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January 2005
Juan Diego Flórez María Bayo and Gianluigi Gelmetti
Press conference for Il Barbiere di Siviglia in Madrid
Photo: EFE


Orgullo nacional, El Comercio, 11 January 2005
He Can Sing an Aria or Frank a Letter, New York Times, 9 January 2005
«Rossini te permite cantar con libertad», ABC Cultural, 10 January 2005
En los rigores del silencio, La República, 23 January 2005 


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Orgullo nacional
Yolanda Vaccaro, El Comercio, 11 January 2005

El gran tenor peruano, Juan Diego Flórez, interpretará ópera por primera vez en el Teatro Real de Madrid. El artista confirmó, asimismo, su salida de Amigos Peruanos de la Ópera.

Es el "número uno" en todo el mundo. Eso ya nadie lo pone en duda y todos lo repiten con normalidad. El tenor lírico ligero Juan Diego Flórez (Lima, 1973) ofrecerá ópera por primera vez en el Teatro Real de Madrid el próximo 13 de enero. Y lo hará con una de sus especialidades más aplaudidas: será nuevamente el Conde de Almaviva de "El Barbero de Sevilla", de Gioachino Rossini, una delicia, y no sólo para los entendidos. Sus seguidores, muchos de los cuales lo siguen desde Italia, Francia y otros muchos países, agotaron las entradas hace meses. Los madrileños ya pudieron gozar de su incomparable belcantismo en una función única realizada el pasado junio en el Auditorio Nacional de Música pero por primera vez el peruano se lucirá en el Teatro Real, la sede por antonomasia de la ópera en la capital de España. En este escenario Juan Diego ofreció anteriormente un concierto pero esta será la primera vez en que interpretará ópera y en una de sus versiones más exquisitas. "Flórez es el número uno y va a ser de lo más especial. Estamos un poco desbordados pero sumamente emocionados", comentan los organizadores del espectáculo, que se anuncia como el epicentro operístico madrileño en el 2005.

En conferencia de prensa, Juan Diego se enfrentó con su habitual humildad y cierta timidez a la batería de preguntas y a los poco comunes elogios de la prensa especializada en música culta. Uno de los críticos preguntó al tenor estadounidense, Lawrence Brownlee, quien hace de Conde de Almaviva en el segundo elenco: "¿Qué se siente al alternar cartel con un monstruo como Juan Diego Flórez, el número uno del mundo?". El artista interpelado no lo dudó ni un segundo: "Es la cuarta vez que trabajo alternando con Juan Diego. La primera vez, por supuesto, me dije 'Oh Dios mío, es Juan Diego Flórez, el mejor tenor del mundo'. Impone mucho trabajar con una estrella, un especialista, como él, en Rossini. Pero es una gran experiencia de aprendizaje. Gracias a él se está creando trabajo para los demás. Estoy encantado de trabajar con él, de verlo de nuevo. Uno podría sentirse intimidado pero es lo contrario, aprovecho para aprender de su expresividad, de su nivel artístico y musical. Es además muy amable y un fantástico cantante". Si eso es lo que piensan los colegas, es fácil imaginar lo que piensa el público, fascinado con el tenor peruano que ha conquistado las plazas más exigentes del belcantismo como La Scala de Milán, el Metropolitan de Nueva York, el Covent Garden de Londres, el Liceo de Barcelona o el teatro de la Ópera de Zurich.

Respondiendo a una pregunta planteada por El Comercio, Juan Diego Flórez destacó lo que significa sumar en su carrera el Teatro Real de Madrid: "Es una etapa muy importante en mi carrera pues es uno de los teatros más importantes y prestigiosos del mundo. Me faltaba este teatro tan destacado y estoy muy contento de actuar aquí, además con una ópera que he cantado muchas veces y que me encanta interpretar". El tenor también subrayó que para él actuar en España "es un placer inmenso" por la "calidez del público, de la gente y el entorno". Para Juan Diego, regresar a España es encontrarse "con amigos". Unos amigos de la calidad de la voz y la expresividad del tenor peruano que ha paseado su maestría por otras ciudades hispanas como La Coruña, Sevilla, Bilbao, etc.

ROSSINI MODERNO RESPETANDO LA TRADICIÓN

Del 13 al 29 de enero, los afortunados que han logrado localidades en el Teatro Real podrán apreciar no solo la brillantez del primer tenor lírico ligero del mundo, sino también una puesta en escena que conjuga la modernidad y la tradición. Emilio Sagi, director de escena, explicó ayer: "Es una obra con mucha inventiva. Hay personajes que no existen en el original y hasta un juego de pelotas nuevo. Rossini es de una gran modernidad, de modo que permite cualquier invención. La escenografía se inventa delante del público".

Juan Diego apuntó al respecto que no se trata de una traición a la obra rossiniana por excelencia. De paso, ofreció unas pinceladas sobre los conceptos que maneja al interpretar: "El cantante sintetiza la idea de los directores y la suya propia, cristalizando un resultado. El cantante se las ve con el público porque es él quien da la cara como vocalista. El público espera determinadas cosas, está acostumbrado a una tradición. Tenemos que respetar la tradición pero también aportar nuestras ideas, y no es que seamos anarquistas y decir "hago lo que me parezca". Tenemos un buen juicio, sabemos lo que al público le gusta escuchar, no vamos contra todo". En "El Barbero de Sevilla" que revivirá a partir del próximo jueves, el público, en palabras de Juan Diego, verá "que nos estamos luciendo, que es lo que el público quiere ver y escuchar en el belcanto, pero siempre es una versión nueva. El maestro Gianluigi Gelmetti (director musical de la obra) tiene ideas nuevas, que nos hacen pensar. Emilio Sagi ha puesto en escena una ópera deliciosa que también tiene elementos nuevos pero es un Barbero siempre hecho para la voz de cantantes que aportamos algo nuevo pero que también hacemos caso de la tradición, que no puede ignorarse". Asimismo, el artista subrayó que la ópera preparada se ofrecerá sin cortes, con el final completo escrito por Rossini. "El público -señaló- oirá esta ópera prácticamente como se oyó en la época de Rossini".

CONFIRMA QUE NO ACTUARÁ EN PERÚ

Es un tema que, lógicamente, le incomoda. Juan Diego Flórez ya no ofrecerá actuaciones completas en el Perú cada año, como se tenía pensado antes de que él y su representante, Ernesto Palacio, renunciaran a la Asociación Amigos Peruanos de la Ópera, en diciembre pasado. El motivo: no hay un auspiciador capaz de garantizar un espectáculo a la altura.

Juan Diego precisó ayer, en declaraciones a El Comercio, que irá a Lima el próximo abril pero para ofrecer únicamente un concierto. Sin querer entrar en detalles, y con un gesto de tristeza, confirmó: "Lamentablemente no habrá ópera en Perú".


He Can Sing an Aria or Frank a Letter
Marion Lignana Rosenberg, New York Times, 9 January 2005

Current United States Postal Service regulations are stern: "No living person shall be honored by portrayal on U.S. postage." In Italy, Verdi - whose life unfolded in seemingly fated synchronicity with his country's Risorgimento, or national unity movement - did not rate a stamp until 1951, half a century after his death.

So how did the tenor Juan Diego Flórez, whose international career is not even a decade old, end up on a Peruvian postage stamp at the barely ripe age of 31?

"When the authorities first proposed it to me, I thought that it wouldn't crystallize," Mr. Flórez, a native of Lima and a celebrated Rossini specialist, said by car phone from Italy. "But it happened. People are sending me letters with my face on them." His delight would smack of a tenor's proverbial peacock vanity if not for the boyish incredulity in his voice.

Serpost (Servicios Postales del Perú) has issued five stamps honoring contemporary Peruvian musicians: in addition to Mr. Flórez, the Afro-Peruvian divas Susana Baca and Eva Ayllón, the rock band Libido and the singer and songwriter Gian Marco.

According to the philatelist Paul den Ouden, the Web master of Operastamps.org, Mr. Flórez is not the first living operatic artist to appear on a stamp. "However," Mr. den Ouden said, "this is the first stamp I know of depicting an opera singer issued so early in his career."

Mr. Flórez tried to explain the honor, alluding to political instability and drug trafficking in his country: "Peru is very proud of me, and that doesn't always happen. What's the saying: 'No one is a prophet in his own land'? Peru has many bad aspects going on. That someone puts the country's name in a good light means a lot to Peruvians."

The wind whizzing outside his car window, Mr. Flórez was on his way to New Year's festivities with family and friends in "Bologna Grassa" - Fat Bologna, so called because of its rich cuisine. When asked whether, like many opera singers, he avoided alcohol, he shot back with shocked indignation, "Of course I drink wine, especially good ones."

Mr. Flórez celebrates his 32nd birthday on Thursday with his first opera at the Teatro Real in Madrid: Rossini's "Barbiere di Siviglia," whose impetuous Count Almaviva he portrayed to acclaim at the Metropolitan Opera in 2002 and 2003. The role is physically and vocally exhausting, chock-full of horseplay and capped with an eight-minute, lavishly ornamented aria ("Cessa di più resistere").

Still, Mr. Flórez seemed unfazed. "I sing a lot in Vienna, where you can have one rehearsal, and then you're onstage," he said. "Besides, this role is so much a part of me. It's no problem."

The bravado in his words is the kind born of a rock-solid, painstakingly polished technique, not of mere bluster. Looking forward to the year's challenges, he brought up not vocal fluff but the interpretive niceties of Donizetti's "Elisir d'Amore," which he sings for the first time in Las Palmas, in the Canary Islands, in April. "Nemorino's 'Una furtiva lagrima' is difficult, not vocally but expression-wise," he said. "You have to touch people. That's the whole point."

Mr. Flórez's next Met role (in 2006) is also by Donizetti: Ernesto in "Don Pasquale," which earned him glowing notices at Covent Garden in London last fall.

Wrapping up the old year, which kicked off with Rossini's "Italiana in Algeri" at the Met, Mr. Flórez cited with relish his triumphant Moscow debut and two recitals before the icily discerning public of the Teatro San Carlo in Naples. "They like to study you, and they started off applauding very weakly," he said. "But the way they ended ... rushing to the stage to grasp my hands!" The newspaper Il Mattino compared Mr. Flórez to Tito Schipa, a supremely elegant tenor from the early 20th century who was revered in Naples.

"Since the death of Napoleon, another man has emerged who is talked about every day in Moscow and in Naples, in London and in Vienna," Stendhal wrote in his "Life of Rossini." "The man's glory knows no limits but those of civilization, and he is not yet 32 years old." The quotation might apply as well to Mr. Flórez - if by "civilization" you mean today's dwindling operatic subculture.

Italy, incidentally, did not honor Rossini with a stamp until 1942. And Rossini withdrew from public life not long after Stendhal's encomium appeared. Here's hoping that Mr. Flórez bears his acclaim more lightly.


«Rossini te permite cantar con libertad»
Cosme Marina, ABC Cultural, 10 January 2005

El tenor peruano Juan Diego Flórez debuta en el Teatro Real con Il barbiere di Seviglia, de Rossini, uno de los títulos que lo han encumbrado a la cima de los circuitos líricos internacionales

Debuta el tenor peruano Juan Diego Flórez en el Teatro Real con Il barbiere di Siviglia de Rossini, uno de los títulos que lo han encumbrado a la cima de los circuitos líricos internacionales. Flórez repasa para Blanco y Negro Cultural la especiales características requeridas por el canto rossiniano del que, hoy por hoy, es uno de los mayores especialistas, y que pretende seguir manteniendo como una de sus principales bazas artísticas para los próximos años.

-Trabaja sin parar encadenando producciones de ópera y recitales por medio mundo, ¿cómo se aguanta este ritmo frenético?

-Es duro pero con método y disciplina también puedes encontrar momentos de relajación y de pausa entre cada trabajo. Ahora, con juventud y la energía adecuada, es el momento de apurar más a fondo y trabajar con mayor intensidad. De todos modos, no suelo pasar de sesenta y cinco funciones de ópera al año.

-O sea, una carrera muy planificada y controlada.

-Dentro de unos límites porque siempre está, ante la posibilidad de pautar el trabajo de forma controlada, la necesidad de encontrar un acuerdo entre el cantante y los teatros. Se trata de un tira y afloja entre los intereses de cada parte que unas veces se encuentran y otras no, con lo cual se requiere adaptación.

-Llega a Madrid con El barbero de Sevilla, uno de sus títulos fetiche.

-Es mi debut operístico en el Real y creo que lo hago acompañado de un gran reparto con el que ya he trabajado en otras ocasiones y que cuenta, además, con el aliciente de la dirección de escena de Emilio Sagi, un profesional siempre interesante e ingenioso. Si todo va como espero, creo que va a ser uno de mis Barberos más importantes y bonitos.

-Un papel como éste del Conde de Almaviva que tantas veces ha interpretado, ¿cómo evoluciona con el paso del tiempo?

-Va cambiando de forma intensa con nuevos matices que enriquecen el rol. Es este un personaje muy cómico de gran riqueza que transita desde el joven enamorado hasta los diferentes enmascaramientos que realiza para conseguir a su amada, lo cual es un reto como actor para cualquier artista. Tiene unas características especiales que hacen que se precise de tiempo para incorporarlo muy bien, no como el Lindoro de La italiana en Argel al que le falta profundidad. Vocalmente exige mucho y además yo canto el aria final que normalmente no se hace, con lo cual es un reto añadido.

-¿Donde radica la mayor dificultad del canto rossiniano?

-En calibrar en cada papel su vocalidad específica. Me explico. Es muy diferente cantar El barbero de Sevillla que La donna del lago. Esta última precisa mayor ligereza vocal, otro empaste de la voz y un carácter más mixto que en el Barbero donde la tesitura es más central y se precisa de entidad y coloratura, legato y agudos. Lo difícil está, precisamente, en combinar todo esto con el carácter dramático debido y el humorismo rossiniano. En Rossini la ornamentación, la vocalidad fluida convierten el canto en una suerte de fuegos artificiales.

-En el mundo de la ópera el peso de la tradición y del purismo casi extremista es muy fuerte.

-Yo no me considero un purista. Partiendo del hecho de mi trabajo y de que se hacer música, en Rossini yo escribo mis propias variaciones, siempre dentro del estilo y la armonía del compositor. Lo que hoy no se hace, precisamente, es cambiar composiciones para adaptarlas a la voz del cantante, porque estas obras casi son, en este sentido, como los cuadros de un museo. Pero existe una gran diferencia, que es lo que hace rico este arte, cada vez que se vuelve a hacer se está comenzando de nuevo. Precisamente Rossini es un autor que te permite cantar más libre. Es evidente que el público está acostumbrado a un modo de cantar pero uno no se puede quedar ahí, tiene la obligación de aportar cosas nuevas, buscando un equilibrio, lidiando para quedarse con lo bueno y dejar de lado las exageraciones que tanto hemos visto en otras ocasiones. El cantante, además, tiene delante a algún director de escena y musical que no perciben, muchas veces, que el canto es el centro de la ópera, que la voz ha de estar en primer plano. A veces, para algunos, la mera polémica es ya suficiente y el cantante acaba quedando en un segundo plano. Es una batalla interna porque cada uno busca defender su lugar en cada nueva producción. Aunque también es justo decir que, de vez en cuando, todo fluye de forma correcta.

-¿Por dónde quiere hacer discurrir su carrera en los próximos años?

-Tengo el calendario cerrado hasta el 2010 y me mantendré en el mismo repertorio con alguna incorporación nueva como Elisir d'amore en Las Palmas o Rigoletto en el 2008. Pero siempre dentro del bel canto y con Rossini, Donizetti y Bellini como ejes principales. La clave está en trabajar cada título con calma para poder profundizar en condiciones.

-Cada vez es más frecuente su presencia en las temporadas españolas.

-Estoy muy cómodo cantando aquí tanto recitales como óperas. Percibo un calor especial y una cercanía tremenda por parte del público. Además tengo un grupo de fans españoles que acuden a mis actuaciones en muchos otros países.

-Tanto en sus recitales como en próximas grabaciones cada vez apuesta con mayor firmeza por la música popular peruana.

-Es un patrimonio que creo necesario defender. Es música que se está perdiendo en Lima y Perú. En España no se han perdido tanto determinadas tradiciones musicales como en mi país y yo quiero contribuir en algo para que los propios peruanos tomen conciencia de que es una música que merece la pena hacer, que tiene un gran valor musical. Yo la difundo porque he crecido con ella y, además, me gusta.


En los rigores del silencio
Milagros Salazar, La República, 23 January 2005

Le pedí una entrevista a Juan Diego Flórez Salom en sus "días de silencio". Y entonces hice hablar a los otros, a los suyos, por respeto a esa disciplina de mimo que se ha autoimpuesto para que su voz repose durante los recesos de su actual temporada en uno de los escenarios más exigentes del mundo: el Teatro Real de Madrid.

Los tenores también se someten a penitencias. Hay épocas en que encierran su voz en un claustro y hasta pueden reemplazar las palabras por el lenguaje de las señas.

"A lo mucho suele decir pásame esto o lo otro, pero en voz baja", cuenta Rocío, su hermana mayor, quien ha presenciado esta rutina en más de uno de esos encuentros fugaces que los Flórez Salom propician cada vez que el tiempo lo permite.

La disciplina de callar

El acto de hablar sin control en un  humano cualquiera puede desencadenar afonías benignas, pero en un tenor tiene el rango de pecado capital.  "Hay que tener sangre fría en este trabajo. Tomar decisiones con la cabeza, no con el corazón. Y Juan Diego es responsable, cuida su voz por respeto al público. Reserva toda su energía para el momento del escenario", dice Ernesto Palacio desde Italia, el tenor peruano que dirige la carrera del joven prodigio del bel canto desde hace más de diez años.

Lo que más puede deprimir al intérprete de ópera es enfermarse, no brillar en plena escena. Eso es fulminante, tal vez sea lo "único que lo desmoraliza", señala Palacio.

Juan Diego Flórez es uno de esos seres que anda retándose a cada paso. No se entrega al fracaso. Por lo menos así lo describe la gente que lo rodea. Esa actitud es la que le ha permitido convertirse en el favorito del circuito de la lírica mundial y enfrentarse por estos días con firmeza al oído crítico de los espectadores madrileños en el traje del Conde de Almaviva en 'El Barbero de Sevilla'.

Pero hasta los oídos más cultivados lo han ovacionado en el estreno de la temporada. Ese día, 13 de enero, las pifias solo se reservaron para el director de orquesta y el de escenografía. "El público de Madrid puede ser muy malo cuando quiere, en un segundo puede derrumbarte", señala el manager, quien estuvo presente en aquella función junto a la madre de Juan Diego, María Teresa (que dejó su residencia en Estados Unidos para ver en escena a su único hijo varón), y su hermana Rocío que aprovechó su permanencia en Europa al lado de su novio italiano para abrazar al tenor en el día de su cumpleaños.

Esa noche, después de la exitosa función, las celebraciones terminaron en una cena familiar.

Novedad madrileña

Es la primera vez que Juan Diego se presenta en la capital española como protagonista de una ópera (antes solo había ofrecido conciertos), pero no es su debut en las aclamaciones memorables.

"En el 2003 recibí una ovación (en la Scala de Milán, la meca de la ópera), de 14 minutos según un diario local. Ni siquiera fue al final, sino en un intermedio", ha dicho el tenor en una entrevista a El País. 14 minutos de aplausos. Una eternidad bajo los rigores del tiempo televisivo, una entrega total de cientos de almas a un solo hombre.

Lazos de familia

El tenor ha sabido acomodarse con humildad a los trajines del éxito. Desde que en 1996 nació para el mundo durante su presentación en Pésaro (Italia), Juan Diego ha trabajado en mantener los lazos con los seres que más ama, a pesar de la distancia. Siempre está en contacto con Milagros, su hermana menor que vive en Tenerife, con Rocío que aún permanece en Lima, con María Teresa, su madre radicada en EEUU, y su padre, el cantante Rubén Flórez, a quien Chabuca Granda catalogó como "el tenor de la música criolla" y que permanece en el Perú al lado de su nueva esposa recuperándose de sus males cardíacos.

"No pasa una semana sin que nos comuniquemos. A pesar de estar separados, todos buscamos la forma de saber algo del otro, por teléfono, el correo o el chat", cuenta Rocío.

Ahora que están lejos aquellos días de bolsillos agujereados, cuando hacía algunos 'chivos' cantando en bodas con sus compañeros del Conservatorio de Lima, Juan Diego puede darse el lujo de alquilar una casa de playa en cualquier lugar del mundo y convocar a la familia. Esa necesidad de ser unido a los suyos se da hasta en los gestos más mínimos. Si un día se da tiempo para cocinar, y tiene alguna duda en la receta, llama inmediatamente a su madre. Ella, María Teresa, es el tronco de esta familia repartida entre países.

Vamos a Chepeconde

Pese a la ausencia de un padre en casa, su madre organizaba paseos con sus hijos, campamentos y días de playa a Chepeconde, adonde Juan Diego siempre termina rendido cada vez que viene al Perú en época de verano.

"Esa es una visita obligada para él así como los partidos de fútbol", asegura Miguel Molinari, quien ha producido los últimos espectáculos del tenor en nuestro país y promovió hace 12 años una cadena de ayuda para que la entonces promesa del bel canto pudiera estudiar en el afamado Curtis Institute of Music de Filadelfia.

Sus días de estudiante en esa ciudad también tienen su historia. Juan Diego ha confesado haber cantado en una estación de metro en sus días más austeros. Solo que "tenía que callarme la boca cuando pasaba el subway porque no se escuchaba nada".

El famoso nómade

Tiene varias casas, pero no vive en ninguna. Sus compromisos artísticos lo han convertido en un nómade. En todo caso, su lugar de residencia en el papel es la casa de Ernesto Palacio en Bergamo (Italia). Allí ha acondicionado un departamento, donde intenta pasar la mayor parte del tiempo.

Su novia alemana Julia Trappe se ha adecuado a esa forma de vida. Lo acompaña en todas sus giras. "Ella siempre piensa en lo que es mejor para él", comenta Ernesto, quien entre risas dice que Juan Diego no puede vivir sin las mujeres. Y eso no porque sea un amante descarriado (que razones le sobran ante el asedio de sus fanáticas), sino porque en su familia siempre fue el hombre de la casa, rodeado por sus hermanas y su madre.

Esa pinta de galán lo ha encasillado en rótulos para el merchandising que al propio Flórez le causan risa: "El Beckham del bel canto", "El Tom Cruise de la ópera". De la cofradía lírica ha pasado a ser modelo de portada y uno de los cincuenta hombres hispanos más hermosos del planeta, según la revista People. El chico con "jale" de Miraflores es el imán de miles de miradas. Y cómo no serlo, si al verlo y oírlo está viva la belleza. Juan Diego hechiza los sentidos, pero hoy solo le pertenece a Julia.

El tenor tiene su futuro comprometido hasta el 2010. Y pudo haber embargado su tiempo hasta veinte años más, solo que Ernesto Palacio ha tenido que rechazar la fila de pedidos.

Y esa proyección en el tiempo, ¿acaso no lo hace sentirse un prisionero? "Solo firmamos los contratos que son los más importantes, tampoco nos comprometemos a todo", explica Palacio, quien es claro al afirmar que en su relación profesional con Juan Diego existe un equilibrio de favores. "Lo he apoyado en su carrera internacional de tenor y él ha sido fundamental en mi segunda carrera como representante".

Un verano con Pavarotti

Luego de estar en boca de todos, de haberse convertido en el fenómeno de la lírica, el patriarca vivo de las voces virtuosas, Luciano Pavarotti, lo invitó a su casa de playa en Pésaro.

A esa cita, hace tres años, Juan Diego fue con Ernesto Palacio. "La primera escena del encuentro fue un shock", dice el representante.

Pavarotti había extendido toda su humanidad sobre una camilla frente al mar. Estaba durmiendo. Sus invitados habían llegado y él no despertaba, hasta que alguien se animó a interrumpir su sueño. De vuelta a la realidad, los tenores se embarcaron en una tertulia. Juan Diego cantó y hasta la hija de Pavarotti, que recién llegaba a casa, confundió su voz con la de su famoso padre. Pero era el peruano, no el chico de Camboya ni de Sudán (países que figuraban como opciones de su nacionalidad en un concurso promovido por un diario alemán). Su voz los había tocado.


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This page was last updated on: February 2, 2005