ha adaptado su divismo al mercado con un instinto de gran lince y que le ha permitido vivir en los últimos años manteniendo un estatus, incluso elevándolo al nivel de las figuras del rock, los auténticos divos de la modernidad. En cuanto a divos, usted puede comparar bien lo que han sido los grandes divos de la ópera y lo que son los del mundo del pop y el rock. ¿Se diferencian en muchas cosas? La pregunta es interesante, pero me temo que la respuesta no lo va a ser. El divismo es una actitud, desde la ropa con la que te vistes a cómo te comportas. Unos apuestan por crear un personaje; otros, por el divismo de la personalidad; generalmente, el último es un hecho natural. ¿Y ve nuevos divos en el horizonte? Sí, Juan Diego Flórez. Le he oído en Pésaro este verano y vino a mi casa porque estaba preparando La hija del regimiento, de Donizetti. Mi hija llegaba en coche y empezó a aplaudir en el jardín creyendo que yo cantaba dentro, y era Juan Diego. Hace mucho tiempo que no oía a nadie cantar con tanta inteligencia; pero no es sólo técnica lo que tiene, es una voz bellísima y las dos cosas son lo más importante. Quizá el único problema que tenga Flórez en estos tiempos es el de su obsesión por la especialización tan dura en un solo repertorio. La especialización es una exigencia, pero ningún cantante que quiera ser grande debe escaparse de cantar La Bohème. Nadie le pide a Juan Diego que cante Tosca hoy, pero llegará un día en que tendrá que hacerlo. Así que el gran tenor se retira señalando, posando la espada del caballero sobre el hombro de alguien en concreto. Un equipo de la televisión alemana espera para hacerle otra entrevista y Terry Robson indica que el tiempo con el divo se acaba. Veo que nombra un heredero de su arte, aunque quizá prefiera despedirse hablando de los suyos. Usted siempre ha estado rodeado de mujeres. Sí; al principio, con mi madre, mi abuela y mis tías; después, de mi primera mujer y mis tres hijas; mis 10 secretarias, y ahora, Nicoletta, Alizia y mi nieta, Katerina, la bella Katerina. También hay que preguntarle sobre el hombre más importante en su vida: su padre, cuyo retrato está en la entrada de la casa. Era un tenor aficionado, que con casi 90 años murió sin haber dejado de cantar toda su vida. Pavarotti baja la mirada. Su agente de prensa adelanta que no responderá a esa pregunta, pero Pavarotti da al traste con su profecía: "Sí voy a responder", dice. "Era un hombre muy honesto. Me enseñó que en el canto no se llega nunca al final, que no se deja de aprender, y me lo recordó tres días antes de morir". Luciano Pavarotti Palabras antes del retiro "¿Un nuevo divo? ¡Juan Diego Flórez!" El Comercio (Perú), 12 October 2003 Uno de los tenores más importantes de las últimas décadas, se jubila tras 40 años de carrera. Lo reveló al diario español "El País", dejando en claro que el joven tenor peruano será su sucesor. La retirada de los escenarios es un asunto que Luciano Pavarotti ha ido retrasando desde el 2001, año en que cumplió 40 años (de carrera). Sin embargo, en la última edición del suplemento dominical del diario español "El País", el célebre tenor italiano anunció lo que para todos era seguro: que su carrera termina esta temporada. ¿Qué hará cuando no esté en los teatros? Le pregunta el redactor. "Haré discos, seguiré grabando repertorios, siempre con cosas bellas para poder ejercitar todos los colores de mi voz. Quizá también haga algún recital con alguna soprano en el que cantaré música barroca o piezas de Bellini, que me gusta tanto", explica el divo de la misma escuela italiana de Mario del Monaco, Corelli o el gran Caruso. Pavarotti, además, es un cantante atípico, puro talento natural pulido con la experiencia, que ha sabido vivir un carrera dedicada a la ópera en los primeros treinta años y luego ha adaptado su divismo al mercado con un instinto de gran lince y que le ha permitido vivir en los últimos años manteniendo un estatus al nivel de las figuras del rock. "El divismo es una actitud, desde la ropa con la que te vistes, a cómo te comportas. Unos apuestan por crear un personaje; otros, por el divismo de la personalidad; generalmente, el último es un hecho natural", explica el tenor. Sobre los nuevos divos en el horizonte, Pavarotti responde con seguridad: "¿Un divo? Pues Juan Diego Flórez. Le he oído en Pésaro este verano y vino a mi casa porque estaba preparando ´La hija del Regimiento` de Donizetti. Mi hija empezó a aplaudir en el jardín creyendo que era yo el que cantaba dentro, y era Juan Diego. Hace mucho tiempo que no oía a nadie cantar con tanta inteligencia; pero no es solo técnica lo que tiene, es una voz bellísima y las dos cosas son lo más importante", señaló. Inquiriéndole sobre la obsesión del peruano por su especialización en un solo repertorio, el tenor salió en su defensa: "La especialización es una exigencia, pero ningún cantante que quiera ser grande debe escaparse de cantar ´La Bohème`. Nadie le pide a Juan Diego que cante ´Tosca` hoy, pero llegará un día en que tendrá que hacerlo", añade el gran tenor, quien, a decir del diario español "se retira posando la espada del caballero sobre el hombro de alguien en concreto". Juan Diego: coge esa flor. Pavarotti considera a peruano Juan Diego Flórez como su sucesor EFE/Radioprogramas del Perú, 17 October 2003 (EFE) El tenor italiano Luciano Pavarotti, quien el sábado se despide de América en el desierto de Baja California, que forma frontera entre México y Estados Unidos, considera al cantante peruano Juan Diego Flórez como su más probable sucesor. Pavarotti ha anunciado que se retirará en 2004, cuando cumpla 70 años, y que ésta es su gira de despedida. En una rueda de prensa a su llegada a Mexicali, capital de Baja California, el artista señaló que son "las cualidades de una persona las que hacen a un gran cantante", además de su "personalidad" y destacó que en el último tiempo han surgido "nuevos valores". "En mi caso, si me ven en una ocasión no me confunden con otro. Yo fui afortunado y me convertí en un optimista. Si tuviera que nombrar a uno diría que Juan Diego Flórez, un gran talento", afirmó. El tenor peruano tiene 30 años y estudió en el Conservatorio de Lima y el Instituto Curtis de Filadelfia (EEUU) y en 1995 fue invitado a Italia para formar parte de algunas producciones de ópera y oratorios. Pero no fue hasta el año siguiente cuando Flórez saltó a la fama, al reemplazar al tenor Bruce Ford en el papel de Corradino en la ópera "Matilde di Shabran", de Gioacchino Rossini. Flórez fue considerado como una "revelación" y desde entonces ha aparecido con frecuencia en todos los teatros de ópera importantes de Europa, mientras que los críticos le han elevado a la categoría del mejor intérprete contemporáneo de Rossini. Juan Diego Flórez, el gran sucesor Pedro Ecribano, La República, 18 October 2003 Juan Diego Flórez debió interrumpir por breves minutos sus ensayos en Roma para responder nuestra llamada. Nuestra pregunta fue directa: ¿Cómo recibió las declaraciones de ese gigante que es Luciano Pavarotti, quien ha dicho en México que si tuviera que nombra a su sucesor, sería él, Juan Diego. "Lo recibo con un gran honor y humildad, sobre todo porque él es considerado como la mejor voz del siglo que acaba de pasar. Es un honor porque es la voz más representativa y más hermosa de los últimos tiempos. Naturalmente me llena de orgullo, no me lo esperaba", contestó emocionado a través de la línea. La noticia es la siguiente. Un cable de EFE difunde por todo el mundo que el tenor Luciano Pavarotti en una conferencia de prensa, antes de la despedida de su gira en América, en la ciudad de Mexicali, en el desierto de Baja California, Estados Unidos, considera que el tenor peruano Juan Diego Fórez bien puede ser su sucesor. Pavarotti también ha anunciado que se retirará el 2004, cuando cumpla 70 años. Verdadero maestro, también dijo que son "las cualidades de una persona las que hacen a un gran cantante". Asimismo señaló que también cuenta la "personalidad" y que su entusiasmo se cifra en que en la actualidad han surgido "nuevos valores". "En mi caso, si me ven en una ocasión no me confunden con otro. Yo fui afortunado y me convertí en un optimista. Si tuviera que nombrar a uno diría que Juan Diego Flórez, un gran talento", afirmó. Así, sin mezquindad, Luciano Pavarotti se refirió al tener peruano, quien actualmente se halla en Roma, en plenos ensayos para su próxima presentación. - Tú interpretas a Rosini, pero el mismo Pavarotti ha dicho semanas atrás que con el tiempo vas a tener que cantar a otros autores porque el público te lo va a pedir. ¿Qué respondes a eso? - Bueno, sobre La Boheme él menciona que es una ópera suave, donde se expone el tenor, es una ópera que tiene bastante acogida de las masas. Pero La Boheme no es exactamente para mi voz, por eso no creo que en el futuro la cante. Además hay que considerar que Pavarotti tal vez no quiso decir exactamente eso de mí, los periodistas suelen cambiar a veces las cosas. - ¿Pero cantarías a otros autores? - Mi repertorio incluye óperas que no son de Rosini. Por otro lado, no interpretaré óperas que no están hechas para mi voz. Pero digamos que yo, con el repertorio que tengo, que es Rosini, que nunca ha sido un repertorio popular para las masas, lo he logrado colocar en otro lugar del panorama clásico. Eso quiere decir que no necesariamente hay que cantar esas óperas que siempre constituyeron las más famosas para alcanzar un sitio. - Cuando vienes a Lima siempre presentas óperas, ¿tienes proyectado presentar una ópera en nuestra ciudad? - En abril del próximo año vamos a hacer La hija del regimiento en el teatro Segura, con escenario, con vestuario y con toda fastuosidad de una ópera. Volveré a Lima, ojalá disponga de más tiempo para ver a mi familia porque después va a ser difícil, pues mi agenda está cubierta hasta el año 2009. Juan Diego se despidió sin dejar de decir que le da mucho gusto que el anuncio de Pavarotti haya sido tomado en el Perú con tanta acogida. "Este honor es también para los peruanos", concluyó. Punto final. Juan Diego Flórez presentó disculpas y volvió a sus ensayos. Siempre a su lado el tenor, amigo y manager Ernesto Palacio, a quien le debemos esta breve conversación. ÓPERA EN ROMA Juan Diego Flórez presentará el próximo 22 de octubre la ópera L' Italiana in Algeri (La Italiana en Argelia) de G. Rossini y la cantará en el Teatro de la Ópera de Roma, uno de los más importantes del mundo. Como siempre lo hace, ensaya con disciplina y en donde todo cuenta. Por eso siempre tiene a su lado al también tenor Ernesto Palacio, amigo y manager a quien le debemos el contacto directo con el artista peruano. EL ORIGEN DEL CANTO El consagrado tenor peruano nació en Lima 1973. Y como se dice, de tal palo tal astilla, pues su padre, Rubén Flórez, también era un reconocido cantante. Como es obvio, vivía en la música como un pez en el agua. Desde niño se inclinó por el canto. Integró el Coro Nacional de Lima en donde se fue acercando a Rossini, Mozart, Monteverdi, entre otros. En 1993 sucedió lo que esperaba: gana una beca para el Instituto de Curtis de Philadelphia, en donde se graduó en 1996. Y fue en 1994 cuando empieza su carrera con el tenor Ernesto Palacio y se enrumba a la conquista de los grandes escenarios del mundo. Fue en agosto de 1996 cuando marcó su inicio oficial en Matilde di Shabran en el festival de la ópera de Rossini en Pesaro. Fue celebrado como un gran descubrimiento (saltó a la fama, al reemplazar en esa ópera al tenor Bruce Ford). Su voz se pasea en el mundo, sobre todo en los grandes escenarios como La Scala, Regio di Torino, festival de la ópera de Rossini en Pesaro, jardín de Covent, Staatsoper, ópera Bastille y Chatelet en París, ópera de San Francisco, Casa de Opera Metropolitana, entre otras. La voz de oro Miguel Molinari, La República, 18 October 2003 No es la primera vez que Luciano Pavarotti elogia a nuestro gran tenor, Pavarotti es sin lugar a dudas el tenor mas famoso de la historia desde Caruso, poseedor de una bellísima voz y una muy buena técnica que le han permitido llevar una carrera espectacular por más de 40 años. Nadie puede ser ajeno al éxito de Juan Diego Florez, éxito auténtico apoyado única y exclusivamente en su inmenso arte y que lo han convertido hoy por en hoy el numero uno del mundo, Nunca antes un artista lírico peruano llego al lugar que hoy ocupa nuestro compatriota, es un artista completo con una voz y una técnica admirables, que gracias a sus infinitas virtudes ha logrado despertar la admiración del tenor más admirado del mundo. Luciano Pavarotti, que desde el olimpo de su gloria y hacia el final de su carrera como cantante, sonríe complacido ante la aparición de un nuevo divo y le concede generosamente sus elogios y admiración, una súper estrella de la ópera, Juan Diego Florez, ya nadie puede dudarlo, su nombre ha sido grabado con letras de oro en la historia del arte lírico. |
|||||||||||||||||
With special thanks to Yolanda Muñoz. |