La mejor amiga de Juan Diego - María Teresa Salom César Céspedes Castro, Cosas (Perú), N° 292 May 2004 |
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Juan Diego Flórez with his sisters Milagros and Rocío Fue la primera en escuchar el llanto que luego se transformaría en una de las voces más aclamadas del bel canto. Nadie como ella para conocer de cerca no sólo el exitoso camino de Juan Diego Flórez sino también para confesar sus antiguos temores de madre ante los anhelos de un hijo que nació para triunfar. Puede ser en Nueva York, Milán, Barcelona o incluso en Lima. El teatro está repleto desde la primera fila hasta la galería; los músicos afinan y de repente un silencio de plomo cae cuando el telón sube y empieza la función Puede que esté entre el público o lejos, pero María Teresa nos cuenta que antes de cada presentación de su hijo Juan Diego se "pone en neutro" y piensa en su mamá. "Sé que está ahí y de alguna forma, cuando va a empezar un aria, pienso en ella". María Teresa afirma que no es ritual, pero sí una forma especial de comunicarse que tiene con su hijo ya que, desde que nacieron, siempre han sido muy unidos. La mamá de Juan Diego recuerda que "mis tres embarazos fueron fabulosos, no tuve ningún problema, Juan Diego nació sin complicaciones, y gracias a Dios la crianza de mis hijos ha sido muy buena. Todos han sido bebés robustos y saludables y han estado sobre los tres kilos y medio, pero nunca han sido gordos". ¿Podríamos decir que desde bebé Juan Diego practicaba para el canto con interminables llantos? No, era un bebé tranquilo, no llorón; pero de niño ha sido muy travieso. ¿Siendo el varoncito fue el más engreído por usted? No, creo que no; todas mis amigas me decían que engreía mucho a Milagros, pero no creo porque siempre hemos estado muy juntos. Más bien pienso que no han recibido tantos engreimientos y apachurres como me hubiera gustado darles. ¿Y recuerda alguna travesura? ¡Miles! Una vez le jaló los pelos a su hermana y yo lo correteaba por toda la casa; de repente desapareció, no lo encontraba, y estaba a punto de desesperarme cuando lo encontré aferrado de pies y manos al somier, debajo de la cama. Me dio mucha risa verlo así, aferrado con todas sus fuerzas. Pero él era y es muy sensible a las cosas, a las emociones: siempre le preocupaban todos: por qué está triste, por qué alegre. Aunque a mis tres hijos se le aguan los ojos por cualquier cosa. En varias entrevistas que le hacen a Juan Diego él habla de su abuelita Ena Sí, mi madre, qué relación tan bonita tuvieron. A él lo marca mucho porque se fue a vivir con mi mamá cuando estaba terminando el colegio y quería viajar y estudiar. La casa, en esa época, era muy chica y mis hijas eran jóvenes y había amigos y amigas, con bicicletas, teléfonos y él no podía concentrarse. Y mi mamá tenía en su casa un piano y tocaba. Entonces se fue con ella y comenzó la relación, que si bien empezó desde muy chico, la convivencia lo marcó mucho. Mi mamá fue una persona muy especial, con una riqueza espiritual muy grande. Juan Diego ha absorbido eso al recibir su ejemplo. ¿Qué rasgos suyos ha reconocido en su hijo? ¿Qué podría decir que le ha heredado? No miente, y la vehemencia, la perseverancia Pero después también tiene todos mis defectos ríe. Pero esas son las dos cosas más importantes; digamos que tengo más defectos que virtudes, pero mis hijos son muy parecidos siendo muy diferentes. ¿Cuándo se da cuenta de que la vocación de su hijo es artística? Que es musical, desde chiquitito, desde los dos o dos años y medio. ¡Cómo llevaba el ritmo! Escuchaba una tonada y movía su cabecita, sus pies, sus manos con una precisión increíble, y llamaba la atención porque tenía puros bucles. Pero él tomó la decisión de ser músico cuando era adolescente. A los once o doce años me pidió su primera guitarra, entró a diferentes academias, estudio con Jorge Madueño, Pepe Torres, y era guitarra mañana, tarde y noche. ¿Y fue muy difícil cuando su hijo partió a Filadelfia para seguir sus estudios? Sí, pero fue todo un proceso. Él no se fue de la noche a la mañana, sino que se fue primero a audicionar. Entonces él viaja, y cuando gana la beca de estudios, cuando lo aceptan, pasan muchos meses en que se prepara y finalmente parte. Para mí fue "mi hijito que se me va a vivir solo y no sabe ni freír un huevo, cómo va a hacer". Era una gran satisfacción, pero se iba a vivir solo, esa era mi preocupación. Recuerdo que me llamaba de las esquinas de los teléfonos públicos a preguntarme: "¿Mamá, cómo se hace esto o lo otro?". sonríe. Ahora ya sabe cocinar, pero antes estábamos en "mamá, ya freí la cebolla, ¿ahora qué hago?". "Espérate a que se dore, hijito, aún no hagas nada...". Y su hijo es un músico exitoso, pero también se lo ve un buen muchacho. Muchos padres le preguntarían cómo lo hizo. No es sólo lo que hace una madre, porque una está dispuesta a hacer todo por su hijo. Pero él no es cien por ciento el resultado de mí o de su papá, o de lo que hicimos o dejamos de hacer; él también es algo, viene con un bagaje; los hijos vienen con algo propio a lo que tú ayudas o colaboras; eso es lo que somos los seres humanos. Porque yo he pensando mucho en mi mamá, en mi papá, tengo de los dos, pero también me he hecho sola. ¿Y qué pensó cuando Pavarotti dijo que él era su sucesor? Bueno, Pavarotti es Pavarotti, es un honor. Pero yo pienso igual que Juan Diego, que si bien ambos son tenores, las voces son diferentes; Juan Diego es un lírico ligero, como Krauss, y su voz es diferente. ¿Y a usted le gustaba la ópera? Yo no sabía nada de ópera. Sólo había escuchado el "fígaro, fígaro" o el "funiculi, funicula" por mi abuelo, que las cantaba. És la única referencia que tenía. ¿Y algún momento pensó: "Mi hijo se quiere dedicar a la música, en el Perú ¡ni hablar!"? Sí, le dije: "Hijo, por favor, estudia música, pero paralela a otra carrera. Te vas a morir de hambre, no vas a armar una familia nunca". Ya me lo imaginaba por ahí haciendo trova, y le dije, no, no. Él se puso a estudiar arte estando en el colegio, creo que más para tranquilizarme, y me traía excelentes notas. Era increíble porque al mismo tiempo estudiaba música en el Conservatorio. ¿Usted alguna vez esperó este éxito? No es que no lo haya esperado. Siempre lo escuché cantar, y cantaba bonito. Y cuando ya yo me rindo, porque no quería que se dedicara a la música exclusivamente, entonces quise que mi hijo intente ser el mejor en lo que sea: si escoge carpintería, el mejor carpintero. Y como siempre ha sido vehemente y ha conseguido lo que quería, entonces sabía que le iba a ir bien y, sobre todo, que iba a ser feliz. ¿Y ahora ya le gusta a usted la ópera? Sí, me gusta la actuación, las voces, el vestuario, el alma que le ponen los artistas. ¿Cuál es la que más le gusta? Bueno, sólo he visto las de Juan Diego, pero el "Barbero de Sevilla" es fabulosa. ¿Se emociona mucho cuando Juan Diego canta? Me he emocionado mucho esta vez, acá en Lima, estando en primera fila. Lo he visto emocionado recibiendo el aplauso de todo el teatro peruano. Sabía lo que mi hijo estaba viviendo. |
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