REVIEW Concert, Puerto Rico, 5 February 2003 |
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Espléndido Roberto Alagna Jorge E. Martínez Solá, El Nuevo Día, 7 February 2003 La del miércoles fue una velada espléndida en Bellas Artes de Santurce con el programa Temas de amor y pasión. En lo que parecería ser ya una tradición que vincula su nombre al de tenores importantes, el empresario y mecenas artístico Guillermo L. Martínez y su grupo Culturarte, Inc. presentaron el debut local de Roberto Alagna, uno de los tenores mas cotizados del mundo operístico. Antes había traído a Marcelo Alvarez y a Salvatore Licitra y -claro- también trajo en muchas ocasiones a Plácido Domingo y a Luciano Pavarotti. Roberto Alagna es un tenor lírico, de voz dulce y hermosa, de bellos "pianissimi", con un "squillo" brillante. El "squillo", en términos vocales, es esa cualidad de resonancia en los agudos, similar a las vibraciones que captamos al tañer una campana. Tenerlo hace que la voz suene excitante y brillante y no opaca y oscura. Pero la voz de Alagna no es grande, y tal parecería que el tenor, a juzgar por el repertorio escogido por él, quisiera que lo fuese. Suponemos que si su voz es duradera, con el paso del tiempo se hará más oscura, grande y potente. Entonces podrá cantar a sus anchas Turiddu, Canio y Cavaradossi y hasta Otello, sin arriesgar su instrumento. Claro que él, que parece ser muy inteligente y hábil, sabe que gran parte del entusiasmo que genera un cantante es escucharlo cantando mientras bordea el límite de sus posibilidades vocales. Es fascinante, como lo es ver un trapecista arriesgándose en las alturas sin malla protectora. Pero, claro, no es lo mismo cantar el "Exsultate" de Otello, que cantar la opera completa. O cantar el aria "Viva il vino spumeggiante" que cantar el dúo con Santuzza o el "addio a la madre" de Cavallería Rusticana. Obviamente, el éxito de Roberto Alagna es que interpreta estupendamente el repertorio francés e italiano que requiere un dominio técnico casi perfecto y una dicción impecable. Asimismo, mantiene una línea melódica fresca y elegante mientras deambula libremente por los registros agudos de la voz de tenor. De esa habilidad, Alagna dio amplias muestras cantando con soltura, arias de óperas de Gretry y Gluck e, inclusive, Pergolesi. Sus incursiones en el repertorio italiano de Bellini y Verdi, en la primera parte del concierto fueron igualmente exitosas, más en Macbeth que en Otello, ciertamente. Sin embargo, encontramos que, en la segunda parte, su interpretación del aria "Donna non vidi mai" de Manon Lescaut de Puccini, y de "Rachel, quand du Seigneur" de La Juive de Halevy, todavía están un poco fuera de su registro vocal actual. Requiere más voz de la que tiene ahora. Sonaba algo incómodo. Lo mismo puede decirse de su breve intervención en el coro de los gaiteros de Pagliacci. Sin embargo, su versión del aria "Testa adorata" de La Bohème de Leoncavallo le quedó estupenda. Lo mejor del concierto, en mi opinión. Por su parte, el Coro de Gala, dirigido por Carmen Acevedo Lucío, cantó bastante bien e inclusive brillantemente en el coro de Macbeth "Patria opressa", pero le faltó volumen y precisión para Otello y se descuadró un poco en "Los gaiteros" de Pagliacci. La Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, con su director emeritus Eugene Kohn a la batuta, se desempeñó espléndidamente, sobre todo en la "Meditación" de Thais, de Massenet, en la que el concertino Henry Hutchinson tocó estupendamente el solo de violín. Por lo demás, las cuerdas estuvieron excelentes; y los metales, brillantes. Las castañuelas fallaron en la jota aragonesa. Al finalizar el programa el tenor, con la colaboración del maestro Kohn, cantó numerosos "encores", como "Granada" de Agustín Lara; una jota aragonesa, varias canciones napolitanas y hasta "Come Prima" o sea "Como antes", que popularizó Mario Lanza. Al salir del teatro pasadas las once de la noche, Alagna estaba cantando "O sole mío" acompañado de Kohn al piano. El público salió encantado de la velada. |
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