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Inaugural Concert, Palau de les Arts, Valencia, 8 October 2005
Alagna taking a break during rehearsals
Photo from Levante, 7 October 2005


El gran día del Palau de les Arts, La Razón, 9 October 2005
Il Palau di Valencia si illumina con Maazel, Il Giornale, 9 October 2005
La velada se bordó con un concierto que fue mágico, Las Provincias, 9 October 2005
Por fin, casi, ópera, Levante, 9 October 2005

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El gran día del Palau de les Arts
Gonzalo Alonso, La Razón, 9 October 2005

El maestro Maazel se ha involucrado a fondo en la inauguración del Palau, con jornadas maratonianas. Anoche, dirigió con fuerza y precisión a la Orquesta de músicos valencianos
«Hoy puede ser un gran día», así casi terminaba Joan Manuel Serrat su recital de inauguración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid y Francisco Camps prescindía del «puede» en su discurso al mostrar el impresionante Palau de les Arts valenciano, dependiente de la Generalitat. Es efectivamente un gran día, un día en el que se inaugura la sala principal para 1.600 personas de un edificio del siempre personal Calatrava con 37.000 m2 construidos y más de 250 millones de coste. Y como es un gran día sería cicatero entrar en algunos detalles. Sin embargo, no puede obviarse la sorpresa que produce la existencia de localidades sin plena visibilidad en un teatro de nueva planta o la acústica de resonancia y brillantez excesivas, aunque esto último podrá subsanarse. El teatro de ópera, inaugurado con conciertos, que no ópera, se cerrará por un año para ya reabrirse con aquello para lo que realmente ha sido diseñado. Aún queda por tanto tiempo para definir y mejorar cuestiones como las citadas, que es preciso señalar sin inquietar.
 
Músicos valencianos. Excelente idea, una vez que la propia orquesta se encuentra aún en proceso de formación, la de formar una «especial» para estos dos conciertos inaugurales a base de músicos valencianos que tocan en agrupaciones de todo el mundo, bastante numerosos por cierto. A ella han llegado provenientes de todos lados excepto de la propia orquesta de Valencia, y ha sonado en solos y «tuttis», tras ocho ensayos, como las mejores del país. Lorin Maazel tiene fama de «llegar y cobrar», pero también de involucrarse a fondo cuando se siente motivado y lo está realizando en Valencia, con jornadas maratonianas no ya para estos dos conciertos sino incluso para audicionar y seleccionar los profesores de la futura orquesta del Palau. Es evidente que han vuelto a él las ilusiones juveniles al ver el contraste entre lo que pasa fuera de nuestras fronteras, con tremendos recortes presupuestarios e incluso cierres de auditorios y teatros, y esta realidad valenciana, de continente realmente único en el orbe. ¿Quién puede dejar de admirarse e ilusionarse? La propia Schmidt es modelo de entusiasmo contagioso. No hay complejo en el mundo con tal plantel de artistas.
 
Y esta misma ilusión se palpaba, no ya en los espectadores presentes en el auditorio sino en la propia calle. Los valencianos ya aman verdaderamente su Palau de les Arts y lo demuestran con elogios de admiración y orgullo en cualquier conversación. El mismo entusiasmo lo compartían los artistas encargados de la inauguración. Una selección de «Carmen» es algo que siempre llega si se toca y canta bien, tal y cómo sucedió. Maazel, preciso y con fuerza, Alagna mostrando su precioso timbre en el aria «de la flor» y el dúo del primer acto en compañía de Gheorghiu, una de las artistas con mayor personalidad del presente y con una voz que corre muy bien. Ambos resolvieron bien las complejidades dramáticas de un cuarto acto a matacaballo, escrito en principio para otro tipo de vocalidades, aunque el atril de la señora Gheorghiu haya perjudicado seriamente el DVD que se grababa. La voz de Carlos Álvarez, una de las más bellas entre las barítonales, lució en «La canción del Toreador», momento siempre impactante, de tesitura para bajo-barítono. Se echó de menos el aria de Micaela, tan adecuado a la voz de la soprano rumana como a la de una Isabel Rey, extrañamente ausente en esta fiesta valenciana.
 
La segunda parte, bajo la más eficaz que colorida batuta de Enrique García Asensio, se abrió con el arrebatador «Preludio» de «La Revoltosa» y tras las muy acertadas y aplaudidas intervenciones de Elena de la Merced con Marina Rodríguez-Cusì en la popular habanera «Todas las mañanitas» del «Don Gil de Alalá» del maestro Penella y la «Canción de Leonello» de Serrano por un entregado Álvarez, llegaron dos sorpresas. Angela Gheorghiu se atrevió con el «Ay ba...!» de «La corte del faraón», sin la segunda letra y con el doble de voz pero la mitad de picardía que Esperanza Roy, y Roberto Alagna con el «Te quiero morena» de «El trust de los tenorios», pieza que también agradó en su día a otro tenor no español: Franco Corelli, quien también gustaba de filados como el practicado por Alagna. Muchos aplausos, pero Kraus, Domingo o Carreras ponían con ella los teatros boca abajo.
 
Lorin Maazel se encargó de cerrar con los «Cuatro madrigales amatorios» de Rodrigo en las cuatro voces diferentes de Sandra Fernández, Elena de la Merced, Isabel Monar y Ofelia Sala en otra clara demostración del poderío musical local, que es mucho, y la segunda suite de «El sombrero de tres picos» con especial lucimiento de los profesores valencianos. Aún hubo lugar naturalmente para el Himno Nacional y el de la Comunidad Valenciana, éste con el coro y el tenor José Sempere.
 
Y concluye esta crónica como empezó, con Serrat. El otro día finalizó con aquella canción que dice, entre otras jugosas cosas, «vamos, bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta». En el Palau de les Arts, sin acabar de bajar aún la cuesta arquitectónica, hay que empezar a subir la artística. Hoy es un gran día, mañana también puede serlo. ¡A trabajar y mucha suerte!


Il Palau di Valencia si illumina con Maazel
Alberto Cantù, Il Giornale, 9 October 2005

Applausi a profusione per il concerto che ha inaugurato la Sala Principal, dotata di un'acustica eccellente, davanti alla regina Sofia

Quarantamila metri quadrati di luce. Nuovo di zecca e di cantieri ancora aperti, il Palau de las Artes di Valencia si accende, al tramonto, di gialli che trascolorano nel verde e nel rosa. Tinge terrazze, giardini e corsi d'acqua lunghi sette chilometri. Abbraccia la città che festeggia i 700 anni della comunità valenciana, come da «privilegio reale» di re Pedro datato 9 ottobre 1365. La fascia architettonica di luce accoglie anzitutto gli invitati del «galà lirico» con cui si inaugura il Palau: in testa - anzi, in coda, come vuole il cerimoniale - la regina Sofia, cui la mega-struttura per musica, teatro, danza e teatro è intitolata.

Si tratta naturalmente di un galà iberico. Siamo nella Sala Principal (ve ne sono altre tre): 1800 posti, 4 geometrici ordini di palco, il display dietro la poltrona per seguire le opere, l'architettura che ti avvolge fra poltroncine blu e legno d'acero. Il concerto è a due mani. La prima parte la dirige Lorin Maazel, che per tre anni seguirà l'orchestra, composta oggi di cento elementi, valenciani provenienti però da tutto il mondo. Sarà invece Zubin Mehta a curare le stagioni d'opera oltre a dirigere il 25 un concerto con la Israel Philharmonic e provvedere a un concorso di canto.

Iberia, dicevamo. Nel caso della Carmen del francese Georges Bizet è una Spagna tutta di fantasia, di secondo grado, dunque più vera del reale e dove l'esotismo è bisogno di verità. Vengono proposti estratti dal famosissimo opéra-comique. Nel Preludio, scritto a opera conclusa, Maazel e i suoi prodi spiegano anche ai sordi la festa, il colore locale, la luce mediterranea, lo splendido chiasso da circo, come lo definì Nietzsche. Purtroppo il direttore taglia la seconda parte del Preludio, quella dove la festa si muterà in tragedia.

Star Maazel, star Angela Gheorghiu, il marito Roberto Alagna biancovestito e il baritono Carlos Alvares. La parte della protagonista è scritta per mezzosoprano, ma la Gheorghiu, eclettica e di forte temperamento, non teme l'habanera e coniuga finezze, colori e accenti drammatici anche nel finale. Quanto ad Alagna, tenore lirico che troppo spesso affronta il repertorio spinto, la parte di don José gli calza come un guanto di velluto, talvolta un po' logoro. Alvares, da baritono grande e di classe, affronta i suoi couplets con esiti egregi. Gli applausi non si contano. L'acustica è davvero eccellente ed esalta le squisitezze di Maazel negli Intermezzi secondo e terzo.

Nella seconda parte del concerto tocca ad Enrique García Asensio affrontare quel genere tipicamente spagnolo che è la zarzuela, teatro misto di parti in prosa e parti musicate. Inizia con il titolo più noto di Ruperto Chapí, La revoltosa del 1897, di cui propone il noto preludio e chiude con un erede di Chapì: il valenciano José Serrano, ovvero Te quiero Morena con la calda lettura di Alagna. Il ritorno sul podio di Maazel è per due celeberrimi compositori spagnoli del '900. Il primo è Rodrigo, d'un folclore più prevedibile e i suoi quattro bei Madrigales amatorios (eccelle Ofelia Sala); il secondo si chiama Manuel de Fallia col suo mordente Cappello a tre punte, partitura nella quale il folclore non ha nulla di turistico o cartolinesco. Il concerto aveva aperto con l'Inno nazionale e con l'Inno, stavolta eseguito integralmente, si conclude non prima dell'esecuzione di un altro inno: quello della Comunità valenciana del quale è autore il buon Serrano.


La velada se bordó con un concierto que fue mágico
Las Provincias, 9 October 2005

Es muy arriesgado en pocos días organizar un concierto de estas características; sobre todo si se tiene en cuenta que en apenas cuatro días había que formar una orquesta. La orquesta Musics ha sido creada para la ocasión y terminados estos conciertos se disolverá. El caso es que el resultado ha sido magnífico, tal vez gracias a la entrega de los propios músicos al ser conscientes de la importancia de la ocasión para nuestra Comunidad.

También reside en la labor de Lorin Maazel. He escuchado en muchas ocasiones al maestro y es capaz de ofrecer lo mejor, pero también es capaz de caer en la más absoluta monotonía. Ayer se escuchó al mejor Maazel, un músico inspirado, entregado, con rasgo de la más absoluta calidad; el director de las dulces entradas, del elegante y sensual fraseo. Algunos detalles merecen especial atención, como el ritenuto en el momento de la espada del acto cuarto de Carmen , el impresionante 'crescend'o de la farruca en el Sombrero de tres pico s y los 'tutti' de la jota final. Además, el maestro estuvo en todo momento atento a las posibles vicisitudes de los cantantes y dirigió con dulzura a los niños de la Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados.

En el plano vocal es obligado comenzar con la soprano rumana Angela Gheorghiu una cantante de grandes medios vocales e indudable talento pero que a menudo se sobrevalora. No tenemos noticias de que la soprano haya cantado nunca el papel de Carmen en vivo, sí es cierto que lo llevó al disco en 2003. La voz de la soprano no posee las cualidades propias de una Carmen genuina; los graves son débiles y en general está escrita en una tesitura (la de mezzo) en la que la voz no despliega todo su potencial; todo ello quedó claro especialmente en el dúo final . En cualquier caso, es capaz de crear un personaje genuino, un Carmen sensual y marcadamente erótica. Muy buena la dicción en el fragmento de La Corte del Faraón.

Roberto Alagna se presentó en muy buena voz; al contrario que su pareja el papel de Don José se adapta a la perfección a sus cualidades; en este papel el tenor no se ve obligado a oscurecer su voz para hacerla más dramática sino que puede dejar fluir sus tintes líricos. Su actuación fue a más alcanzando las mayores cotas expresivas en el dúo final. De la interpretación de la jota de 'El trust' de los tenorios hay que agradecer su impecable dicción.

Carlos Álvarez debutaba en Valencia; no se puede quejar el barítono malagueño que con su versión de la canción de Leonello arrancó la primera ovación cerrada. Está en un magnífico momento de su carrera y en estado vocal muy bueno. En su voz se apreció algo de vibrato, pero creemos que eso se debe a la fatiga momentánea, pues ha intercalado esta actuación con el Don Giovanni en Madrid.

Muy buenas las actuaciones de las valencianas Sandra Fernández, Elena de la Merced, Isabel Monar, Marina Rodríguez-Cusí, pero especialmente destacable fue la de Ofelia Sala que con su versión de '¿De dónde venis amore?' de Rodrigo nos regaló una peceña muestra de canto superlativo. Como siempre magnífico el Cor de la Generalitat y competente la dirección de García Asensio, que conoce bien el repertorio.

El momento más emotivo fue la interpretación del himno de Valencia en el que participaron tanto artistas como público.

Nada más entrar me asusté al ver que toda la sala está terminada con trencadís que no absorbe nada el sonido. Sin embargo, la reverberación no era excesiva. Está en torno a los dos segundos. En cualquier caso, es demasiado y se deberá controlar.

En cuanto a la estética y distribución de la sala, resulta bastante grata. Tiene forma de herradura; eso tiene la desventaja de la mala visibilidad en algunas de las butacas, pero crea un ambiente cálido en el que se mantiene una cercanía entre los cantantes y el público.


Por fin, casi, ópera
Alfredo Brotons Muñoz, Levante, 9 October 2005   

La ilusión de tantos melómanos valencianos de por fin contar con un teatro propiamente hablando de ópera tendrá que esperar, seguir esperando, un año más. El concierto con que se inauguró la sala principal del nuevo Palau de les Arts consistió en un popurri de música vocal y orquestal sin ningún tipo de escenificación, ni auténtica ni insinuada.Total, lo que ya teníamos pero en un poco más lejos (o más cerca, según donde se viva).

La acústica de la sala que ahora se ha abierto fue uno de los temas de conversación más frecuentes antes, durante y después de la velada. Tener que juzgarla por lo oído en una sola localidad en una única audición impone lógicas e importantes limitaciones. Lo primero que se ha de advertir es que el planteamiento no puede ser el mismo que, por ejemplo, en el viejo Palau, donde la música sale prácticamente del centro del espacio. Aquí, como en los teatros tradicionales, el sonido se proyecta unidireccionalmente sobre el público y lo difícil es medir las distancias y evitar los cubrimientos. Maazel abrió paso al coro colocando los instrumentos de cuerda graves en el centro, a las coristas en los laterales y al coro infantil en primer plano. Por quien no pudo hacer nada fue por los solistas.

Las dos grandes estrellas de la velada fueron Roberto Alagna y Angela Gheorghiu. Curiosamente, el tenor, de voz menos atractivos y musicalidad más discutible, se sintió más cómodo en una sala tan fría que la soprano, la morbidezza de cuyo timbre sólo se pudo apreciar muy efímeramente. En la selección de números de Carmen, de Bizet, Carlos Álvarez tampoco pudo lucir como se esperaba ante los muros sonoros que orquesta y coro le opusieron.

En las dos partes del concierto participaron además seis de las mejores cantantes femeninas valencianas del momento: las sopranos Pilar Moral, Elena de la Merced, Sandra Fernández, Isabel Monzar y Ofelia Sala, y la mezzosoprano Marina Rodríguez-Cusí. El L'amour grande y hondo con que esta última respondió al Toreador resultó deslumbrante, pero ninguna de ellas dejó de estar a la altura de las circunstancias. Gheorghiu en el chotis babilónico y Alagna cantando Te quiero morena vestido de corto fueron los únicos fallos claros y evidente de reparto.

Con el coro a su nivel habitual, es decir, muy alto, y los niños aceptables, la orquesta circunstancial fue otra de las grandes sorpresas de la noche. No habrían tocado nunca juntos, pero desde luego oyeron aproximadamente las mismas músicas y muchos deben de haber compartido primeros profesores durante su infancia: algo que marca para siempre. La cuerda de violines especialmente sonó fabulosa. En cuanto a los directores, Enrique García Asensio para la zarzuela y Lorin Maazel para el resto, ambos anduvieron, naturalmente, muy sobrados. Naturalmente, quien más ostentación hizo de ello fue el francoamericano.


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This page was last updated on: October 9, 2005