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November 2007
Photo by Danny Caminal for El Periódico, 30 November 2007
Roberto Alagna: "El abucheo de la Scala me ha hecho popular"
Núria Navarro, El Periódico, 30 November 2007

Fue silbado hace un año en la Scala de Milán durante el acto inaugural de Aida y su desplante dio la vuelta al mundo. Estos días vuelve a interpretar a Radamés en el Liceu.

Hay noches que es imposible olvidar, ¿verdad?

Yo sigo triste, por la injusticia. Yo entiendo la protesta cuando un cantante tiene problemas... Hablé con Pavarotti tras su accidentado Don Carlo en la Scala, y me confesó que estaba herido. Tuvo una flema y lo abuchearon. ¡Pero yo ni siquiera tuve una flema...! Para mí cantar es un acto de amor, algo vital. No canto por dinero, porque me cuesta más el hotel que el cachet. Yo busco dar placer al público. Así que, si salgo a escena y no gusto, no puedo cantar.

Quien sale a escena sabe que se expone al juicio de los otros.

Pues explíqueme por qué Decca ha elegido precisamente esa aria para el DVD... Mire, aquellos hooligans expresaron su aversión antes de que saliera a cantar. Les vi haciendo gestos a la entrada del teatro. Y cuando pisé el escenario ya oí sus "buuu". El director de orquesta, yo, todos sabíamos que podía haber problemas.

¿Por qué lo sabían?

Había entrado una nueva dirección en la Scala, de un nuevo partido. La antigua dirección y la prensa afín hicieron lo posible para boicotear el estreno. De hecho, habían llamado antes por teléfono a algunos para decir que cuando yo cantara la frase "Un esercito di prodi" ("un regimiento de valientes"), iban a abuchear. Prodi asistía al estreno. Fui la víctima de una maniobra política.

Si sabía todo eso, ¿por qué hizo el desplante?

La actitud del público fue un mazazo. Se me cerró la garganta, me bajó el azúcar, me senté para recuperar el aliento y me fui. Pero el director de orquesta, Riccardo Chailly, sabía que, si había problemas, saldría, tomaría un vaso de agua y regresaría para pedir al público si quería que continuara... Me traicionaron.

¿Le traicionaron?

El sustituto estaba preparado. Yo me quedé esperando en el camerino a que alguien me viniera a buscar. Si esto me vuelve a pasar, me quedaré en escena... A Plácido Domingo le pasó lo mismo en la Scala con Otello y el público esperó una hora y media, y fue un éxito.

Usted había lidiado con peores situaciones.

Yo soy capaz de todo cuando el público está conmigo. Canté en la Scala dos días después de que mi primera esposa muriera, con 29 años, víctima de un tumor cerebral. Canté en Orange con dos ligamentos rotos. El pasado junio me extirparon un tumor en la cavidad nasal, detrás del lagrimal derecho. Al parecer llevaba ahí 10 años y era el causante de la increíble fatiga que arrastraba... Mis problemas de hipoglucemia tenían en él su origen. Ahí estaba el tumor cuando canté a la Scala.

Quizá si lo hubiera dicho...

El público viene al teatro a soñar.

Me refiero a la gente del teatro.

En la Scala sabían que, dos días antes del estreno, el médico me había medido el azúcar y estaba a 0,40. Casi en coma. Todo el mundo lo sabía.

Y ahora tiene que cargar con ser el-del-desplante-de-la-Scala?

El problema es que ahora hay un prejuicio sobre todo lo que hago. Cierto público va al teatro a volcar un poco de rencor y a cierta prensa le interesa el escándalo. Algunos dicen que Radamés no es un papel para mí... ¡Es el más fácil de mi carrera!

También hay quien opina que su voz no es la que era.

Mi voz está mejor que antes, pero eso no lo ponga...

Otros le describen como un divo.

Divo viene de divino, ¿no? Tener una voz como la que tengo es algo admirable, un don de Dios. Pero los que me conocen saben de mi simplicidad y de mi generosidad.

Oiga, ¿todo esto ha tenido un lado bueno?

¡Me ha hecho popular! En Francia me he convertido en una gran vedete. He vendido un millón de discos y la próxima semana voy a hacer el molde para una estatua mía de cera para el museo Grévin. Me invitan a programas de televisión. Y todos los directores de los teatros de todo el mundo me han abierto las puertas y los brazos.

No hay mal que por bien no venga.

Pero a mí solo me interesa la salud, estar con mi mujer y mi hija, y cantar para la gente que amo y que me ama. Yo nunca he tenido sueños. Lo que me ha llegado no lo pedí. Mi mayor defecto es la falta de ambición. Soy muy modesto. Un hombre bueno. Y creo que Dios me ayuda.

¿Volverá a cantar en la Scala?

Si me llaman, sí. Para mí la Scala es un templo. Y los templos son de todos los cristianos, ¿no? La Scala es mi iglesia.

Pero piensa llevar a los tribunales a sus sumos sacerdotes.

Sí. Porque en el contrato pone que la Scala debe asegurar al artista el poder cantar en las mejores condiciones, y ellos no pararon la actuación y me ayudaron, sino que me reemplazaron rápidamente. Porque no me pagaron y anularon mis contratos. Y porque me abandonaron solo, con mi bajada de azúcar.
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